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Orisel Hernández: Pasión por el Derecho

Profesora pinareña recibe este año el premio José Garcerán de Vall Vera, con el que la Unión Nacional de Juristas de Cuba reconoce a jóvenes profesionales que se destaquen por sus resultados integrales

Autor:

Zorileidys Pimentel Miranda

PINAR DEL RÍO.— Creatividad, talento, ingenio, responsabilidad y amor por su trabajo, caracterizan a la joven pinareña Orisel Hernández Aguilar, Doctora en Ciencias Jurídicas.

Aunque se considera una eterna inconforme, destaca por su impecable labor como docente, sus vínculos con redes investigativas cubanas y extranjeras y su participación en eventos dentro y fuera de Cuba.

También por su inteligencia, tenacidad y deseos de superación, cualidades que le han valido para recibir este año el premio José Garcerán de Vall Vera, que otorga la Unión Nacional de Juristas de Cuba para reconocer a jóvenes profesionales que alcanzan la excelencia en la docencia, las investigaciones o el ejercicio de la profesión, en tanto contribuyen de manera creciente y efectiva a su perfeccionamiento.

Ella hoy sonríe de emoción. Muchas veces vio un diploma similar en casa de su amigo y colega Orestes, pero lo cierto es que nunca pensó que su nombre también pudiera estar escrito allí.  Este es, a su entender, el fruto del trabajo constante, el sacrificio y los desvelos acumulados en los últimos 13 años.

«Se conjugan varias cosas cuando uno recibe un reconocimiento de cualquier tipo. De alguna forma es un punto de llegada, pues da la posibilidad de hacer una evaluación y sentirse satisfecho con lo que se ha logrado, y también de mirar hacia atrás y decir: hay cosas que quizá las puedo hacer mejor.

«En mi condición de jurista, recibir un reconocimiento como miembro de un sector tan amplio —donde hay personas tan valiosas, que desempeñan una función social de tanto peso y relevancia dentro de la dinámica del mundo del Derecho—, es un incentivo y a la vez un punto de referencia en la carrera y el quehacer de uno, que implica plantearse nuevas metas».

—¿Con qué resultados profesionales llegas a este premio?

—Me he dedicado íntegramente a la labor docente-educativa; trabajo en la Universidad de Pinar del Río desde que me gradué y ha sido un tiempo de crecimiento profesional. De hecho he logrado llegar a la categoría de profesora titular. También me he vinculado a proyectos de investigación y he participado en eventos científicos; una trayectoria que de alguna manera concluye con el doctorado en Ciencias Jurídicas.

«Están, además, los vínculos estrechos de colaboración con entidades del sector, dentro y fuera del territorio, y gracias a la plataforma de integración que articula la UNJC, me han posibilitado también integrarme a redes investigativas que trascienden las fronteras nacionales y permiten crecer profesionalmente».

—¿Qué es, a tu juicio, ser un jurista integral?

—Creo que tiene que ver con la preparación dentro de la ciencia del Derecho, algo que en ningún campo de actuación se puede abandonar y es visto como un saber que lleva dedicación, estudio, análisis, superación continua… También implica una responsabilidad social, y eso no solo tiene que ver con el ejercicio motivado, comprometido con la profesión, sino también con la vinculación a las organizaciones.

«En ese sentido, creo que es muy importante que el jurista sea también un agente activo de su propia organización, punto de partida desde el cual tributa también al desarrollo social en sentido general».

—¿Qué implica este premio en tu carrera, en tu vida?

—Para mí es más que nada una apuesta, en el tiempo futuro, por una superación constante y por la posibilidad de tributar más a los demás, ayudar al crecimiento de otros que vienen detrás o se incorporan, pues el Derecho no solo lo estudian jóvenes que comienzan, sino también personas de edades diversas que tienen una pasión por esta carrera.

—¿Cómo aportarles conocimientos y experiencia a jóvenes que se forman como juristas?

—Algo muy importante es demostrar que se puede, que las metas son alcanzables y hay personas muy enamoradas de la profesión. Desde el ejemplo personal, la demostración real, vívida de que hay una pasión por el Derecho, una también logra que más jóvenes se enamoren y se comprometan con lo que hacemos.

«Yo quisiera que mis alumnos se quedaran con esas ganas de hacer o ese deseo de decir sí se puede, podemos llegar, superarnos, ser mejores, aprender más cada día y hacer del ejercicio del derecho no solo una profesión, sino también un modo de vida, un compromiso, una actitud».

—¿Y qué papel juegan esas generaciones en el desarrollo científico-técnico?

—La juventud tiene la capacidad de sorprender. Mientras estás frente a un aula y ves a los jóvenes vinculados a la investigación, la docencia o a una tarea de impacto social, aprendes que de ellos se puede esperar mucho.

«Considero que pueden ser la fuerza motriz para impulsar y renovar institucionalmente todo lo que haga falta, y además proponer cosas que tal vez en el pensamiento más revolucionario de los que ya estamos en ejercicio de la profesión ni siquiera alcanzamos a imaginar.

«Nuestro compromiso está en darles las herramientas, la formación básica, las habilidades para que cada día sean capaces de hacer más y de poner toda su creatividad en función de realizar mejor su trabajo, de manera tal que puedan contribuir al desarrollo de la nación».

—Alguien a quién agradecerle en especial por este premio…

—Mencionar nombres sería algo muy excluyente, correría el riesgo de dejar personas fuera, pero creo que vale la pena mencionar a los primeros docentes que tuvo la carrera de Derecho cuando se fundó en Pinar del Río, sobre todo porque este premio viene de la mano de la Unión de Juristas de Cuba.

«Era un claustro muy pequeño: solo cinco profesores a tiempo completo, aunque a tiempo parcial había muchos. Ellos nos inculcaron este sentido de compromiso, la devoción por la ciencia del Derecho, y nos acercaron siempre al trabajo de la UNJ, organización que en mi proceso formativo ha sido tan importante como la universidad misma, y por eso también le agradezco.

«Por último, hay personas que ya no están y son el punto de referencia de otras con las que quisiera compartir este logro. Así que, para todos, muchas gracias».

Para Hernández Aguilar, ser hoy la joven jurista más destacada del país no es la cima, sino una simple parada en el largo camino profesional que aún le queda por recorrer, uno que sin dudas estará marcado por la superación, los éxitos y el aporte de valiosas experiencias a quienes la rodean.

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