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Una escuela nueva para Yenifer y Cristian

Con largas jornadas de trabajo, en las que se unen manos especializadas y voluntarias, los capitalinos van borrando poco a poco los daños que el tornado del 27 de enero último dejó en varios centros educacionales de la capital

 

Autor:

Margarita Barrios

Yenifer y Cristian están felices de regresar a su escuela. Y no es solo por apego a la institución donde llevan tres cursos haciendo la especialidad de técnico de nivel medio en Contabilidad, sino porque el centro ha quedado como si fuera nuevo.

«Ha sido un cambio muy rápido. Estaba devastada y ahora tiene una imagen completamente diferente, todo pintado, baños nuevos…, hasta con una cancha de baloncesto», afirmó Cristian Ramos.

Por su parte, Yenifer de la Caridad Marcos asegura que el trabajo voluntario de estudiantes y profesores ayudó a la pronta recuperación, y que «con este mayor confort será más fácil también para nosotros atender a las clases, pues nos sentimos en un entorno más agradable y bonito».

El Instituto Politécnico de Economía (IPE) Andrés Luján Vázquez, en San Miguel del Padrón, fue uno de los centros que sufrió las consecuencias del paso del tornado del 27 de enero último por la capital.

Con una matrícula de 1 324 estudiantes procedentes de varios municipios, en sus aulas se imparten —además de Comercio y Contabilidad— las especialidades de Gastronomía, Gestión de capital humano, Bibliotecología y Auxiliar de elaboración de alimentos.

«A las 72 horas del paso del tornado reanudamos el proceso docente-educativo en un espacio que nos prestó la secundaria básica Conrado Duany, ubicada también en este municipio, porque lo importante era que los muchachos no perdieran sus clases», refiere Alien Carbajal García, director del IPE.

  Al teatro de la escuela primaria Alfredo Miguel Aguayo se le colocó un nuevo techo metálico. Foto: Margarita Barrios

«El centro recibió una reparación capital que se hizo en menos de un mes. Está todo limpio, pintado, baños nuevos, los laboratorios de Computación y las aulas especializadas. Todo está embellecido. Se destaca también la impermeabilización del techo, las ventanas y puertas todas de carpintería metálica y los muebles escolares de estreno», enfatizó el director.

El trabajo fue desarrollado por brigadas de la empresa Cubacons y de Mayabeque, y la inversión se cuantifica en medio millón de pesos, aunque el profesor Carbajal García destaca, además, la colaboración de empresas de Gastronomía de la capital que apoyaron la preparación de aulas caracterizadas para los alumnos que estudian esa especialidad.

De ello habló también la profesora Gisela Rodríguez, quien afirmó que la escuela ha quedado como ella la conoció cuando comenzó a trabajar allí, hace 38 años. «Ahora imparto clases de Gastronomía y Elaboración de alimentos. Los laboratorios para esas especialidades, que llevan mucho de práctica, han quedado muy bien y nos ayudarán mucho en nuestro trabajo», significó.

Vuelven los «profes»

Están a punto de terminar los trabajos de reparación en la residencia estudiantil La Asunción, en la barriada de Luyanó, municipio de Diez de Octubre. El tornado se ensañó con el local, donde residen 312 maestros de otras provincias, quienes imparten clases en centros escolares de educación Primaria, Secundaria básica y Preuniversitario de ese territorio capitalino.

«Las principales afectaciones fueron en las cubiertas de los techos de las habitaciones y del comedor. También una parte de la escalera se derrumbó y se dañaron puertas y ventanas», expresa Eliecer Abigail Huerta Rojas, director de la residencia.

«El comedor ya está terminado. Se enchapó completo de azulejos y también la cocina, y se terminaron todas las oficinas y las áreas comunes. El trabajo ahora se concentra en los bloques de apartamentos», precisó el profesor, convertido en un obrero más de la construcción.

«Ahora los “profes” están divididos en dos villas, la del Cotorro y la de San Miguel del Padrón, y otros están en casa de familiares o de alumnos. La restauración marcha bien, pensamos que muy pronto ya puedan regresar para acá.

«Los administrativos que nos mantenemos aquí apoyamos al contingente en lo que podemos —afirmó—. Todos los días recogemos los escombros y limpiamos, para que cuando lleguen a trabajar al día siguiente no encuentren estorbos, y los fines de semana vienen los profesores a hacer trabajo voluntario», apuntó.

En total trabajan en la obra cien hombres divididos en cinco brigadas especializadas de la Unidad Básica Empresarial del Contingente Julio Antonio Mella, del Ministerio de la Construcción. Pedro Perdomo Expósito, director de esa empresa, destacó que están haciendo un gran esfuerzo para terminar lo más pronto posible, pero sin desdeñar la calidad.

En ese sentido Eliecer Abigaíl afirma que la villa quedará mucho más confortable. «Se han puesto los falso-techo nuevos; muchos se dañaron y se colocaron también en la cocina, que no tenía; además había filtraciones, por lo cual se levantó el piso a nivel de placa para colocar nueva toda la instalación hidráulica y sanitaria.

«Los juegos de baño también son nuevos —lavamanos con encimeras de mármol—, la carpintería de aluminio se está cambiando, y también llegarán muebles nuevos. La instalación no solo se recupera, sino que quedará mucho mejor y más bonita», recalcó.

Borrar las huellas del tiempo

La escuela primaria Alfredo Miguel Aguayo es toda una tradición en el municipio de Diez de Octubre. Pero fundada en 1938, la huella del tiempo se sentía con fuerza, lo cual había provocado que se disminuyera la matrícula, pues había espacios en mal estado y el maravilloso teatro ya no podía ser utilizado.

Llegó el tornado y con este la devastación fue total. Volaron puertas y ventanas, la institución quedó muy marcada. Sin embargo, allí llegaron manos hábiles y deseosas de borrar todo lo feo para dar paso a una majestuosa escuela, la cual asumirá para el próximo curso escolar una matrícula de cerca de 900 estudiantes desde prescolar hasta sexto grado.

«Vamos a asimilar la matrícula de otras escuelas pequeñas aledañas, pues esta tendrá mejores condiciones; es una escuela muy fresca, con aulas amplias que permiten tener hasta 35 alumnos», afirmó Licherlys Cruz Pérez, el director.

Por el momento los 500 alumnos del centro están recibiendo las clases en los locales de la Dirección Municipal de Educación de Diez de Octubre, mientras los 80 pequeñines de prescolar están ubicados temporalmente en el Palacio de Pioneros de ese territorio.

«La escuela recupera su teatro y los laboratorios de Educación Laboral, Ciencias Naturales y Computación, todos tienen una nueva imagen. También el gabinete de Estomatología, y se recuperan espacios que por el deterioro estaban cerrados. A partir del paso del tornado era preciso hacer una reparación, y se asumió de manera capital. Ahora quedará todo nuevo», significó.

En la escuela labora una brigada de la Unidad Básica de la Construcción, que asume los trabajos de plomería y albañilería, para luego culminar con la pintura. Además, una brigada de la Empresa de Producciones Metálicas de La Habana acometió la instalación del techo del teatro, conformado por tejas de zinc, así como el falso techo de las aulas y otros espacios.

Cuando terminen los trabajos, la antigua escuela tendrá un toque de modernidad y todo el confort necesario para que alumnos y maestros desarrollen a gusto el proceso docente-educativo. Así, poco a poco, con largas jornadas de trabajo, en las que se unen manos especializadas y voluntarias, los capitalinos van borrando los daños del tornado.

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