Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¡Y volvieron los festivales!

Hace exactamente 20 años, concluyó en Cuba el 14to. Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. El llamado a recuperar esos espacios lo había realizado Fidel dos años antes

Autor:

Yuniel Labacena Romero

«Volverán un día los jóvenes de todo el mundo a reunirse y si no se reúnen por ahí, o si no aparece ningún país, de la forma en que se organizó este festival, se puede organizar uno mundial; no hace falta dinero, lo que hace falta es vergüenza, generosidad, buena voluntad…». Fueron esas las palabras del líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, aquel 5 de agosto de 1995, con motivo de la gigantesca marcha juvenil contra el bloqueo efectuada en La Punta, que reunió al pueblo capitalino y a los invitados al Festival Internacional Cuba Vive.

Y al día siguiente, en la clausura de esa cita, Fidel puso la Isla a las órdenes de la juventud del planeta para organizar, no ya un festival internacional con 1 300 delegados de 66 países, sino uno mundial, con 10 000 o más, a pesar de las difíciles condiciones económicas de la Isla. Después de 13 encuentros, tras el derrumbe del muro de Berlín, la caída del bloque socialista en el este de Europa y la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, estos eventos habían desaparecido y solo la labor de convocatoria de Cuba hizo posible que renacieran.

El 23 de abril de 1996, en Bruselas, Bélgica, se comenzarían los preparativos del 14to. Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes (FMJE), que tendría lugar en el verano de 1997 en la Mayor de las Antillas, como respuesta a la necesidad de preservar y renovar el espíritu de ese movimiento. Días después, Fidel pronunciaría las palabras que hasta el día de hoy han definido la actuación de la Isla en este movimiento juvenil: «Si de Cuba depende, los festivales no van a desaparecer».

La «fiebre» del festival

Del 28 de julio al 5 de agosto de 1997 se reunieron en la Mayor de las Antillas 12 325 delegados de 135 países, del más amplio espectro político e ideológico, en representación de más de 2 000 organizaciones juveniles del mundo. La 14ta. edición del mayor foro de las juventudes progresistas del orbe retomó las mejores tradiciones de eventos anteriores y tuvo como lema ¡Por la solidaridad antimperialista, la paz y la amistad!

Entonces volvieron a abrirse espacios necesarios para el encuentro y la reflexión sobre los acuciantes y complejos problemas que preocupaban al hombre a finales del siglo XX, pues en ese tiempo muchos hablaban del «fin de la historia». Desde la apertura, en la Escalinata de la Universidad de La Habana, hasta el adiós en el Estadio Panamericano, con la presencia de 35 000 personas que colmaron el lugar con banderas y abanicos, la «fiebre» del Festival contagió al país.

En esos espacios y en varias actividades culturales estuvo Fidel, siempre consciente de la necesidad de que los jóvenes del mundo siguieran reuniéndose para repensar y construir estrategias de lucha contra el imperialismo y la guerra, y por la paz y la solidaridad, como lo hicieron en el primer festival nacido en 1947 en Praga, la capital de la entonces República Socialista de Checoslovaquia.

Cuando el Festival Mundial de 1997, hacía 19 años que la Mayor de las Antillas había acogido otra de esas citas. Era 1978 y el mayor evento juvenil del orbe saltó las fronteras de Europa para llegar a una nación tercermundista y de América en la oncena de sus fiestas. De esa forma se instaló en Cuba, primer país socialista del hemisferio occidental.

En la 14ta. edición, teniendo en cuenta las nuevas realidades, se introdujeron algunas variantes importantes en la ya tradicional forma de organizar el evento: por primera vez el Festival fue autofinanciado, no contó con ninguna subvención gubernamental, cada delegado se costeó su venida y estancia en Cuba y los organizadores originaron la ayuda de individuos e instituciones a través del Fondo Internacional de Solidaridad.

Otro aspecto novedoso y políticamente trascendente fue la posibilidad que tuvieron los participantes de alojarse en casas de familias cubanas. Se prepararon condiciones en 37 barrios del país y se utilizaron en total 10 411 viviendas en la entonces Ciudad de la Habana y 2 500 en el resto de la nación.

Igualmente, fue significativo el hecho de que la delegación de Estados Unidos —cuyo viaje no fue autorizado por el Gobierno de William Clinton, y a pesar de los obstáculos que le fueron interpuestos—, resultó ser el mayor grupo de esa nación llegado a Cuba hasta ese momento después del triunfo de la Revolución.

La emulación Por mi Festival, promovida por la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), recaudó más de 25 millones de pesos y más de 200 000 dólares como contribución al evento, y la parte que sobró se empleó en el financiamiento de proyectos destinados a niños y jóvenes cubanos. Buena parte de los fondos recaudados salió del trabajo voluntario en la zafra azucarera, las labores en la agricultura cañera, la producción de viandas y vegetales y la recuperación de materias primas, entre otras labores productivas.

A las provincias se fueron más de 2 000 jóvenes visitantes a cumplir un programa que los llevó desde Viñales a la Ciénaga de Zapata, pasaron por la ruta del Che en el Escambray o por Moa, subieron a Buey Arriba o bajaron hasta Caimanera. Estuvieron en los sitios en que pervive nuestra historia o donde se construye la economía, la cultura y el espíritu de esta nación.

Son los sueños todavía

El tema Son los sueños todavía, del cantautor Gerardo Alfonso, acompañó el 14to. Festival. Su autor lo compuso en noviembre de 1996, a partir de una solicitud de la UJC, que deseaba tener una canción para esa cita, cuando se recordaban los 30 años del asesinato del Che. La canción se estrenó el 31 de diciembre de ese mismo año a la media noche, luego de unas palabras de Fidel dirigidas a nuestro pueblo.

En la cita de nueve días, Cuba pudo mostrar al mundo, una vez más, su obra creadora y enorme capacidad para resistir y vencer las dificultades por las que atravesaba; y a su vez nutrirse de las fuerzas de la solidaridad y el optimismo de lo mejor de la juventud mundial. Demostró además que un evento de esa índole podría organizarse aquí en ese momento, y en tan poco tiempo, y que era pretexto para encontrar una próxima vez.

A Argelia, en 2001, le tocó continuar a estas fiestas de la solidaridad, que hasta la fecha se han celebrado de manera ininterrumpida. Hoy, cuando el presente global se asoma sobrio y el futuro no se avizora con buenas noticias, y nuevas y vigorosas corrientes revolucionarias pueblan el mundo, las generaciones más jóvenes se alistan para el 19no. Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, ahora en la ciudad rusa de Sochi, la nación que ha sido sede del 6to. Festival en 1957 y del 12mo. en 1985.

Fuente: Sedes para una esperanza. Una historia poco conocida de los Festivales, de Inocencia Rodríguez.

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