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La FEU habla al pueblo

Como antaño, la organización más antigua y joven le sigue hablando al pueblo de Cuba con autenticidad, sin vanagloriarse de lo que fue, sino de lo que construye hoy y de lo que a casi 100 diciembres puede impulsar con fuerza, por más victorias

Autor:

Santiago Jerez Mustelier

Como antaño, la organización más antigua y joven le sigue hablando al pueblo de Cuba con autenticidad, sin vanagloriarse de lo que fue, sino de lo que construye hoy y de lo que a casi 100 diciembres puede impulsar con fuerza, por más victorias

Cuando Julio Antonio Mella fundó la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), un 20 de diciembre de 1922, lo hizo como catalizador del ímpetu y las ansias de transmutar no sólo los inamovibles cimientos de una universidad desacralizada, estática y ajena al palpitar de su pueblo, sino también con abarcar, como expansión arrolladora, a la sociedad en su conjunto y enfilarla hacia un camino más justo.

La FEU nunca fue una organización para estar cercada en los techos académicos, para existir sólo por los estudiantes, para respirar únicamente por sus demandas y preocupaciones… siempre aspiró a más: a educar popularmente al obrero y al campesino, a plantarse a los pies del Alma Máter para exigir los derechos de todos, a apretar gatillos en pos de la libertad, a radicalizarse porque en nombre de una verdadera República se necesitaba, y a hacer una Revolución junto a rebeldes.

Llevó el candil para iluminar con el saber a los pobres de la Sierra, peleó contra mercenarios con balas y cañones voraces, alzó su voz en tribunas frente a la injerencia vecinal, combatió hasta lograr el regreso de un niño bueno y de patriotas queridos, defendió la lucha de sus contemporáneos de Latinoamérica en foros internacionales, y hasta batalló por el ahorro y la energía junto a su Comandante en Jefe. 

Estuvo ahí, más firme que nunca, cuando le tocó despedir a su miembro fiel y acompañarlo a la eternidad; se creció ante cada llamado, hizo suya las máximas de producir, de aportar a la Economía, y coló su espíritu martiano y forjador en las aulas de las enseñanzas generales.

Si la pandemia supuso encierro y detenimiento para algunos, la FEU no tuvo tiempo para reposar. Sus integrantes se pusieron al servicio de las comunidades en la atención a los más vulnerables, se enfundaron trajes marcianos para cuidar a pacientes confirmados y sospechosos, contaron y encabezaron historias valiosas de heroísmo desde el epicentro mismo de la lucha contra el virus; organizaron colas, pesquisaron, donaron su sangre y se curtieron con el sol que da vitalidad a los surcos.

La FEU lleva al país adentro, lo escucha, intenta comprenderlo cada día aún más, busca atemperarse a los tiempos que corren, lo siente suyo, para cuidarlo y protegerlo. Por eso no dejó de estar en Trillo, porque cree que el perfeccionamiento de una nación debe procurar el bienestar de todos sus hijos.

Estos 98 años llegan a sólo días de concluir un período retador y comenzar otro con desafíos más complejos. En todas las provincias se celebra, y con razón. La capital acogerá una gran feria que, desde el parque que nombra uno de los hechos más arrojados de su historia, demostrará cuánto hace la FEU por mantener la Patria viva.

Como antaño, la organización más antigua y joven le sigue hablando al pueblo de Cuba con autenticidad, sin vanagloriarse de lo que fue, sino de lo que construye hoy y de lo que a casi 100 diciembres puede impulsar con fuerza, por más victorias.

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