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«Yo quería ser una gran escritora»

Gisselle Morales Rodríguez, joven periodista del periódico Escambray y ganadora del Premio Nacional Juan Gualberto Gómez, le cuenta a JR de sus pasiones y desvelos en el oficio

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

SANCTI SPÍRITUS.- Nada tiene que ver con la amada de Albrecht y mucho menos con el fragmento de locura y muerte en los valles cercanos al Rin, narrada por el clásico del ballet estrenado en 1841 en la Ópera de París. Mas, sí ha subido a escena en reiteradas ocasiones, desde los días en que aún era demasiada chiquilla para confesarle a un diario sus idilios románticos.

Incluso, cuando descubrió que el Undoso de Sagua la Grande la perseguiría por siempre, al igual que el olor a zafra y ferrocarril del entorno que la arropó desde la cuna hasta los primeros años de la juventud. Y hasta mucho antes, en la jornada en que con sólo seis años tomó de contrabando su primer sorbo de café, a pesar de los regaños de su madre.

Así de sencilla e inmensa se presenta Gisselle Morales Rodríguez, arropada con cada una de esas secuencias muy propias como verdaderas herramientas que brotan en sus disímiles textos periodísticos.

-¿Cómo descubres en 12mo grado que era Periodismo la primera opción de tu boleta?

—Manejé varias posibilidades, todas del área de Humanidades. Pero supe que era Periodismo el día que me avisaron de la prueba de aptitud y pensé que no estaba preparada. Entonces me di cuenta de que me dolería muchísimo sino la aprobaba. Fue una jornada intensa, que recuerdo con cariño por el apoyo constante de dos amigos y de mi padre.

— ¿Cuánto queda de la niña sagüera criada bajo la mirada cómplice de la abuela?

— Aunque viva en Sancti Spíritus no me deshago de mis raíces sagüeras porque nunca me he ido de allá. Ambas ciudades son un complemento para mí. No me imagino sin las dos. Esas orillas, como siempre digo, son el área que abarca mi influencia.

— ¿Cómo recuerdas tu llegada al periódico de Sancti Spíritus?

—Primero con mucho miedo por su nombre establecido dentro de la prensa cubana, y de no estar a su altura. Pero desde que puse un pie en Escambray me sentí parte de su colectivo. Yo no siento que voy a trabajar, sino a compartir en una familia que, como todas, tiene momentos de desacuerdos, de deseos de cambio. Sinceramente, siento que hoy, tanto profesional como personalmente, ese es mi lugar en el mundo.

— ¿Qué no le puede faltar a un texto que firmes?

—Trato de que siempre refleje la vida del cubano de a pie. Me encanta leer los grandes reportajes, donde el Periodismo se cruza con la literatura. Quizá sea porque yo quería ser una gran escritora. Pero entre más leo, más me doy cuenta cuán lejos estoy de eso porque no es fácil.

—Quienes te leemos con asiduidad nos percatamos de un detallado uso del lenguaje. ¿Te lo propones o sale espontáneamente?

—Siento que aún le falta mucho de metáfora y vuelo poético. Lo que pasa es que reviso tanto que llego a aprenderme los párrafos de memoria en busca de la palabra precisa. No te imaginas cuánto sufro cuando se me va una cacofonía. Por suerte, los textos pasan por una cadena de revisión y al final varias opiniones lo enriquecen.

—Con varios premios nacionales como cartas de presentación que confirman la valía de tu profesionalidad ¿Qué no te perdonas en ese aspecto?

—Ser superficial y no investigar lo suficiente un tema.

SEGUNDO ACTO

Gisselle Rodríguez sube a escena cada miércoles. Lo prometió desde su primera vez y lamenta demasiado cuando por cuestiones ajenas a su voluntad incumple. Llega y deleita a sus cientos de seguidores, acompañada de palabras, silencios y colores; experiencias personales que delatan sueños, aspiraciones y hasta el tarareo de las canciones, aprendidas por la repetición de su progenitor. Hace suya Cuba profunda, su blog, uno de los más leídos en la plataforma digital de esta nación. Los aplausos se multiplican desde diferentes latitudes en comentarios que ovacionan su talento y precisión al desabrigarse frente a la pantalla de la computadora.

— ¿Por qué apostar por el periodismo hipermedia en una Isla  donde aún el resto de los medios toman la delantera?

—Hasta hace seis años era muy apegada a la forma tradicional de la prensa escrita ya que Internet en Cuba, mayormente, se usa de forma elemental. Luego, me di cuenta del poder de sus potencialidades y de cómo las personas siguen aquellos trabajos muy peculiares de sus contextos. Confieso que inicié como respuesta a una tarea que asumí al dirigir la página web del periódico y, desde entonces, hemos impulsado que todo el colectivo hable de medio único. Así cada uno tributa a lo que llamamos la marca Escambray, en todos sus soportes: redes sociales, papel...

— ¿Cómo nace Cuba profunda?

—Como un medio personal para aprender a usar las herramientas hipermediales. Leí muchísimo otros blogs pues creo que para el 2011, cuando lo creé, había una mayor efervescencia y yo llegaba retrasada. De esa fecha a la actualidad ha calado tanto en mí, que ya el lunes amanezco pensando qué voy a escribir para el miércoles.

—Lo presentas como «Un espacio para las catarsis cotidianas…» ¿Es el medio ideal para tu liberación?

—Desde un punto de vista, sí. Bajo los límites de la ética, he escrito sobre todo, siempre bajo el tono de comentario y crónica.

—Ese estilo ha generado diversas opiniones, incluso, algunas han llegado a ser ofensivas. ¿Cómo lidias con ellas?

—No sé si lo he logrado. Pero si algo me ha enseñado es a comprender que como periodista no soy la única con derecho a opinar, sino que los lectores también y no necesariamente tienen que estar de acuerdo conmigo. Siento que he aprendido a ser más tolerante, pues si se aspira a construir un mejor país o proyecto se precisa tomar de todos los criterios enriquecedores.

—¿Cómo has logrado meter en «cintura» a un colectivo, donde no predomina la juventud, en el mundo del hipermedia?

—No es un logro mío, sino del Consejo de Dirección, sobre todo de Juan Antonio Borrego, un director muy visionario que te permite mucha libertad creativa para trabajar en todos los sentidos. Además, ha sido vital la experiencia del colectivo de la página web y de su interés por la constante actualización de sus conocimientos.

—¿Cómo valoras al Periodismo cubano que circula por la red de redes?

—No escapa de las características del otro Periodismo. Siento que hay personas muy valiosas trabajando en la web como en todos los periódicos de la región central y quizá el fatalismo geográfico no les permita ser más visibles. Eso evidencia que tenemos mucho más potencialidades que las que explotamos. Igualmente, considero que precisamos de herramientas legales que nos faciliten el trabajo, sobre todo, con el acceso a las fuentes.

—Asumes desde hace varios años el cargo de subdirectora de Escambray ¿Cuánto pesa?

—Pesa mucho en cuanto a la creación propia porque tareas fuera del diseño de la política editorial te roban demasiado tiempo. Pero me ha enriquecido porque he aprendido de todo el proceso que se genera en el medio. No siempre he tomado decisiones acertadas y la conducción a ellas se la debo también a Borrego. Los cierres de cada viernes los disfruto sobremanera.

—Obtener una mención (en la pasada edición) y ahora el premio Juan Gualberto con sólo 10 años de graduada, es un buen average. ¿Qué seguirá?

—Es un reconocimiento muy grande, aún no creo estar a su altura. Le agradezco profundamente al jurado y deseo trabajar sin pensar en premios porque es una presión demasiado grande. Quiero aprender a organizar mucho más el tiempo y emprender reportajes de periodismo de investigación, que es lo que realmente me gusta.

«No te imaginas cuánto sufro cuando se me va una cacofonía», dice Gisselle.

Cada miércoles Gisselle Morales actualiza su blog con un tema de interés, pero con la aureola de su opinión.

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