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¡Miren al móvil, pepillos!

Con el aumento del uso de los dispositivos móviles, tomarse selfies se ha convertido en una moda de la que no escapan personas casi de ninguna edad

Autor:

Liliana Sierra Sánchez

¡Chicas, miren a la cámara y sonrían! Así le dice Laura a sus dos mejores amigas, y las poses quedan registradas en una imagen en el celular, que después se subirá a Facebook o Instagram. «Seguro tendremos muchos Me gusta», comentan las muchachas, que ya tienen un número considerable de seguidores en las redes sociales.

 Y es que con el aumento del uso de los dispositivos móviles, tomarse selfies se ha convertido en una moda de la que no escapan personas casi de ninguna edad.

 La palabra selfie es un neologismo proveniente del idioma inglés, empleado al referirnos a una autofoto hecha con un teléfono inteligente, una cámara web o una cámara digital, y para ser compartida, por lo general, a través de internet.

 Estos autorretratos se usan, más que todo, como un mensaje, ya sea para llamar la atención de otras personas, para alardear logros, o solo por diversión. En la mayoría de los casos, la motivación es mostrar un momento especial en la vida de una persona y comunicarlo a través de las redes sociales u otras plataformas.

 Como tal, el término se popularizó a partir del siglo XXI, a partir de la generalización de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, a tal punto que el Diccionario Oxford la consideró la palabra del año 2013. El primer selfie del que se tiene registro es el autorretrato con que el fotógrafo Robert Cornelius se hizo un daguerrotipo en el año 1839. Algunas páginas web recogen que en el mundo se comparten cada día alrededor de un millón de autofotos. Este tipo de imágenes son más comunes entre mujeres que entre hombres. Las poses preferidas de los usuarios son: boca de pez, lengua afuera, mandando un beso o con una ceja alzada,

Selfies peligrosos

 Un paneo por la red de redes nos permite aseverar que, aunque muchos lo consideren una exageración, en varios países son muy mal vistos. Por ejemplo, en Rusia el Ministerio del Interior ha publicado un recordatorio para los aficionados a estos autorretratos. La guía muestra de forma bastante gráfica los más peligrosos tipos que los rusos más imprudentes tratan de ejecutar cámara en mano: en la carretera, mientras manejan, con animales, en la azotea, sobre vagones de tren e incluso con armas.

 Tanto es así que han ocurrido varias muertes por intentar hacerse un selfie en las circunstancias más disparatadas. Una joven de 21 años falleció al caer de un puente en el centro de Moscú. Otra adolescente en la región rusa de Tula falleció al intentarlo cerca de una torre de alta tensión. Y en mayo pasado una mujer resultó herida cuando se le disparó el arma con la que intentaba fotografiarse.

 El caso más dramático es el de dos jóvenes en los Urales que quisieron hacerce uno con una granada de mano con la anilla quitada. Ambos murieron, pero el móvil no resultó dañado, por lo que el retrato quedó para la posteridad.

Fuera de Rusia también se han dado casos letales. A finales de mayo, una chica de 18 años en Rumanía murió al intentarlo sobre un tren: la joven recibió una descarga de 27 000 voltios.

¿Cosa de personas inseguras?

 Según la licenciada en Sicología Arianna Márquez Oneal, las personas que tienen el hábito constante de hacerse selfies y compartirlas pueden ser inseguras y establecer relaciones superficiales con otros.

 «Retratarse a uno mismo no es una adicción, a pesar que implique estar pendiente de la apariencia de forma constante. Hay quienes se vuelven individuos narcisistas o egocéntricos, buscando siempre el reconocimiento de otros en internet.

 Si una persona se siente obsesionada con cargar fotos a la web y está pendiente de la respuesta que recibe, sería saludable que se preguntara a sí misma qué objetivo busca al subirlas y si en realidad se siente satisfecha en caso de recibir comentarios favorables», comenta Márquez Oneal.

 «Sin embargo, a pesar de los riesgos, los selfies permiten que los usuarios definan su propia personalidad a través del uso de las nuevas tecnologías. No hay que demonizar el fenómeno; estamos ante una nueva forma de comunicación», afirma la especialista.

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