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La «veranización» de La Habana

La contrastante y encantadora Ciudad Maravilla se pone a todo reventar en la etapa estival. Las cerca de 800 000 personas sedientas de ocio y aventura que la «invaden» sacan de tono hasta a la grácil y artística Giraldilla

Autores:

Marianela Martín González
Mayte María Jiménez

La Habana es esa señora misteriosa que casi todos quieren conocer para no morir sin probar  sus encantos de fama universal. Se dice que quienes la abandonan por un tiempo sueñan con ella desmedidamente: en el rencuentro con sus calles, que son como las venas de esa urbe sensitiva, cálida y hospitalaria igual que la gente que la habita.

Quienes definitivamente se alejan de ella vegetan en perenne añoranza por sus puestas de sol, su Malecón definido como sofá inmenso que da confort a enamorados, trasnochadores y buscavidas.

La Ciudad de las columnas, como la definiera Alejo Carpentier, es referencia del encanto en toda época y se hace más solícita cuando el verano irrumpe en la Isla nuestra. Entonces abre mucho más de lo acostumbrado sus elegantes brazos para amparar a miles de habitantes de otros confines del territorio y allende los mares. Incita a que la escudriñen y la gocen como si fuera ella la meca del estío.

Sin embargo, superpoblarla cuando los grados centígrados alcanzan su plenitud entre julio y agosto tiene un precio que se refleja en las estadísticas gastronómicas, en los relojes que cuantifican los kilowatts y los metros cúbicos de agua potable, en los tachos de basura que se desbordan y en las paradas de ómnibus que se repletan de rostros sudados.

Un ventilador para seis y mucho balcón

Diana Trujillo Morales viene todos los años desde el poblado de Taco Taco, en Pinar del Río, para que sus nietas, de siete y 12 años, disfruten de los encantos de La Habana.

Ella tiene una alcancía en forma de cerdo que traga todo lo que les regalan a las niñas cuando celebran sus onomásticos, y parte de su jubilación como maestra que aunque no es mucho, siempre les permite veranear sin lujos ni excesos.

«Cuando abrimos el cochinito en julio había 865 pesos en moneda nacional y 15 CUC. Creo que alguien a mi espalda le alegró la panza al puerco para sorpresa nuestra. Eso no cubre todos los gastos en transporte, comida y entradas a los centros recreativos, pero alcanza para no perderse la capital como de costumbre.

«Estaremos en casa de mi hermana por lo menos 15 días, y las niñas podrán ir a los lugares más emblemáticos para el disfrute de los pequeños: el zoológico, el Parque Lenin y el Acuario.

«Y aunque parezca una nimiedad tomamos aire fresco y nos relajamos en los hermosos parques de las calles G y Paseo, donde también se respira un  clima encantador. Allí las niñas disfrutan de las aves que frecuentan esos parajes, gente de múltiples aspectos y propósitos para sentarse en sus bancos: enamorados, lectores, gente taciturna que va allí a reflexionar y otros que acuden con sus hermosos perros.

«Las niñas no son muy comilonas y gastamos poco en alimentación. No obstante, vine con una mochila enorme cargada de arroz, frijoles, queso, miel y especias para no hacer       grandes estragos en casa de mi hermana. Lo más difícil es a la hora de dormir, pues tenemos que compartir un ventilador para seis personas. Muchas veces salgo con mis nietas para el balcón y así es como podemos conciliar el sueño».

Mucha comida ligera

La naturaleza es sabia y quizá por eso reservó para el verano el mango, el aguacate y muchos vegetales. Eso es lo que básicamente consumimos en estos meses en que tradicionalmente tengo la casa colmada de sobrinos provenientes de Santa Clara.

No obstante, para quienes estamos frente al fogón es tedioso todos los días tener que preparar comida para 16 personas. Me paso el día con las manos metidas en el detergente, pero es lo que me toca. La familia está para ayudarse. Yo soy la única que reside en la capital, y cuando empiezan las vacaciones todo el mundo quiere venir para acá, porque La Habana es La Habana.

Esa es la opinión de Elsa Riverón Estévez, residente en el   municipio de Cerro, quien solo lamenta la cantidad de electricidad que se consume cuando la casa se le colma de vacacionistas.

«Ellos vienen con reservas para la alimentación. Algunos traen carne de cerdo, carnero y los que viven en la zona costera se aparecen hasta con pescado del bueno. También vienen con sus ventiladores y extensiones para conectarlos. Cuando ellos se van es cuando hay que hacer malabares para pagar la corriente. Pago facturas hasta de 500 pesos, porque el televisor no descansa, el refrigerador es constantemente abierto…».

Entretanto, a golpe de jugo de mango y pan con tortilla es como Ibis Rodríguez de Armas, residente en Centro Habana, logra quitarse la responsabilidad de todos los días inventar qué llevar al plato de sus dos hijos y los cinco sobrinos que cada verano vienen desde Moa, en Holguín, para disfrutar de La Habana.

«Mis sobrinos son jóvenes que saben prepararse lo que quieran comer. Cuando llegan de la calle se organizan de modo tal que yo no siento presión alguna. Ellos todos estudian en la Universidad y vienen porque las discotecas de aquí son para ellos lo máximo al igual que las       Playas del Este. Se merecen desconectar, aunque por esos días tengamos que apretarnos un poquito en mi apartamento de un solo cuarto y sala pequeña que suele convertirse en dormitorio de ocasión.

«Mis dos hijos aprovechan para pasear con ellos. Las familias cubanas a veces están distanciadas por las dificultades, por eso no pueden desaprovecharse los momentos en que decidan juntarse. El verano es un buen pretexto para convivir, aunque el calor altere más de la cuenta y el cansancio aflore más que lo habitual».

La habana no aguanta más

Reimundo Cañizares Frómeta es uno de los encargados de limpiar parte de la popular Calzada del Cerro. Esa tarea la acomete desde que era un joven de 23 años y ya arribará en septiembre a los 63. La disfruta cuando hace un paneo y mira que luego de su paso todo está limpio, a pesar de la suciedad incrustada en los inmuebles que integran esa arteria donde vivió en algún momento la crema y nata de la sociedad capitalina de la Cuba antes de 1959.

Se asombra de la cantidad de residuos que se generan en el verano. «¡Es que La Habana no aguanta más!», alega sin dejar de barrer desperdicios de panes, latas de refrescos y un bulto descomunal de las contaminantes jabas de nailon.

«Tú vas a las provincias y no ves tanta basura. A veces pienso que los que cuidan sus pueblitos no hacen lo mismo cuando llegan aquí. Deberían multar a todo el que ensucia las calles y ser mucho más severos con los que se roban los depósitos para verter la basura.

«Este panorama es el mismo casi todo el año en la Calzada, pero en el verano no tiene nombre. Creo que se satura la capital en esta etapa. No has terminado de barrer la calle y ya está inundada de desperdicios. Con tantas enfermedades como hay, deberíamos ser más celosos con la higiene comunal.

«Si se sabe que La Habana se desborda en verano, también hay que garantizar que se cuiden sus calles. Sugiero que se redoblen los mecanismos de vigilancia para no victimizar la ciudad con el trasiego de tantas personas».

El calor que dejan julio y agosto

«Sería hipócrita si dijera que todo es color de rosa en La Habana. Eso no es así porque hay que hacer colas inmensas para casi todo. Te la pasas en busca del pollo, el papel sanitario, el helado… Te perturba el ruido, el precio de un mango, el olor a basura de algunas calles, pero qué sabroso es sentarte en el Malecón o irse de rumba para la Casa de la Música de Miramar. Qué satisfacción provoca disfrutar de la arquitectura de esta ciudad, de la diversidad de rostros que transitan sus calles.

«Eso no lo tenemos en Amancio, en Las Tunas. Allí todos los días se parecen. Aquí, en La Habana, todo es más agitado, pero también más encantador, es por eso que desde que tengo uso de razón vengo todos los veranos para casa de mis padrinos. Cuando no lo hago es porque no puedo, pero hace más de 25 años que destino mis vacaciones para desandar por aquí».

De esa manera Leonardo Rodríguez Calvo, médico de profesión, describe su experiencia de inquilino temporal en la capital cubana. No deja de sugerir que cuidemos de esta maravillosa urbe que brinda oportunidades a todos los que sueñan con superarse.

Recuerda que sus composiciones en la etapa de estudiante reflejaban estas vivencias. En ellas había anécdotas de amigos y lugares que solo veía y frecuentaba entre julio y agosto. Fue en los alrededores del Latino donde aprendió a jugar pelota, donde tuvo sus primeras lides con quienes se burlaban de su acento oriental; y hasta el primer amor: una mulata que sigue siendo el centro de sus deseos, pero hace más de diez años cambió esta singular ciudad por parajes muy fríos.

«La Habana es siempre la meta de muchos, y en el verano el viaje que nadie puede perderse. En esta ciudad se crece y se aprende. Nadie que la recorre puede quedar indiferente ante su belleza y contrastes. Desespera, aplasta en ocasiones, pero vuelve siempre a ser antojo. Ya ves, yo vivo a cientos de kilómetros de sus entrañas y siempre vuelvo a su encuentro, desde hace años con mi pequeño hijo, que seguramente mantendrá el ritual veraniego y, como yo, se lo hará probar a sus descendientes».

Los «sobresaltos» de la giraldilla

Como un reto al cual hay que sacarle ventajas, categoriza Luis Carlos Góngora Domínguez, vicepresidente del Consejo de la Administración en La Habana, el hecho de que la capital se colme de visitantes en el verano cada año.

«Esta ciudad es la capital de todos los cubanos, y ha sido una tradición visitarla, principalmente en verano. Eso nos compromete a prepararnos mejor como Gobierno y como anfitriones».

Advierte que aunque hay estadísticas de los viajes que se realizan desde distintos puntos de la nación hasta la capital, del consumo y otros indicadores, estas no son reflejo absoluto de la realidad. Pero pudiera asegurarse que entre medio millón y 800 000 personas llegan a esta ciudad patrimonial cada verano.

«De manera notable se disparan algunos niveles de consumo y servicios que con toda intencionalidad creamos durante todo el año para cuando llegue este momento. La suerte de La Habana es que tiene muchas cosas hechas, y que a eso se suma que las prioridades del Partido y el Gobierno en los últimos años se centran en recuperar espacios que se habían perdido debido a los estragos que provoca el tiempo, el salitre, la falta de recursos; y también la desidia».

Ser buen anfitrión, recalca Góngora, es tener espacio para el total de visitantes, tener diversidad en las ofertas, tener lugares adecuados para la diversión y alimentar el espíritu, que es lo que la gente viene a buscar.

«Eso nos obliga a crear espacios recreativos, deportivos y culturales para ocupar el mayor tiempo posible de quienes en busca de satisfacciones nos visitan. La Habana tiene el privilegio de tener una amplísima gama de eventos culturales y recreativos todo el año, pero en el verano se refuerzan con la      participación de las principales agrupaciones musicales. Hay eventos de todas las manifestaciones del arte, pero sabemos que al cubano le gusta mucho bailar.

«En este verano nos preparamos mucho mejor que en otros años para ofrecer una gama de opciones recreativas y culturales a la población. Hemos recuperado los principales parques de diversión del territorio. El año pasado no teníamos el Parque Lenin, ni el Parque Isla del Coco que ahora funcionan; tampoco las mayores condiciones en los dos zoológicos. Todos existían, aunque funcionaban con muchas limitaciones. Años atrás, prácticamente trabajaba el 50 por ciento de los aparatos de la Isla del Coco y ahora está disponible el 92 por ciento de estos. El mismo proceso restaurador de los parques de diversiones, donde se incluye el Mariposa, del Parque Lenin, ha beneficiado a Monte Barreto, a Río Cristal y otras instalaciones.

Góngora resalta, además, la preparación que ha habido para el disfrute de las playas capitalinas: tanto las del Este como las del Oeste. La infraestructura que garantiza los servicios en estos balnearios ha sido capaz de asumir los picos que se producen los fines de semana en ambos litorales.

«También hemos recuperado restaurantes emblemáticos, sobre todo los ubicados en las arterias principales, entre estas La Rampa. El Cochinito, Siete Mares, Coppelia y otros centros han sido favorecidos con acciones constructivas de envergadura.

«En el caso de Coppelia no solo se acometió una reparación capital, sino que allí se está garantizando la presencia de ocho sabores de manera permanente. Solo puntualmente se han producido afectaciones.

«Cuando se intervino en el Parque Isla del Coco también mejoramos toda el área de la playa La Concha, al oeste de la capital. Los nueve círculos      sociales, ubicados en ese litoral, que están al servicio de los trabajadores afiliados a los mismos, también los reparamos de manera integral.

«Si me pidieras resumir cuáles son los lugares más visitados para disfrutar en la capital durante el verano, te dijera, sin absolutizar, que se destacan los parques recreativos, La Habana Vieja por todo lo que atesora arquitectónica e históricamente, y la labor que se ha hecho en materia restauradora por la Oficina del Historiador allí.

«Las playas también son una motivación para quienes nos visitan. La Habana tiene el privilegio de poseer balnearios bellísimos y de excelente calidad a escasos kilómetros de distancia. El Malecón es otro sitio frecuentado, y en la etapa de verano se hace más atrayente porque celebramos en su entorno, los fines de semana, las llamadas Noches habaneras, que están amenizadas con la presentación de agrupaciones culturales de pequeño formato y una amplia variedad de ofertas gastronómicas, que incluye comidas con platos criollos, con cerdo, carnero y pescado».

Recalcó también como sucesos atrayentes en la etapa estival y siempre, sobre todo para los jóvenes, los bailables que tienen lugar en las principales plazas capitalinas, las cuales cuentan con presentaciones de agrupaciones de primera línea.

Como suceso muy relevante, al ser el más masivo en esta temporada, destacó los carnavales. Casi 300 000 personas disfrutaron en el litoral habanero de sus opciones en cada noche de presentación. Este año tuvieron una peculiaridad, y es que se celebraron paralelamente en el Malecón y en ocho municipios de la ciudad.

Finalmente destacó que en este verano el aseguramiento de la alimentación y la presencia de productos básicos ha sido mucho más eficientes que en los últimos años, a pesar de la situación económica que atraviesa el país.

«Se está trabajando más organizadamente para que así ocurra. Los organismos que deben responder a la demanda de alimentos se han preparado mejor que en otros momentos. La industria alimentaria tiene un papel protagónico en el aseguramiento del carnaval y la respuesta de sus empresas ha sido digna para garantizar productos demandados en esa fiesta popular.

«La agricultura también se ha esforzado por mantener en los mercados la presencia de alimentos, entre estos las frutas, que este año han mostrado una mejor presencia y variedad en las distintas plazas comercializadoras. El Ministerio de Comercio Interior, que integra un grupo de programas de servicio a la población, los reforzó.

Al enumerar el déficit en los suministros a la población, Góngora mencionó las confituras, pues la industria cubana dedicada a estos productos no satisface la demanda en el verano, ni fuera de esta temporada. «No obstante, en los parques de diversión hemos garantizado   estas golosinas de manera regular, al aplicar la experiencia de los módulos.

«También escasean los jugos y los refrescos. Aunque hay una garantía en el cumplimiento de los planes, todavía no se satisface la demanda. En cambio, con la cerveza no hemos tenido problemas».

Góngora puntualizó que la calidad de las obras reconstruidas ha sido supervisada por las autoridades municipales fundamentalmente, en aras de que duren y resulten funcionales para los fines concebidos. Destacó, además, la conducción y exigencia del Partido y del Gobierno para la ejecución de cada proyecto y para que prevalezca en estos lugares la cultura del buen trato.

Ponderó, de igual modo, el papel que está jugando la contribución de las empresas al desarrollo local con el aporte estipulado para ese fin, sin el cual hubiera sido muy difícil restañar las heridas que han acongojado a esta hermosa ciudad, proclamada Ciudad Maravilla por sus encantos que traspasan lo tangible, lo que divisa el ojo humano y va más al espíritu de esta dama encantadora que siempre tendrá almas que la añoren, sin escatimar época del año.

Las prioridades del Partido y el Gobierno en los últimos años se centran en recuperar espacios que se habían perdido por diversas razones. Foto: Abel Rojas Barallobre

De izquierda a derecha: Reinaldo García, presidente de la Asamblea Provincial del Poder Popular en La Habana, Esteban Lazo, presidente del Parlamento cubano, y Mercedes López, primera secretaria del Partido en la capital, en la reinauguración de Río Cristal. Foto: Oriol de la Cruz /ACN

Las playas también son una motivación para quienes visitan la capital. Foto: Raúl Pupo

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