Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

«Yo sabía que me tocaba y no me iba a rajar»

Un joven delegado al 11no.Congreso de la UJC lleva más de diez días trabajando a tiempo completo en un centro de aislamiento con pacientes sospechosos de Covid-19

Autor:

Luis Raúl Vázquez Muñoz

CIEGO DE ÁVILA.- Dimitri Gómez Cardoso debía estar por estos días en el 11no. Congreso de la Juventud, y en unos días más, contando en su barrio del poblado de Majagua las impresiones del evento.

Sin embargo, para su historia personal y la de su familia, estos días van a quedar grabados por siempre; sobre todo, cuando se recuerde que él fue una de las personas que trabajó en un Centro de Aislamiento cuando la pandemia de la Covid-19 llegó a Cuba.

Es profesor de Historia en la Escuela Pedagógica Raúl Corrales, secretario del Comité de la UJC en el centro –con 213 militantes y 11 comités de base-, guía de grupo y docente. Sin embargo, hoy Dimitri nos recibe con el rostro cubierto por el nasobuco en un salón de reuniones de su centro, donde en una pared aparecen los cuadros de los profesores honrados con la condición de Joyas de la Pedagogía en la provincia de Ciego de Ávila.

«Nosotros salimos de pase el día 17 –recuerda-, cuando se anunció la medida de parar las clases. Uno estaba al tanto de las noticias; alguna intuición me decía que la Escuela la podían coger para algo y que a uno le tocaría estar ahí. Por eso empecé con la preparación sicológica, sobre todo con la familia».

¿Cuándo supiste que debías volver a la Escuela, convertida en un centro de aislamiento?

—  Ese mismo día a las 5: 00 p.m. Fue llegar, saludar: «Hola, ¿cómo están?», y volver a recoger el maletín. Me dijeron que debía regresar urgente.

— La pregunta inevitable: ¿sentiste miedo?

Te soy sincero… En ese momento, al pedirme la disposición para trabajar en el centro de aislamiento con pacientes sospechosos del coronavirus, en ese instante, no sentí miedo. Eso aparece después, en el día a día, con las 20 mil preguntas que te haces. Pero, bueno, yo tengo algo claro: soy militante de la Juventud, soy el secretario general del Comité de Base, estaba consciente de lo que iba a hacer y por qué. Por lo tanto, me toca asumir los riesgos. No me podía rajar.

¿Cómo es eso de que el miedo se siente en el día a día?

— Sí, cuando tienes que manipular las ropas de cama o las toallas usadas por los internos, aunque tomes todas las medidas de seguridad; cuando cargas algo –cualquier cosa-, cuando se limpian los baños o cuando hablas con algún compañero. La pregunta siempre está ahí: «¿Me estaré contagiando?, ¿Esto está infestado?, ¿Qué pasará conmigo?».

¿Pero ustedes pasaron una preparación...?

— Sí, ¿y qué? Eso es inevitable. Sería ilógico no pensarlo: eres un ser humano. De este virus lo más que se conoce es que puede estar en cualquier parte, el contagio es rápido y a veces mata. No es juego. Y aun así todos asumimos.

— ¿Cuántas personas trabajan aquí?

Además de los especialistas de la salud, estamos seis miembros del consejo de dirección y 15 compañeros del personal de servicio. Entre todos atendemos a las 34 personas que hay en este momento.

¿Qué tiempo llevan aquí?

Diez días a tiempo completo y sin salir a ninguna parte. Nosotros también hemos permanecido aislados, observando constantemente nuestra salud. Hasta ahora no hemos tenido ningún síntoma.

Diez días, como se dice en buen cubano, trancados y con la incertidumbre de quién de ustedes puede estar contagiado. ¿No les da fobia?

— No, no tanto cómo eso. (El nasobuco no deja ver el rostro, pero por las cejas arqueadas y el movimiento de las manos, nos damos cuenta de que se ríe). Vaya, los primeros días había compañeros que no querían ni acercarse a uno, es la verdad. Estábamos averiguando quién pasó la merienda, el almuerzo o la comida; pero después nos fuimos adaptando y aprendimos a manejar la presión.

— ¿Cómo se logra eso?

— Lo más importante es tener la mente ocupada en algo. Tratar de sentirse que están en una especie de «acampada». Quizás no sea el ejemplo más exacto, pero la cosa anda por ahí: buscar las vías para relajarte. Escuchar música, andar por las redes sociales, intercambiar chistes por los celulares, ver videos cómicos, ponerte a hacer algo. Lo importante es estar activo.

— Para las personas que atienden tampoco debe ser fácil estar aislados. ¿Has podido hablar con ellos? ¿Qué dicen?

Te voy a ser sincero: ellos han pasado por momentos muy difíciles. Despertar todos los días con la pregunta de si tú estás infectado realmente… Mira, eso no es fácil.

— Hay una muchacha —que ni le conozco el nombre— a la que el jueves 2 de abril le celebramos el cumpleaños. Conseguimos unos dulces y refrescos, se lo pusimos en la mesita delante del cuarto y después, en la explanada, le cantamos las felicidades con música y todo.

— ¿Son todos viajeros cubanos-americanos?

— Una buena parte… Pero, por sobre todas las cosas, son cubanos y seres humanos que se deben atender. Recuerda que cualquier viajero internacional tiene una sospecha encima y la necesidad de cortar el contagio es grande. Es verdad que no es fácil permanecer aislado. Por experiencia te digo que, en estas circunstancias, la familia no sale de la cabeza. Lo que pasa es que si no aíslas, el riesgo con este virus es fatal.

Pero, bueno, al llegar aquí nos dijeron que había buenas noticias. ¿Me la puedes dar tú?

— ¡Ah, sí! Hicieron los test rápidos y todos dieron negativos. No están infectados, imagínate la alegría. Van a estar un tiempo más aquí para cumplir los 14 días de aislamiento, pero no han tenido ningún síntoma. ¡Muchacho! Oye, cuando se supo, se armó una contentura… Yo me fui para el audio y les puse la Conga de Sur Caribe.

Dimitri, ¿y no sientes un poco de frustración por no haber ido al Congreso de la UJC?

Chico, sí… aunque yo sé que en algún momento lo vamos a celebrar y será mucho mejor de lo que pensábamos. Vamos a contar muchas cosas de las que estamos viviendo en estos días. Yo tengo el optimismo de que el país va a salir adelante. Pero, bueno, si miras bien, esto que hemos hecho también ha sido nuestro Congreso. ¿Tú no crees?

Pie de fotos: «Pensar en la familia es una constante», asegura Dimitri cuando habla de cómo pasar días enteros en un centro de aislamiento, aun cuando no eres paciente.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.