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Huevos a la carta

La Empresa Avícola tunera muestra saldos positivos en el cumplimiento de sus planes de producción

Autor:

Juan Morales Agüero

LAS TUNAS.— Cualquier plato, por frugal que parezca, mejora en calidad si se le hace acompañar por un huevo frito, un revoltillo o una tortilla. La cocina doméstica lo recurre como «bateador emergente» cuando el apremio o la carencia acosan. En efecto, a imagen y semejanza del béisbol, el huevo suele salvar «juegos» en situaciones difíciles.

Hoy, como consecuencia de las dificultades que debe sortear diariamente el país, ese alimento no hace las delicias de las sartenes con la frecuencia deseada. La Empresa Avícola tunera se empeña en contribuir a la solución del problema. Sus más de 270 000 ponedoras no son las gallinas de los huevos de oro. Pero bien merecen una medalla de ese color.

Cáscara adentro 

«Nuestra empresa la componen nueve unidades empresariales de base (UEB), entre las que figuran cuatro especializadas en gallinas ponedoras —dice Yoandra Lozada Pérez, directora comercial de la entidad—. En lo que va de año han producido 45,5 millones de huevos, cifra superior a lo planificado. Lo conseguimos a pesar de los problemas con las materias primas y con la calidad e inestabilidad de los piensos».

Según la funcionaria, la provincia desarrolla un importante programa inversionista que incluye incorporar nuevas naves en algunas de sus UEB. Tamaño aporte podría incrementar la productividad anual hasta los 65 millones de unidades. Existe otra inversión aprobada para etapas venideras. Si todo sale bien, en 2022 Las Tunas podría producir los 70 millones de huevos a los que aspira.

En virtud de la prioridad que el país le confiere a la avicultura, la provincia contará con una planta de huevo deshidratado, que sustituirá importaciones y reemplazará su obsoleta tecnología. Además dispondrá de seis naves «inteligentes» que fomentarán su producción. De alcanzar los niveles de posturas previstos para cuando culminen esas inversiones, Las Tunas dejará de depender de Granma y Ciego de Ávila para cumplir con sus planificaciones mensuales.

«La principal debilidad de nuestra empresa es la carencia de una fábrica de pienso —añade la también jefa técnica de la dependencia—. La provincia no cuenta con ninguna, por lo que casi todas las semanas debemos hacer gestiones en Holguín, Granma y Santiago de Cuba para que nos ayuden con estos insumos, decisivos en la productividad. Y eso lleva gastos adicionales de transportación y de combustible».

Añade que los ciclos de entrega de la canasta básica se cumplen, aunque en algunas oportunidades han afrontado problemas con la disponibilidad de cartones, pues hay personas que se los llevan de las casillas y no los devuelven. Precisa que esos contenedores no se fabrican en Las Tunas, sino en otras provincias y con materia prima deficitaria.

Entre cacareos 

Cuando uno franquea el portón de la UEB 28 de Septiembre, un centro productivo de referencia nacional perteneciente al municipio de Majibacoa, debe tomarse unos minutos para adaptar el oído al alboroto que provocan con sus cacareos las más de cien mil gallinas ponedoras, ubicadas a razón de tres o cuatro por jaula, en diez naves de poco más de cien metros de largo.

Al pie de tan bulliciosa cofradía plumada hay un hombre que no les pierde detalle: el doctor Juan Carlos Tristá, un médico veterinario con 28 años de experiencia y varios posgrados, jefe técnico de esta UEB que desde 2015 sobrecumple sus compromisos anuales de producción.

«Aquí recogemos diariamente unos 70 000 huevos —dice—. Antes de comercializarse, los huevos son sometidos a un proceso de selección que comienza en las canales inclinadas donde las gallinas los depositan. Se les clasifica en tres tipos: limpio, cascado y sucio. El limpio, obviamente, exhibe su cáscara impecable. El sucio sale manchado con materia fecal. Y el cascado es el que se agrieta. Cada categoría tiene su destino final prefijado.

«Mi tarea es supervisar la nutrición y la salud de las aves —precisa el doctor Tristá—. Las pollitas llegan entre los 108 y 112 días de nacidas y comienzan a poner después de los 123 días. Se alimentan diferenciadamente y por horarios. Al inicio consumen pienso pre-postura, que estimula el calcio para producir la cáscara del huevo. Etapas después se les suministra pienso de crecimiento y pienso de desarrollo».

El doctor me advierte que atender a gallinas ponedoras va más allá de asegurarles sus ciclos reproductivos, cuya duración es de apenas un año. Cada cierto tiempo se les administran medicamentos generales en el pienso y en el agua, tales como antibióticos y vitaminas bioestimulantes.

Se trata de aves del tipo Leghorn L33, de elevada productividad. Una gallina debe poner entre 240-280 huevos al año. Todo depende del tratamiento integral que se le aplique.

«Las plazas técnicas de nuestra UEB están ocupadas por trabajadores con sólida formación profesional —puntualiza el doctor Tristá—. En la avicultura la improvisación y el empirismo no funcionan. ¡La especialidad es pura ciencia! La plantilla, además de veterinarios, incluye a ingenieros agrónomos, informáticos y técnicos de alta calificación, la mayoría con gran experiencia y estabilidad en el sector. A las naveras se les capacita mediante talleres mensuales».

Perspectivas ovíparas 

Es una realidad que la producción de huevos ha sufrido una sensible depresión a nivel nacional. La inestabilidad en los suministros de pienso y la situación económica general del país figuran entre las causas de mayor incidencia. Sin embargo, y a pesar de las dificultades, la Empresa Avícola tunera está ubicada entre las más eficientes de Cuba.

Cada una de sus gallinas ponedoras produce anualmente 236 huevos y se trabaja para llevar esa cifra hasta los 245,8. En lo que va del actual año la empresa contabiliza casi medio millón de unidades por encima de los 61,4 millones comprometidos para los 12 meses, pues los 70 millones citados los completa con la ayuda del balance nacional, en especial de lotes procedentes de Ciego de Ávila y Granma.

Producir con estabilidad alimentos para el pueblo deviene imperativo de esta etapa difícil por la que transita Cuba. Los trabajadores avícolas tuneros hacen suyo este reto y lo evidencian sus resultados. Ellos no se distraen en resolver el dilema de qué fue primero, si el huevo o la gallina. Se darán por satisfechos si su esfuerzo se traduce en reanimar de alguna manera la cazuela doméstica.

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