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¿Depredar o garantizar el porvenir?

Enfrentar las ilegalidades que atentan contra la flora y la fauna requiere de la conjugación efectiva de las medidas administrativas, de regulación, control y operativas, pero sobre todo de educación y conciencia ambiental. Por suerte se avizora un cambio en este sentido con el Plan gubernamental aprobado en marzo último por el Consejo de Ministros

 

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

¿Quién cuestiona al que camina por los senderos de Soroa vendiendo orquídeas exóticas? ¿Alguien siente piedad por las aves que, enjauladas, se expenden en las ferias? ¿Una o más personas se han preguntado la significación que pueden tener para el país esas polimitas que componen bellos collares en una mesa de artesanía? ¿Cuántos sufren al saber que se talan árboles de manera indiscriminada en nuestros bosques al sentarse en un sillón recién comprado?

Cuba es rica. No solo atesora riqueza en sus potencialidades turísticas, sus productos líderes desde el punto de vista económico y la resiliencia inigualable de su gente. El Archipiélago cubano posee en sus paisajes, y ello lo distingue en la región, una vasta diversidad de ecosistemas e historia biogeográfica que lo convierten en un núcleo clave para la conservación de la biodiversidad en el Caribe insular.

Justamente porque en Cuba habita el mayor número de especies de plantas y vertebrados de las Antillas y el porcentaje de exclusividad de especies es elevado, esta tierra resulta uno de los paraísos más anhelados para los depredadores del mercado, inescrupulosos que lucran con el comercio ilegal de ejemplares animales y vegetales que, quizá, las futuras generaciones no puedan conocer.

Miles son los artilugios para capturar, recolectar, vender, reproducir, exportar… solo importa el dinero que abulta el bolsillo. Las sanciones pecuniarias existentes hasta el momento no son lo suficientemente aleccionadoras para quienes hurtan constantemente el patrimonio natural del país.

Los moluscos terrestres cubanos son hurtados con frecuencia por su belleza singular.

Por suerte se avizora un cambio en este sentido con el Plan gubernamental para la prevención y el enfrentamiento de los delitos e ilegalidades que afectan los bosques, la flora y la fauna silvestre, así como otros recursos naturales, aprobado por el Consejo de Ministros en marzo último. Es la esperanza ahora mismo para quienes comprenden que nuestro futuro está en juego cuando la impunidad quiere cobrar fuerza.

Durante la aprobación del Plan gubernamental, el coronel Manuel Lamas González, jefe del Cuerpo de Guardabosques, detalló algunos hechos delictivos relacionados con la tala, tenencia, transportación y comercialización de madera; la caza, pesca furtiva y venta de especies terrestres y marinas; la minería artesanal; la extracción de arena, relleno, arcilla alfarera y lajas; la contaminación, tranques y desvíos de ríos para el riego de cultivos; y el tráfico de especies de la flora y la fauna silvestre por los puntos de frontera.

Precisamente, es la Aduana General de la República el órgano central que interviene a diario en el enfrentamiento en frontera, a través de la detención e incautación de los bienes naturales de nuestro patrimonio, que se pretendan sacar ilegalmente del país.

Y también el Presidente Miguel Díaz-Canel instó a enfrentar las ilegalidades que atentan contra la flora y la fauna, a partir de la conjugación efectiva de las medidas administrativas, de regulación, control y operativas, que permitan alcanzar mayor integralidad y eficacia en el trabajo.

Las sociedades cubanas de Zoología y de Botánica, así como las fundaciones Ariguanabo y la Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, reconocieron en una declaración publicada en agosto pasado en la Revista Cubana de Ciencias Biológicas el interés gubernamental por erradicar estas negativas prácticas.

Aseguraron que apoyan la concreción de una política ambiental activa en armonía con el ordenamiento social del país, y que acompañarán a las autoridades competentes de todos los organismos y entidades en el fortalecimiento de los mecanismos necesarios para contribuir a prevenir, combatir y erradicar los hechos vandálicos contra nuestro tesoro natural, además de incrementar las acciones de capacitación a todos los niveles de la sociedad para contribuir a enriquecer y ampliar los conocimientos y valores de nuestra biodiversidad, y los peligros que esta afronta.

Ponerle ciencia a todo cuanto se haga es también una aspiración de estas entidades ambientalistas, pues afortunadamente existen muchas personas con el nivel de conocimiento y sensibilidad requerido para tomar las decisiones pertinentes sobre la base de la coherencia y el tino necesarios.

Ese que vende orquídeas al caminar por Soroa, aquel que caza o le paga a alguien para que capture tomeguines o sinsontes, la que confecciona collares con las polimitas que le ofrecen, el carpintero que manda a buscar madera al precio que sea… todos deben tomar conciencia, y también los otros, los que podemos ser simples clientes sin pensar.

Se extraen cactus en bolsas ocultas en los equipajes de los viajeros.

Verde, que es mejor verde

La Mayor de las Antillas posee alrededor de 7 500 especies vegetales y ocupa el cuarto lugar a nivel mundial, y el primero en calidad de isla en cuanto a biodiversidad se refiere, además de ostentar un 53 por ciento de endemismo, envidiable para muchos territorios. ¿Cómo no cuidarlo?, inquiere el Máster en Ciencias en Botánica Alejandro Palmarola Bejerano, presidente de la Sociedad Cubana de Botánica.

«Mantenemos el estudio constante de las especies de nuestra flora, pero podemos afirmar que el 46 por ciento de las evaluadas hasta la fecha se encuentran en grave amenaza por diversos factores, entre los que se encuentran el comercio y tráfico ilegales.

«De manera preocupante, y quizá el desconocimiento favorezca la inconciencia al respecto, se incrementan los hechos punibles en torno a los cactus, las orquídeas y la madera», refiere el investigador del Jardín Botánico Nacional, entidad líder en conservación de la flora en el país.

Palmarola Bejerano recuerda que Cuba se adhiere al Convenio de Diversidad Biológica y a la Convención sobre el Comercio Internacional de la Fauna y la Flora Amenazadas, además de ser signatario de la Convención de Especies Migratorias y el Protocolo relativo a las Áreas y la Flora y la Fauna Silvestres Especialmente Protegidas de la Región del Gran Caribe, entre otros acuerdos internacionales.

«Legalmente ha quedado establecido en el país, mediante el Decreto-ley 160, el procedimiento relativo a las especies de especial significación, algunas de las cuales se registran en el apéndice 1, como es el caso de los cactus y las orquídeas. 

Las orquídeas del género Encyclia son de las especies vegetales más codiciadas para el comercio y tráfico ilegal.

«Todos los países regulan lo concerniente a la exportación e importación de las especies, pues la Convención sobre el Comercio Internacional determina cuotas de exportación de sus especies, estén vivas, muertas, completas o por partes, que no deben ser rebasadas.

«En Cuba son el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), y dentro de este la Oficina de Regulación y Seguridad Ambiental, los encargados de regular lo legislado. Se exige un certificado de autorización, emitido por el Citma, que avala la salida del país de alguna especie, y en casos específicos, el certificado de origen… Nada puede ser al libre albedrío cuando se trata de los recursos naturales de una nación».

Palmarola Bejerano, también presidente de la Asociación Latinoamericana de Botánica, precisa que contamos con 33 especies de cactus en el país, y 15 están en permanente amenaza por la alta demanda en el tráfico internacional, sobre todo por países de Europa del Este.

«Se extraen cactus en bolsas ocultas en los equipajes de los viajeros y con esas se va, entonces, parte de nuestra vida. Estas plantas demoran mucho en crecer; no es tan fácil sustituirlas o reproducirlas», explica el fundador del proyecto Planta, quien especifica que las especies más sufridas son el Melocctusmatanzanus y la Escobariacobensis.

—Muchos tenemos cactus en casa…

—La mayoría de los que poseen las personas en sus casas, en macetas, no son especies cubanas. Aun siéndolo, y como parte de una colección personal, no es un delito, pero extraerlo del entorno natural sí.

Con las bellas orquídeas sucede igual, puntualiza. «Tenemos 350 especies nativas, y las del género Encyclia son las más vulnerables a la presión internacional. Todos admiramos este tipo de flores, pero forman parte de nuestra biodiversidad. Tiendas inmensas en otros países esperan por la llegada de nuestros ejemplares».

La ausencia de un mercado legal de madera en el país complejiza el escenario de la tala indiscriminada, en la medida en que, una vez que se tiene un producto con valor de venta, ya deja de ser ilegal la adquisición de la madera, asevera Palmarola Bejerano.

«No pocos ignoran las regulaciones y se dedican al tráfico de madera, fundamentalmente de cedro, majagua, guayacán, ganadillo, ébano… Se debe portar la guía forestal, la de tránsito y el modelo de prestación de servicios del aserrío, entre otros, para poder talar un árbol, transportar su madera o comercializarla. Si no, se impone una multa y el decomiso por violación de la Ley Forestal. Sin embargo, el hecho se repite porque tampoco la ley es severa en estos casos.

«Nos encontramos en un momento favorable y con un interés en niveles superiores por modificar estos acontecimientos. Incidir en políticas es complicado, se requiere la maduración idónea del momento, que los decisores escuchen y valoren… podemos cambiar el futuro en este aspecto», afirma.

No solo el afán de lucro daña nuestra riqueza florística, advierte. «También la agricultura extensiva y la práctica de la agroecología, las invasiones biológicas, la fragmentación y la forestación, aunque parezca contradictorio, constituyen amenazas».

Continuará la Sociedad Cubana de Botánica en su ambición por dotar de mayor conocimiento a la población, sobre todo a quienes desde edades tempranas deben comprender que vale más vivir en armonía con la naturaleza que adinerar el porvenir.

Las aves constituyen uno de los grupos animales más agredidos por los mercaderes de la naturaleza.

Efecto mariposa

Tan fuerte como puede ser el aleteo de una mariposa… Cuando extraemos un elemento del medio natural, no solo extraemos ese elemento per se sino, y sobre todo, las funciones y roles que desempeña en la naturaleza. La repercusión sobre la densidad, demografía, conducta, fenología, acervo genético y viabilidad de las poblaciones es totalmente negativo, y no puede ser ignorado.

Así reflexiona el Doctor en Ciencias Biológicas Roberto Alonso Bosch, presidente de la Sociedad Cubana de Zoología, al referirse al lamentable y creciente fenómeno de captura de especies para el comercio y el tráfico ilegal.

«Todo se modifica. Se interfiere en las cadenas alimenticias, en la polinización, en la dispersión de semillas y frutos, en el flujo de nutrientes… se afectan los procesos migratorios, se altera la perdurabilidad de los servicios que determinado ecosistema nos ofrece… Se elimina el fondo genético de especies autóctonas, y por tanto desaparecen los que dejan de aportar sus genes a las poblaciones, disminuyendo su tamaño y la existencia del número de individuos para dejar descendencia.

«Hace años se manifestaban estas conductas, para algunos imperceptiblemente, pero ahora, con otras amenazas latentes como el cambio climático y la transformación de los hábitats, la alerta es inminente. Es triste llegar a un lugar donde se hallaba una especie determinada por excelencia, y ahora ya no está. ¿Es eso lo que queremos multiplicar?», agrega el Investigador Titular de la Universidad de La Habana.

Alonso Bosch pone especial énfasis en la relación entre el aumento del comercio ilegal de especies silvestres y la aparición de enfermedades infecciosas emergentes a nivel global, así como en la dispersión y propagación de plagas en ecosistemas agrícolas. «La propagación de la COVID-19 es un ejemplo de ello, como el síndrome agudo respiratorio severo y las infecciones por virus West Nile o influenza aviar, entre otras. Es el ser humano moviendo las piezas del juego a su antojo».

El tráfico de especies de la vida silvestre, unido a violaciones de normas de pesca y la compraventa ilícita de madera, ocupa el cuarto lugar a nivel mundial de actividades relativas al comercio ilegal, precedido por el narcotráfico, la trata de personas y los productos falsificados, subraya Alonso Bosch.

Insiste el biólogo en que evitar o mitigar las capturas favorece el descenso del resto de las actividades delictivas, «pero ello requiere un constante trabajo educativo proambiental en todos los segmentos poblacionales». Las aves, refiere Alonso Bosch, constituyen uno de los grupos animales más agredidos por los mercaderes de la naturaleza.

«Existe un negocio consolidado a partir de estas especies, y además de nuestras endémicas, la mayoría de las que vemos en el país son migratorias. Tristemente, para impulsarlo se emplean métodos de captura y extracción cada vez más ingeniosos, contra los que luchan a diario nuestros guardabosques. También para frenar los intentos de extracción ilícita del territorio nacional labora sin descanso el personal que protege nuestras fronteras».

Añade que los moluscos terrestres, grupo del que más del 90 por ciento de las especies son exclusivas del país, son de los más codiciados por su belleza, rareza y formas singulares. Cazados son también el manatí, las jutías y otros mamíferos, a partir de los cuales se lucra con la venta de su carne.

«Los reptiles, entre los que se incluyen cocodrilos, tortugas, iguanas, lagartos y chipojos del género Anolis, y el majá de Santa María, entre otras especies nativas y amenazadas de extinción, deben estar en la mira de nuestros especialistas para detectar sus posibles disminuciones en la naturaleza, y aunque no conozco un mercado establecido de anfibios, no dejo de preocuparme porque, por ejemplo, las ranas del grupo limbatus, que se encuentran entre las más coloridas y las más diminutas del mundo, pueden generar más de un motivo para el comercio», subraya Alonso Bosch, quien además hace un llamado de atención sobre lo concerniente a la contaminación sonora y las consecuencias que esta puede acarrear en los cambios de conducta, sobre todo reproductivos de diferentes poblaciones.

«Aun cuando Cuba es una nación avezada en cuanto a legislaciones ambientales se refiere, todo debe ser perfectible y a la espera de un mejor marco legal; es un deber de nuestras asociaciones seguir contribuyendo con la capacitación, la educación y la divulgación del saber científico en aras de enriquecer la cultura ambiental de nuestro pueblo, creando un compromiso con el futuro, todo ello en lo que se logra “engrasar” lo que establece la ley, con las contravenciones y la realidad que vivimos», afirmó.

 

 

 

 

Es necesario desarrollar con niños y adolescentes actividades de educación ambiental para enriquecer el conocimiento sobre nuestras aves endémicas y migratorias, con el objetivo de contribuir a su conservación. Foto: Rolando Padilla Hernández/Archivo JR

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