Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Campeona también en el barrio

Una gloria deportiva cubana proyecta su mejor gol en el barrio, dado su aporte a los más vulnerables durante la pandemia

Autor:

Yahily Hernández Porto

Camagüey.— Durante estos largos y dolorosos días de pandemia, mucha ha sido la solidaridad de cientos de cubanos y cubanas para hacernos mejor la estadía en este aislamiento que pretende robarnos la tranquilidad.

Ejemplos sobran, aunque sean miles, pues todo lo que se haga por el prójimo es bien recibido, por su manera de impactar en la cotidianidad de los más vulnerables, y ningún gesto pasa inadvertido ante la vista de vecinos.  

Desde ese prisma multicolor de heroísmo vive hoy Adelina Concepción Altacho García, campeona de balonmano en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1993 y Bronce en los Panamericanos de 1999, quien viste de optimismo las calles de su colonial Camagüey en medio de este pandémico escenario.

Resulta que esta gloria del deporte cubano marca sus mejores goles cuando, día tras día, encara al mayor rival de su barrio: «La COVID—19 no puede con Cuba ni con sus deportistas, quienes nos hemos sumado a la mensajería para entregar alimentos en todo Camagüey, y hasta a la desinfección de hospitales y centros de aislamientos», dijo a JR esta enérgica mujer, quien se desempeña como directora del combinado deportivo del Consejo Popular San Juan de Dios.

Sobre su nuevo «contrincante», la campeona opina: «Es una enfermedad oportunista, pues no tiene rostro y sí puede costarte hasta la vida. Por eso hay que cuidar a los más vulnerables».

Con humildad significó el valor espiritual de su nuevo desempeño como mensajera mientras dure la pandemia: «Yo siento que esta labor nos humaniza, pues una palpa el agradecimiento inmediato de los abuelos, quienes también necesitan saber que no están solos durante el aislamiento social».

—¿Le han reconocido como la campeona que es? ¿Cómo ha sido ese momento?

—Sí, siempre hay quien me reconoce y me felicita por las medallas. Otros se asombran, pues no creen que una campeona reparta alimentos, algo de lo que me siento orgullosa, pues mi madre querida, Hortensia, me enseñó a ser humilde, y así es como yo educo a mi hijo, Carlos, quien también colabora cuando se le ha llamado.

«Cuando el Comandante en Jefe Fidel Castro nos puso la Medalla de la Dignidad, luego del Oro centroamericano en 1993, nos inculcó compromiso no solo con el deporte, sino también con la Patria, con la vida misma, y esta es una manera de honrar su legado y la vigencia de su actuar». 

—¿Cuánto le ha aportado ser la «campeona del barrio»?

—Tal vez sea la deportista con más abuelos y abuelas, y más padres y madres. He sentido el agradecimiento y el respeto de quienes merecen ahora toda nuestra atención. Y sí: también necesitamos de esas dosis de amor para espantar este virus mortal y sentirnos útiles, nuevamente campeones.

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