Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

En silencio ante la historia

Más de 520 000 cubanos de las más diversas edades y profesiones han crecido como patriotas al rendir tributo a los paradigmas de la nación en el cementerio de Santa Ifigenia

Autor:

Odalis Riquenes Cutiño

SANTIAGO DE CUBA.— Vienen en grupos, en giras promovidas en las empresas, los centros de estudio y trabajo, o solos, en dúos, tríos, con la familia…

Llegan lo mismo desde la capital del país, la Isla de la Juventud, que desde cualquier rincón del Oriente, del centro, de los municipios santiagueros.

Traen flores, preguntan, comentan, reflexionan, se admiran, se toman fotos. Coinciden en que aquí les crece el patriotismo.

Cada día, entre las ocho de la mañana y las seis de la tarde, el santiaguero cementerio de Santa Ifigenia se convierte en sitio de peregrinación de cubanos de todas las edades que vienen a rendir tributo a las esencias mismas de la nación.

El mausoleo que atesora los restos del Héroe Nacional cubano José Martí, con un lugar preponderante en el camposanto desde 1951, ha sido siempre espacio obligado de cubanos y visitantes.

Desde diciembre de 2016, en que las cenizas del líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, fueron ubicadas en un monolito a la derecha del Maestro, el corazón de Cuba comenzó a latir desde Santa Ifigenia.

A partir de este 10 de octubre, con el traslado de los panteones del Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, y de la Madre de todos los cubanos, Mariana Grajales Cuello, hasta el patio patrimonial central de la necrópolis, quedó completa la senda de los fundadores de la nación.

Desde la inmortalidad de su ejemplo, cual escudo de la Patria, Céspedes, Mariana, Martí y Fidel, en vanguardia de combate, ofrecen hoy una magnífica y ordenada lección de historia.  Forman un invencible frente patriótico para explicar nuestro devenir.

Son cuatro grandes personalidades que desde épocas y orígenes diferentes coincidieron  en que lo más importante era la independencia.

Ahí está el Padre de la Patria, iniciador  de la gesta independentista de los cubanos, y sus dos grandes continuadores, Martí y Fidel. Juntos reafirman la idea del Comandante en Jefe de que la Revolución Cubana es una sola, la que comenzó Céspedes en 1868 y que nuestro pueblo lleva adelante en nuestros días.

Tocar el alma de la Patria

El pequeño Reimer García Téllez se levantó temprano; no le importó faltar a su clase del primer grado en la escuela René Ramos Latour, del municipio de San Luis. Viajaría con su mamá Silcenidia y sus compañeros de la planta de incubación La Cristina, perteneciente a la Empresa Avícola Santiago, hasta la tumba del abuelito Fidel, el hombre del que su madre tanto le ha hablado.

Sus escasos seis años no le alcanzan aún para explicar por qué ha traído flores hasta el monolito que atesora los restos del hombre que su mamá le ha presentado como el gran amor de los cubanos, pero pone todo su cariño de niño para depositar la azucena que ella le ha entregado, mientras su mirada se posa sobre la inscripción de cinco letras sobre el bloque de piedra: Fidel.

Emoción similar experimenta Lisandra Machín Álvarez, alumna del 9no. tres, en la secundaria básica Orlando Fernández Baden. Acostumbrada a participar en los concursos de Historia de su centro y del municipio, explica que estar en este lugar le emociona e inspira.

«Aquí están los restos de importantes personalidades que son pilares de mi país, que tanto quiero. Me apasiona estudiar la historia, conocer sobre sus vidas. Para nosotros los jóvenes es muy importante seguir a estas figuras que son nuestros paradigmas; tenemos el compromiso de defender su legado».

Maravillado, Hernán, de su misma aula, contempla una y otra vez la ceremonia de la guardia de honor. En un futuro, dice, le gustaría ser como ellos.

Yudisleidys Chacón Góngora, profesora de Historia y Cívica de la Fernández Baden, ha traído a sus alumnos. «Ya habíamos estado aquí antes, pero creímos imprescindible volver después de que fueron trasladados los restos del Padre de la Patria y de Mariana Grajales al patio patrimonial central. Estos que traigo son alumnos que reciben la asignatura de Historia de Cuba; estar aquí los motiva, los inspira a profundizar los conocimientos y contribuye a que se consoliden los contenidos que impartimos dentro del programa».

Para la joven docente actividades como esta hacen ver la asignatura de una forma diferente y son de gran importancia para el desarrollo de sus estudiantes, porque incrementan sus sentimientos de cubanía y su sentido de pertenencia al país, pues no llega lejos quien no conoce y valora el pasado de su nación.

En nombre de ese sentido de pertenencia y dispuesto a tocar el alma de la Patria ha llegado desde San Luis, Adolfo Santana, director de la planta de incubación La Cristina.

Trae una azucena entre sus manos y con él han venido todos sus trabajadores, pertenecientes a la Empresa Avícola Santiago.

«Estamos aquí con sentido patriótico, con nuestra flor en la mano, porque todas estas personalidades son un faro y una guía para el futuro y el presente», sostiene enfático.

Olga Calzado Hernández, presidenta del Consejo de Escuela en la secundaria Orlando Fernández, de Rajayoga, en la Ciudad Heroica, acompaña a la escuela de su nieto Raúl Írzula. 

«Esta visita es parte de un proyecto educativo que tiene la escuela y en el cual siempre incluye a la familia. Mi nieto participó en la ceremonia de traslado de los restos de Céspedes y Mariana y sembró flores, actividades que  hacen que se comprometa. Viene ahora con sus compañeros a profundizar, a mirar en detalle para luego en el aula hacer los comentarios, compartir impresiones.

«Le pido que profundice en el estudio de cada una de las figuras históricas que hay en este lugar. Siempre encuentran algo nuevo, así elevan su nivel cultural y crece su compromiso con su país; eso es fundamental en los tiempos modernos.

 «Los nuevos no tienen que ganar ninguna batalla; esos que están ahí las ganaron por nosotros, de manera que les toca ahora preservar, amando lo alcanzado».

Donde crece la cubanía

Cada 30 minutos la solemnidad melódica de la Elegía a José Martí, compuesta por el comandante Juan Almeida, rompe el silencio del camposanto. Desde el amanecer hasta el ocaso del Sol los 104 pasos marciales de la Unidad de Guardia de Honor izan el homenaje, que ahora se extiende hasta los panteones de Mariana Grajales y Carlos Manuel de Céspedes.

Cada vez que concluye la ceremonia militar cobra vida la fila multicolor. Conducidos por los jóvenes integrantes de la Agencia de Seguridad y Protección (Proseg), orgullosos de custodiar tanta grandeza, avanzan los visitantes: la escultura de 4,60 metros, Mariana, Madre Ceiba, les da la bienvenida. A la derecha, la tumba de Mariana; más allá el conjunto monumentario de Carlos Manuel de Céspedes, el Mausoleo al Apóstol, el monolito de Fidel…

En silencio, durante unos cien metros se ve desfilar la historia de la nación cubana, arropada por el exquisito verdor del césped parejo y cuidado, la poesía multicolor de rosas, mantos, helechos y un ambiente de farolas coloniales y palmas que se mecen al compás de la brisa, mezclando sentimientos, solemnidad, cubanía.

Tras esa línea adelantada, quienes llegan a Santa Ifigenia no pueden evitar sumergirse en ese mundo de historias de vida y hazañas que, cual libro abierto, ofrecen las 9,4 hectáreas del camposanto, el cual preserva además las tumbas de 29 generales de la guerra de independencia, de figuras como Perucho Figueredo, Frank País, los mártires del Moncada y de personalidades de la cultura como Félix B. Caignet, Ñico Saquito, Compay Segundo y muchos otros.

En Santa Ifigenia se alzan los paradigmas de la nación; así lo entienden los más de 520 000 cubanos de las más diversas edades, orígenes y profesiones que hasta este 10 de octubre habían visitado la necrópolis patrimonial, considerada como un verdadero museo a cielo abierto.

«Desde esa fecha muchas personas han repetido su visita al cementerio —explica el Doctor Pedro Tejeda, director general de la institución—. Vienen de todo el país, llegan a veces antes de las ocho de la mañana, cuando abre el parqueo, a veces bajo la lluvia. Arriban niños con sus padres o sus maestros, dirigentes, representantes de todos los organismos… Santa Ifigenia se ha convertido en un centro de peregrinación constante, donde de manera organizada, desde el siglo XIX hasta la actualidad, se puede palpar la historia, las bases de la nación».

Con él coinciden los visitantes. Todo cubano digno debe recorrer este lugar. Desde este altar sagrado se enaltece la cubanía y crece la Patria.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.