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Baracoa y el mar, otra vez (+ Fotos)

Con el paso del huracán Isaías por los mares al norte de la costa oriental cubana, vuelve a repetirse, aunque mínimamente, la historia de quienes lo pierden casi todo frente al malecón de la Ciudad Primada de Cuba

Autor:

Haydée León Moya

—Buen día, hermano, ¿cómo amanece Baracoa hoy sábado, después del asomo de Isaías?

—Todo bien, hermana.

—Oye, pero he visto unas fotos de las penetraciones del mar que asustan...

—Es normal aquí, fueron penetraciones ligeras, pero siempre hacen lo suyo, más en Baracoa, aunque aquí siempre nos levantamos.

—Sí, lo sé, pero hubo algunos daños en viviendas. ¿No será que los sorprendió, no será que la gente insiste en lo imposible?

—No, qué va. Todo estaba previsto y muy bien calculado. Con muchísimo tiempo fueron evacuadas las personas, que es lo más importante: preservar la vida de nuestra gente que, en circunstancias meteorológicas adversas tal vez lamenten vivir frente al malecón de la ciudad, pero cuando todo está en calma, sienten, porque es así, privilegio por vivir en un lugar como este, tan bendecido por la belleza. Apenas se calmaron las olas pusimos manos a la obra y todo está muy bien previsto para recuperarnos rápido ahora.

Como siempre, el baracoense Ricardo Suárez Bustamante, especialista municipal del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente en el costero municipio, transmite, esta vez a través del hilo telefónico y ante el paso del huracán Isaías al norte de la costa oriental, su optimismo cada vez que el mar le viene encima al muro del malecón, penetra más allá y se lleva del entorno, con la misma fuerza, todo lo bello que da.

Viviendas e instalaciones maltrechas, afectaciones en el tendido eléctrico, eso básicamente. Y el correcorre para resguardar alimentos y cosechas agrícolas, pero fundamentalmente a la gente, incluso a las que viven en zonas bajas, pues se anunciaron —y por suerte no ocurrieron— fuertes lluvias y peligros de inundación si aumentaba el caudal de los ríos.

Suárez Bustamante se conoce ya de memoria, y me comenta, los estudios de peligro, vulnerabilidad y riesgo, porque le corresponde asesorar para que se implementen las acciones previstas en el plan de reducción de desastres. Por eso me habla con satisfacción de la oportuna actuación de las autoridades locales en la apertura de los tibaracones.

Algo clave, porque los tibaracones son barras acumulativas de arena, una suerte de muro de contención que interpuso la naturaleza entre el mar y la ciudad, y haberlos abierto en el momento preciso fue una previsora medida para evitar inundaciones por penetraciones costeras.

Con Isaías vuelve a repetirse, aunque mínimamente, la historia de quienes lo pierden casi todo allí cuando el mar se enfurece y vienen otros tristes recuerdos —mar de leva, ciclón Ike, peligro de tsunami después de un evento extremísimo como ese demonio llamado Matthew—. Pero ahí siguen las casas habitadas...

Sucesos como estos y de parecida naturaleza, y peores, se esperan. Y la cuenta que dan estudios sobre el posible desplazamiento de poblaciones, del que no escapa Baracoa, como efecto del incremento de la temperatura y el nivel del mar en un tiempo no muy lejano, es realmente escalofriante. La furia de la naturaleza entonces puede arrasar con las pertenencias, y poner en riesgo la vida de las personas.

Por eso en Baracoa se han construido edificios en lugares menos vulnerables y se sigue buscando espacio con ese fin, pero también, se ha dicho oficialmente, muchos se resisten a salir de lugares de peligro, a pesar de vivir en carne propia la realidad de dichos estudios y saber que cada golpe que sufren es peor. Y es, además, desgastante para un país que no escatima tiempo ni voluntad para restituir lo dañado y disponer lo que tenga que invertir con el propósito de salvar la vida de la gente.

La mirada está puesta ahí, y es preciso fijarla porque la naturaleza no se va a doblegar ante quien la ha agredido durante tanto tiempo. La cuestión, dijo hace poco en su blog personal una periodista guantanamera, bien difícil, es que «la resistencia del hombre con la costa en la sangre, de irse a otros sitios, el arraigo pujando contra todas las mareas, no es, en última instancia, una batalla contra una decisión gubernamental, sino una guerra perdida de antemano contra Natura. Es el hombre el que debe, si quiere sobrevivir, adaptarse a la naturaleza».

Como ha ocurrido en otras ocasiones, la furia de las olas volvió a inundar en poco tiempo áreas del litoral baracoense.

Daños de Isaías

Hasta el mediodía de ayer sábado se reportaban en Baracoa, como daños más significativos causados por el huracán Isaías, afectaciones en ocho viviendas, tres de ellas totalmente destruidas, incluyendo una de tipología uno en la avenida Malecón.

Alexis Guilarte Fuentes, director del Centro de Gestión para la Reducción de Riesgos y Desastres en Baracoa, precisó a JR que también sufrieron daños, fundamentalmente en la carpintería, diez apartamentos de los edificios de la zona del malecón y un tramo de la pista del aeropuerto Gustavo Rizo Álvarez.

En el hotel Baracoa, cuatro de las seis habitaciones de la planta baja fueron afectadas en la carpintería y otras áreas de la instalación turística (lobby, bar y sala de juegos) fueron dañadas por la penetración de material de arrastre.

 

Los vecinos de la avenida Malecón una vez más se disponen a recuperar lo destruido.

Fotos: Claudia Rafaela Ortiz Alba / Radio Baracoa 

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