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Historia de Cuba, en defensa de nuestras raíces

Bajo la premisa de que el estudio de la historia es esencial para la formación de nuestra identidad, los profesores de esta disciplina asumen el reto de elevar la calidad de sus clases para conseguir motivar a los estudiantes

Autor:

Gabriela Fernández Orihuela

Mi habitación está repleta de cuadros del Che, Fidel, Martí, Maceo y Mella, todo por amor a Cuba, por las arraigadas raíces de cubanía, que sin darme cuenta de ello, me inculcaron mis maestros de Historia. Aún recuerdo el día en que por vez primera me dieron a probar casabe o cuando tuve que  dramatizar para un acto escolar La noche de las cien bombas.

Muchos cubanos tuvieron grandes maestros de Historia, por lo que es doloroso escuchar criterios como el de Daniela Vázquez Soria, estudiante de la secundaria básica Ormani Arenado Llonch, perteneciente al municipio capitalino de Plaza de la Revolución: «La historia es la misma, no hay nada que me motive a estudiarla, ni los profesores ni el libro de texto».

¿Dónde está el problema?

Miriam Egea Álvarez, jefa del Departamento de Marxismo-Leninismo e Historia del Ministerio de Educación (Mined), señala que los especialistas del Departamento no están totalmente satisfechos con la forma en que se imparte la asignatura de Historia de Cuba en los diferentes niveles de enseñanza.

Expone además, que actualmente uno de los mayores problemas para impartir esta materia radica en que no se dispone de todos los profesores que se necesitan, y para su solución se han buscado diferentes alternativas como la inserción en los centros educacionales de estudiantes universitarios, el reintegro de maestros jubilados y la utilización de graduados de otras especialidades como Español-Literatura, Cultura Política y Educación Cívica.

Egea Álvarez también explica que para los pedagogos son muy importantes los espacios de preparación, de forma que puedan llegar al aula con los conocimientos necesarios.

«Con el propósito de que los maestros de Historia y Cultura Cubana puedan superarse, presentamos por segunda ocasión consecutiva el audiovisual Cuba, el sueño de lo posible, elaborado por el Doctor en Ciencias Eduardo Torres Cuevas, presidente de la Academia de Historia de Cuba. Dicho material se entregó a todas las provincias del país y dio paso a la realización de cuatro talleres nacionales, con el objetivo de elevar la preparación de los coordinadores del curso», agrega Egea Álvarez.

Por su parte, José Enrique López Machado, presidente de la Asociación de Historia de la capital y metodólogo provincial de Historia y Cultura Política, afirma: «Estamos muy satisfechos con la preparación metodológica de los distintos preuniversitarios de La Habana, aunque no podemos ser absolutos. Contamos con maestros muy competentes, quienes logran, a través de la Historia, que los alumnos puedan sentirse más cubanos y que lleguen a comprender cabalmente su idiosincrasia».

Para Reynier Aljovín Méndez, docente del preuniversitario habanero Saúl Delgado, el insuficiente uso de las nuevas tecnologías es uno de los factores que atenta contra el interés de los estudiantes por el estudio de la Historia. «Es necesario que a los profesores se nos entreguen herramientas para amenizar las clases», precisa.

Sin embargo, Miriam Egea Álvarez argumenta que los medios para impartir fluidamente estas clases ya están creados y cita el ejemplo de CubaEduca, portal creado por el Mined y coordinado por la Dirección Nacional de Informática Educativa.

El portal www.cubaeduca.cu se autoproclama como un canal de comunicación interactivo, sistémico, dinámico y comprometido con el currículo de la escuela cubana. El mismo permite visitas virtuales a importantes sitios históricos, además de facilitar el acceso a profesores, con presencia online, para cada una de las asignaturas impartidas hasta el nivel medio superior.

«Aunque no debemos cegarnos, muchos centros educacionales no cuentan con las condiciones necesarias para emplear recursos tecnológicos», expresa Egea Álvarez.

El estudiante de duodécimo grado, Carlos Ernesto Vázquez Sánchez, perteneciente al preuniversitario Saúl Delgado, apunta que más allá de la falta de motivación, la esencia del problema radica en que las clases de Historia de Cuba son esquemáticas, y las mismas se circunscriben a lo que aparece en el libro de texto.

Al respecto, Egea Álvarez refiere que el Mined se encuentra en un proceso de perfeccionamiento de planes y programas de estudio, en los que se incluye el mejoramiento del texto de Historia de Cuba que actualmente utilizan los preuniversitarios. También subraya la importancia que presenta su estudio detallado para las pruebas de este nivel de enseñanza y en especial para las pruebas de ingreso a la educación superior.

No obstante, no hay razón para que el libro de texto sea el único recurso que se utilice en la enseñanza de la Historia. Desde el 2014, el Mined aplica en todos los centros educacionales la Resolución No. 186, la cual dota de mayor flexibilidad al programa docente. Los profesores tienen la oportunidad de convocar en los horarios que consideren pertinentes a los pupilos para efectuar reuniones con investigadores, combatientes, visitas a sitios históricos o de interés cultural, todo esto en pos de un mejoramiento del sistema educacional cubano.

Dar colores al pasado

«Esperaba siempre las clases de Historia. Me emocionaba con cada anécdota que el profe nos contaba. Miraba el pizarrón y lo encontraba inundado de gráficos que ilustraban las heroicas batallas libradas por personas valerosas y que, por desgracia, a veces no son suficientemente conocidas. Jamás olvidaré a mi maestro del preuniversitario, tan jovial y elocuente, tan enamorado de nuestro país», cuenta Celia Verdecia Sáenz, estudiante de primer año de la carrera de Perito Criminalista en el Instituto Superior del  Ministerio de Interior (ISMI).

La estudiante se refiere a Eduardo Jesús Carbonel Couse, metodólogo de Ciencias Sociales del preuniversitario vocacional del Minint Hermanos Martínez Tamayo,  uno de los tantos educadores que intenta lograr la vinculación familia-escuela-comunidad en sus clases de Historia, y con el cual tuvimos la oportunidad de conversar.

—Profesor, ¿qué herramientas utiliza para acercar a los alumnos al estudio de la Historia?

—Hace años que imparto esa asignatura y cuando empecé a dar clases no existían las tecnologías que tanto emplean hoy los jóvenes, así que tenía que usar otros métodos, porque si no el estudiante no era capaz de apropiarse de los conocimientos.

«La mejor técnica para lograr un vínculo estrecho del alumnado con la Historia de Cuba es a través de la investigación y el contacto directo con los hechos y, claro está, con los protagonistas».

—¿Puede comentar alguna experiencia que evidencie cómo usted aplica este método?

—El Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Luis Urquiza Jorge, de Las Tunas, inició en 2003 el evento En defensa de nuestras raíces históricas, para el cual los estudiantes que ingresaban al centro debían investigar, durante todo un año, la vida de un combatiente de la localidad o de un sitio olvidado, para mostrar los hallazgos en una reunión que se efectuaría en abril del año siguiente, que convocaba a periodistas, a la Casa de los Combatientes y a alumnos de todas las enseñanzas.

«Recuerdo que en una ocasión una estudiante se me acercó llorosa. Me miró y dijo: “Profe, se muere el combatiente, ¿qué hago con mi trabajo?”. La investigación pasaba a ser lo de menor importancia, teníamos que   apoyar a los familiares del revolucionario, y eso hicimos. No resultó ser el proyecto investigativo más completo, pero sí el más humano».

—¿Qué pueden hacer los maestros para motivar a los alumnos a estudiar esta disciplina?

—La Historia de Cuba para comprenderla tiene que sentirse, por eso al profesional le corresponde dar colores al pasado.

¿Educar a ser cubano?

El texto La enseñanza de la Historia de Cuba, de Amauris Laurencio Leyva y Adelín García Hernández, publicado en la Revista Cubana de Educación Superior, del año 2012, plantea que «la instrucción debe ir impregnada de asuntos patrios, pues el principal objetivo de esta es despertar el sentimiento nacional y el amor a Cuba».

La escuela, como la familia, debe influir en la formación de los más jóvenes y sembrar desde pequeños fuertes raíces de cubanía. Los profesores de Historia contribuyen al nacimiento, en los alumnos, de la lealtad a nuestros símbolos, la fidelidad a los líderes de la Revolución, el sentido de justicia y solidaridad, la emoción cuando entonamos el Himno de Bayamo y la alegría por ver izar la bandera de la estrella solitaria. Tiene que ayudar a que crezca un cubano.

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