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Suena la radio, pero no todos la pueden oír

Ante el gusto y la demanda de la población, la comercialización de radiorreceptores debe tener estabilidad, calidad y variedad en los precios, con ofertas que tomen en cuenta a las familias de menores ingresos

 

Autores:

Juan Morales Agüero
Hugo García
René Tamayo León

Roberto Peñate Hernández anduvo media ciudad de Matanzas en busca de un radio. No pedía demasiado, solo un radio pequeño, con precio asequible para su bolsillo de jubilado.

Cuando los encontró en la tienda 8 de Marzo sintió escalofrío. «Qué va, andan muy caros». Los precios «están altísimos, y a un modelo había hasta que buscarle baterías; además son pequeños y algunos ni sintonizan la AM».

Peñate no cejó, la radio ha sido fundamental en su vida; no oírla es como un vacío —nos dice—, por lo que optó por comprarle una radiograbadora pequeña y de uso a un vecino.

Arturo García siguió los mismos derroteros de Peñate, solo que sí se compró un radio de fabricación china. Lo emplea para escuchar deportes, privilegiadamente la pelota; no obstante, es para él un artículo vital.

«Primero compré un Bir-04, pero salió malo. Lo llevé millón de veces al mecánico y al final está tirado en un rincón, inservible; ahora tengo otro chino, un Pearl River, de mejor calidad. Me lo regaló mi hijo; se lo ganó en un concurso».

Dos o tres décadas atrás cualquier familia cubana podía contar con varios tipos de radiorreceptores, muchos de estos ensamblados o fabricados aquí. Hoy, además de no satisfacer la demanda, son importados, y caros para los ingresos de las familias más modestas, en especial para las personas de «la tercera edad», quienes más los emplean y necesitan. Así lo comprobamos en la mayoría de las tiendas de la capital yumurina.

Él la goza. Caricatura: Adán Iglesias.

En La nueva oriental se ofertaba un modelo Sony a 30,95 CUC. En la 8 de Marzo vimos dos modelos, un Philips pequeño a 33,00 CUC —que solo funciona con baterías— y un Daytron con puerto USB a 24,10 CUC. En Electrónica y electrodomésticos se expenden dos modelos Sony, cada uno a 30,95 CUC.

Onda corta

Tabletas, celulares y otros implementos tecnológicos se han convertido en los preferidos para escuchar música y mirar videos. Lo mismo ocurre con los «cargues», con amplia oferta de novelas, filmes, documentales, noticiarios, farándula…

Las nuevas tecnologías están acaparando el ritmo de nuestros hogares y destierra a la radio como opción, porque el tiempo es el mismo para consumir esos productos comunicativos. Sin embargo, tampoco puede negarse que la radio cuenta con no pocos seguidores y resulta insustituible en ciertas circunstancias.

No hay nada mejor que encender el radiorreceptor cuando se lava, o conectarnos inmediatamente a una emisora —medios comunicativos de inmediatez por excelencia— ante la urgencia de una noticia, como la ocurrencia de sismos y huracanes.

En conversación con numerosos residentes de la urbe matancera, percibimos la necesidad entre ellos de contar con esos aparatos, y no solo entre personas mayores, sino hasta en los jóvenes, que apenas conocen de esta tecnología, no porque la rechacen, sino porque carecen de los dispositivos.

Caridad Sánchez sonríe ante su «cementerio» de radios: un Selena, un VEF 206, un BIR-04, el que utiliza actualmente para escuchar todos los días CMQ Radio Enciclopedia Nacional es uno digital marca MxOnda, que trajo su hija de España.

«Quisiera un buen radio para sintonizar esa emisora, pero nunca los veo en las tiendas, me imagino que cuando los venden son carísimos e inaccesibles para una jubilada como yo», dice.

Dale carga

«Cuando escucho hablar de los aparatos de radio, acude a mi recuerdo la imagen de mi padre. A veces me parece verlo en su sillón junto a aquel vetusto RCA Víctor de madera y válvulas situado en un recodo de la sala», rememora en la mesa de trabajo virtual nuestro corresponsal en Las Tunas Juan Morales Agüero, el más veterano del equipo de JR para este reportaje.

«El viejo tenía predilección por Alegrías de sobremesa, recién desaparecido, luego de 52 años en antena en Radio Progreso y la emisión de más de 30 000 transmisiones y retransmisiones. Se divertía mucho con las ocurrencias de Paco y Rita.

«En 1979, cuando cumplió 60 años de edad, le regalamos un radio marca VEF, en remplazo de aquel vetusto cajón cada día más achacoso. Temprano en la mañana, mientras preparaba el café que solo él tomaba en casa, sintonizaba los programas campesinos y hasta improvisaba alguna que otra tonada.

«Conservo aquel VEF como una reliquia. Y asómbrense: ¡funciona como el primer día! Por aquellos años la red comercial en la provincia de Las Tunas, como en todo el país, ofertaba una gran variedad de equipos con múltiples denominaciones: Órbita, Rodina, Selena, Taíno, Sokol, Siboney…

«Algunos eran ensamblados aquí. Otros llega-

ban desde allende los mares. A fines de la década de los 80 sobrevino el período especial y los aparatos de radio se esfumaron. En las casas, los existentes se fueron averiando, y ante la dificultad para sustituir-

los por nuevos, el dial comenzó a abandonar su zona de confort y entró en crisis», concluía su monólogo el colega.

«La desaparición de los radios de las tiendas y la falta de piezas para reparar los existentes originó por entonces que muchas familias se fueran quedando sin ninguno» —acota Juan Manuel Olivares, corresponsal de Radio Rebelde en Las Tunas.

«En comarcas rurales como Yeso 10, en el municipio de Majibacoa, un censo arrojó que todas sus viviendas carecían de ese equipo, con el consecuente estado de desinformación. Por fortuna, esa situación ha comenzado a cambiar, pues hoy las TRD los tienen en oferta», agrega el periodista.

JR visitó la tienda La Época, en el centro histórico de la capital tunera, y conversó con algunos de sus trabajadores.

«Aquí estamos comercializando radios de procedencia china de tres modelos diferentes —dice Alberto Gilbao, jefe de almacén de la unidad—. Sus precios oscilan entre los cinco y los seis CUC. Trabajan con baterías Doble A. Tienen el inconveniente de ser pequeños y de no sintonizar todas las emisoras, pero han tenido buena acogida, en especial entre la “gente del campo”».

En la salida del establecimiento, nos dimos de narices con una mujer que acababa de comprar uno. Mientras camina hacia el guardabolsos, nos comenta: «Seré franca: compré este porque no hay de otro tipo en oferta. No es un equipo para colocar en la sala y que todos en la casa lo escuchen, que es lo que a la familia le gusta. Prácticamente es para uso personal. Y lo peor, dicen que las baterías se agotan rápido y que en dos meses habré gastado más en ellas que en el radio».

Hay, pero no siempre

La población quiere disponer de radiorreceptores, tanto en zonas rurales como en cualquier otra parte del país, para la vida cotidiana y para situaciones de emergencia —como ciclones y sismos—. Las tiendas en divisas han estado colocando en sus estantes una amplia gama de estos equipos. La demanda, sin embargo, está insatisfecha. Muy insatisfecha…

La comercialización de estos equipos, sean radiograbadoras, híbridos con lámparas, con puertos USB o sencillos, debe contar, sin duda, con estabilidad, con modelos opcionales y variedad de precios según los segmentos del mercado.

En septiembre pasado, en una primera aproximación investigativa, directivos de la corporación Cimex nos explicaban que preveían poner en su red nacional más de 30 variantes de distintas marcas, con precios bajos, medianos y altos.

La gerencia de Ventas del Grupo empresarial informó entonces a JR que la oferta prevé radios «tradicionales», radios-reloj y radiograbadoras, entre otros dispositivos de audio, incluidos para automóviles. Unos cuestan «poco», como el radio portátil con puerto USB y tarjeta SD Daytron MW-140; otros son bastante caros, como algunos Sony o RCA-Víctor.

No todo lo que se fabrica en Cuba resulta más barato que importarlo. A veces es más caro hacer algo aquí, como ocurre en el mundo entero. El país, empero, tuvo una larga tradición en esta área.

Aquí sabemos hacer esas «cosas». Los radios nuestros, tropicalizados, adaptados a nuestras condiciones del clima e idiosincrasia, eran muy demandados en los años 70 y 80 del pasado siglo. Y eran «duros», resistentes.

Durante la emisión del 18 de mayo de 2017 de la Mesa Redonda de la televisión, que versó sobre el desarrollo de la industria electrónica cubana, la presidencia de la Organización Superior de Dirección Empresarial (OSDE) del Grupo de la Industria Electrónica, la Informática, la Automatización y las Comunicaciones (Gelect), señalaba que solo estaba produciendo 30 000 radios en tres modelos, con cargadores solares, con cargador manual, con puerto USB y otras facilidades.

No obstante, señalaba la fuente, «hay una demanda gigante de radios, y los estamos produciendo en escala muy pequeña».

En opinión de estos reporteros, la industria nacional deberá impulsar aún más la recuperación de estas producciones, como las que existían décadas atrás, tanto para abaratar sus costos de producción como los de venta a la población. La radio suena, y todos queremos oírla, y si es «hecha en Cuba», mejor.

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