Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Como «cocuyo» en carretera  

Un taxista agramontino vuelve a vestir de enfermero por la responsabilidad que entraña trasladar muestras para el PCR en tiempo real

Autor:

Yahily Hernández Porto

 

CAMAGÜEY.— Yasser Mejías Jiménez, invariable en su timón, cumple sin parpadear su nuevo encargo de cada día: trasladar las muestras nasofaríngeas que se colectan en los centros de aislamiento y otras istituciones de salud hacia el Laboratorio Sanitario del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología (Lscphem), más conocido como laboratorio Mártires de Pino Tres.

El también enfermero de profesión, devenido experimentado conductor de la empresa Taxi-Cuba, comentó que durante estos días de pandemia tanto él como sus compañeros duermen poco, pues esa responsabilidad de trasladar muestras para evaluar la calidad de su empaquetado en Pino Tres, y de ahí hacia las provincias de Villa Clara o La Habana para hacer el PCR en tiempo real, les quita a muchos la tranquilidad.

«Son cientos de kilómetros que debemos transitar con el encargo sagrado, como le llamo yo a esta tarea, la cual nos impone ser más precavidos en la carretera. A veces aprieto tanto el timón, inconscientemente, que se me entumecen las manos. Entonces reflexiono sobre el valor del viaje, me relajo y prosigo la marcha evitando cualquier percance, hasta un simple bache».

Para este agramontino de 43 años de edad la vida tiene cosas increíbles: «Yo, que estudie Enfermería, ahora cuido las muestras desde mi puesto de chofer. No pensé que la vida me devolviera este sentimiento de responsabilidad médica, que siempre aflora, aunque pase el tiempo», dijo a JR mientras recordaba uno de esos recorridos que lo volvió un «cocuyo» en la carretera.

«Cuando todo esto empezó, me informaron: “Te vas para el IPK ahora mismo”. En el termo llevaba más de cien muestras para hacer PCR, las primeras de la provincia. Todo el viaje lo hice de madrugada, y cuando llegué a la institución y tomé el recipiente en mis manos, me sentí más humano, más cubano».  

Cuenta, aún inquieto, que lo más agotador de su nuevo encargo no es hacer recorridos largos, sino saber que puede llevar sangre de individuos positivos a la Covid—19 en su carro: «Cuando supe que en aquel viaje salieron los primeros enfermos de Camagüey fue como si volviera a vestirme de enfermero, ¡y mira que ha pasado el tiempo! Ya llevo 18 años manejando taxi… Por eso cada vez que salgo a trabajar tomo todas las precauciones posibles; incluso tengo en el maletero pomos de hipoclorito, detergente, jabón, agua y alcohol para quienes lo necesiten, y especialmente para lavar el carro cada vez que hace una parada, y lo mismo hacen mis compañeros escogidos para esta misión», asegura.

Mientras la familia de este «cocuyo» se siente orgullosa —y también preocupada por el elevado riesgo que él asume—, Yasser vuelve liviano a su timón cada amanecer, convencido de que hay que seguir «dándolo todo en la carretera mientras el país lo necesite».

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