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La historia del niño «héroe» que no sabe nadar

Con apenas diez años de edad, Yadiel Miranda Torres salvó de ahogarse en la playa a su amiga Yailin, de nueve años, y desde entonces todos le llaman en su comunidad «el héroe de Jibacoa»

Autor:

Liudmila Peña Herrera

MAYABEQUE.— Lo que más ha repetido Yadiel Miranda Torres desde que salió del peligro, es que en aquella playa nunca más pondrá un pie. Demasiado grande fue el susto. Doble, por demás. Primero, porque cuando vio hundirse a lo lejos a Yailin pensó que no le daba tiempo, que la amiguita de toda la vida se le ahogaba frente a sus ojos; segundo, porque luego vendría el terror por sí mismo, por lo que podría pasar debajo de aquel mar del que no podía salir.

El 29 de agosto último, los padres de ambos niños, residentes en el poblado de Lechuga (Melena del Sur), habían ido juntos a la playa de Jibacoa, ubicada en Santa Cruz del Norte, en busca de un día de esparcimiento para sus hijos, sin imaginar que el disfrute se convertiría en sobresalto.

Un descuido momentáneo de las familias, que habían ido a buscarles alimentos, colocó a Yadiel frente al suceso que pondría a prueba los nervios de cualquier adulto. Pero al ver a su amiguita entre la vida y la muerte y al pedir ayuda a un adulto desconocido que pasaba y no obtener socorro, se lanzó en busca de Yailin, sin medir riesgos ni consecuencias para sí mismo.

«Estaba adentro de la playa, pero en lo bajito, cuando la vi que se hundía. Intenté correr dentro del agua y me apuré todo lo que pude, pero cuando llegué ya estaba hundida. Pensé que se había ahogado —relata el niño, quien asegura que, en el momento en el que se lanzó a salvar a la amiga, no recordó que él no sabía nadar—. Abrí los ojos bajo el agua, la cogí por los pies y la empujé hacia arriba, pero cuando ella saltó me empujó a mí y después era yo el que me estaba ahogando. Entonces me hundí y solo pensaba en que no iba a ver más a mi familia».

Todo sucedió el tiempo que demoraron en ir a comprar un pan en un puesto cercano, regresar, sacarle el jamón y… Cuando Odelaisi Torres Montero vio el correcorre y la aglomeración de personas en la orilla, pensó lo peor. Su intuición de madre le dijo que lanzara el pan y corriera. Cuando llegó al tumulto aglomerado en la orilla, todo apuntaba a que el niño que el salvavidas sostenía en brazos a lo lejos era Yadiel. Entonces la ganaron los nervios y los sentimientos de culpa.

«Cuando lo sacaron estaba sin conocimiento. Vino a recobrarlo en la enfermería de la playa. Para mi tranquilidad, aquí lo tengo —dice Odelaisi y le acaricia el pelo a Yadiel, que está sentado a su lado en la sala de su hogar, una de estas tardes sofocantes de septiembre—. Debo agradecerles mucho a los salvavidas, pero en especial al que se llama igual que mi niño, porque lo reanimó y me lo devolvió a la vida; también a los médicos que lo atendieron».

La niña salió ilesa, pero Yadiel tragó mucha agua en su intento salvador, así que, luego de ser evaluado en una unidad asistencial de su municipio, fue remitido al hospital pediátrico Juan Manuel Márquez, de La Habana, donde fue atendido por un ahogamiento incompleto. Allí permaneció ingresado cuatro días, durante los cuales recibió tratamiento con oxígeno.

En el hospital, el niño recibió tratamiento con oxígeno a causa de un ahogamiento incompleto.

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Yailin Solano Alarcón tiene nueve años y es muy tímida, al menos eso parece cuando le pedimos hablar del tema. Es menor que Yadiel por apenas pocos meses. Ambos son vecinos y desde que recuerdan han jugado juntos. Por eso, y porque Yadiel la salvó de la muerte, un nexo invisible los ha unido para toda la vida. Los niños lo saben, pero la madre de Yailin, Diasleidi Alarcón Segura, es mucho más consciente de lo que eso significa:

«Estoy muy agradecida por el gesto del niño, porque no es todo el mundo el que hace esa acción de tirarse a salvar a otra persona, y menos sin saber nadar. Es un niño y sintió ese amor por su amiguita desde que eran chiquiticos, y se tiró a salvarla. Todavía me da miedo de que les pasara algo —dice y esconde el rostro en su mano derecha para que no veamos cómo le saltan las lágrimas, aunque la voz entrecortada la delata—.

«Y me daba terror que Yadiel no pudiera salir con vida, porque pensaba en cómo iba a vivir esa madre que es mi vecina, si al de ella le pasaba algo por salvar a la mía. Por suerte no sucedió nada grave».

Diasleidi asegura que ellos no habían consumido bebidas alcohólicas, como dijeron muchos en ese momento; sino que todo sucedió a causa de un descuido momentáneo, del cual se arrepienten todos.

«No pensamos nunca que algo así podía pasar porque no era la primera vez que íbamos a esa playa. Cuando sucedió, no hacía mucho que yo había ido a mirarlos y no estaban en un lugar hondo; pero eso nos ha servido de lección. Y les doy el consejo a los padres de que no descuiden a sus hijos ni aunque esté bajito, porque puede ocurrir lo inesperado», dice la madre de la niña, quien todavía no se recupera totalmente del susto por la posibilidad de perder a su hija.

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El suceso se hizo viral en internet, luego de que la doctora Gisela Ortiz, usuaria de Facebook, publicara la historia del niño en su perfil. Los mensajes de admiración al pequeño héroe no se hicieron esperar.

Ante tamaña repercusión, Yadiel, estudiante de la escuela Paquito Rosales, sonríe con una humildad propia de quien no se regodea en su heroísmo. Su madre, pasados los primeros días del suceso, asegura que hoy está «muy feliz por su acción, pero en ese momento no sé ni por qué me hubiera dado si le llega a pasar algo».

«Yo sí lloré bastante porque pensé que me iba a quedar sin hermano», dice Yandiel, el hijo menor de la familia, que acompaña a Yadiel en su idea de ser tractorista en el futuro, como su papá, y en aprender a nadar en el verano próximo, aunque ambos aseguran que no olvidarán «que no podemos ir para lo hondo y que hay que estar alertas en la playa». 

Las familias de Yadiel y Yailin, unidas por la amistad, y ahora también por el acto heroico del pequeño de diez años. Foto: Cortesía de la familia.

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