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Las casitas que no abren

El Consejo de Ministros volvió a dar luz verde a las denominadas casitas infantiles, un proyecto que, surgido en 1993, perdió acogida entre los responsables del sistema empresarial e institucional del país. Ante la necesidad de facilitar el cuidado de los hijos pequeños de las familias trabajadoras, se busca recuperar la iniciativa, mientras se enfrentan el desinterés y el desconocimiento de sus bondades

Autores:

Margarita Barrios
Osviel Castro Medel
Juan Morales Agüero
Yahily Hernández Porto
Dorelys Canivell Canal
Laura Brunet Portela

«Aquí se espera con tremenda alegría que comiencen las labores constructivas para la creación de una casita infantil. Es un viejo sueño de los vecinos de la comunidad San Manuel, quienes están dispuestos a sumarse para lo que haga falta», dijo Yusdenia Castañeda Castellanos, madre de tres hijos y trabajadora del taller de confecciones Luz Palomares García, ubicado en el poblado de Cascorro, del municipio de Guáimaro, a unos 60 kilómetros de Camagüey.

Igual de certero y optimista fue el criterio de la directora del taller, Odalis Escoda Rivero: «Para los 59 trabajadores de la institución, de los que solo ocho son hombres, tener una casita infantil sería un alivio. Ello le daría respuesta a un problema que en no pocas ocasiones constituye un freno para el buen desempeño en sus labores de quienes requieren de un lugar adecuado donde se les eduque y cuide a sus hijos».

Odalis, quien tiene 53 años de edad y de ellos lleva 18 de labor ininterrumpida en dicha entidad, comentó que en esta se determinó usar el área del comedor y transformarlo en una casita infantil. «Con un poco de esfuerzo y mínimos recursos el anhelado sueño se convertiría en realidad. Esa facilidad serviría para dar respuestas al desarrollo local de este municipio».

En recorrido de Juventud Rebelde por esa entidad, sus carismáticas trabajadoras coincidieron en una opinión que resume el sentir de los habitantes de San Manuel, «con un empujón esto se termina y si fuera preciso los vecinos donarían juguetes, muebles… lo que hiciera falta para que la idea no muera en el intento».

Mientras llega el «empujón» a la comunidad camagüeyana, otra realidad se vive en la provincia más occidental del país. Por allá, hace más de 20 años, en el municipio de Consolación del Sur, funciona una casita infantil. Ubicada en los predios de la empresa pecuaria genética Camilo Cienfuegos, el recinto recibe a los niños de sus madres trabajadoras y presta servicio a mujeres del sector de la Salud, el Comercio y casos sociales de la comunidad.

«Todo comenzó hace 27 años, cuando Miguel Ángel López —director entonces de la empresa— organizó ese espacio a petición de una ingeniera que no tenía quién cuidara a sus dos niños. El esmero y la dedicación de la entidad hacia la casita no ha mermado ni un ápice y hoy la matrícula asciende a 55 niños, incluyendo, los que cursan el grado prescolar», expresó Mayra Germán Molinet, directora fundadora de la casita infantil Futuros vaqueritos.

«Consolación del Sur es uno de los municipios en los que las plazas para los círculos infantiles están cubiertas y, además, esas instituciones quedan muy alejadas de la Camilo Cienfuegos. Resolvemos un problema a las madres obreras, pero también a las trabajadoras de la comunidad que, de alguna manera, prestan servicios a los de la Empresa, como son las que laboran en la farmacia, la bodega, las maestras, por poner algunos ejemplos.

«El trabajo educativo es similar al de un círculo infantil. Recibimos asesoramiento metodológico de Educación y la empresa garantiza la base material de vida y la alimentación. Tenemos hijos de más de 20 obreros que, igualmente, transitaron por la casita en los primeros años de su apertura. Eso nos llena de orgullo», destacó.

Por su parte, Aracelis Romero Gordillo, jefa de Primera Infancia de la Dirección Provincial de Educación en Pinar del Río, destacó que «allí todo funciona bien, la instalación está bonita, tienen educadoras, auxiliares. La empresa paga esos salarios y garantiza los alimentos a los niños. Sin embargo, esa experiencia no la hemos podido generalizar».

Voluntad de muchos

La ampliación de las casitas infantiles, una posibilidad que tienen entidades de la producción y los servicios, fue aprobada en la reunión del Consejo de Ministros del mes de marzo último. Según se dijo en ese encuentro, se trata de una variante de atención educativa en la modalidad institucional de la primera infancia, para los niños cuyas madres, padres o tutores laboran en ellas.

En el complejo escenario de trasformaciones que vive el país se necesita una mayor estabilidad de la fuerza laboral, por ello no es casual que se considere viable la propuesta de retomar, con responsabilidad, la creación y aprobación de las casitas infantiles.

Esta modalidad surgió en 1993 en cooperativas agrícolas y lugares donde no había círculos infantiles cercanos, detalla María de los Ángeles Gallo Sánchez, directora nacional de Primera Infancia del Ministerio de Educación (Mined), quien añadió que en los años 2000 se alcanzó la mayor cifra con 38. «Hoy solo quedan 16 con una matrícula de 453 niños en Pinar del Río, La Habana, Mayabeque, Villa Clara, Cienfuegos, Las Tunas, Holguín y Granma».

Hace más de 20 años, en el municipio pinareño de Consolación del Sur, funciona una casita infantil ubicada en los predios de la empresa pecuaria genética Camilo Cienfuegos.

En tal sentido, Clay Pérez Jiménez, subdirector de la Dirección Provincial de Educación en Camagüey, respaldó que «no es una idea nueva, pero sí es muy necesaria potenciarla para dar cobertura a los procesos educativos que se requieren en esas edades y a la falta de círculos infantiles, pues esta provincia cuenta con solo 65 centros, con una matrícula de 8 272 niños, pero posee 2 209 solicitudes pendientes».

Acotó que en diciembre de 2020 el Gobierno provincial, de conjunto con el Mined, abordó estrategias para preparar y sensibilizar a los directores de organismos y presidentes de los consejos populares ante las regulaciones que exige esta alternativa de atención integral a niños, y se recomendó la creación de casitas infantiles.

A pesar de los esfuerzos que se realizan en la extensa llanura agramontina, aún falta mucho camino por andar para lograr consolidar ese proyecto. Así lo evalúa el informe Propuestas de casitas infantiles de los municipios de la provincia de Camagüey, como parte de la atención a la política demográfica, de la Dirección Provincial de Educación, del 25 de febrero último.

Por su parte, la Jefa del departamento de Primera Infancia en la Dirección Provincial de Educación en Pinar del Río, refirió que han llevado la idea de las casitas infantiles a las reuniones de los consejos de la Administración y también a los municipios, porque «necesitamos que los organismos se enamoren de la tarea y tomen conciencia de la posibilidad que tienen de ayudar a las madres trabajadoras».

Al respecto, Niurka Rodríguez Hernández, vicegobernadora de Pinar del Río, expresó que incrementar las casitas constituye una prioridad en el territorio y han dado orientaciones precisas a los municipios. «En un primer momento socializamos la idea, luego se explicó el objetivo y ahora estamos tocando las puertas de las empresas y estructuras productivas que pueden asumir esa iniciativa».

Romero Gordillo precisó que en la actualidad se construye una casita que beneficiará a las trabajadoras de la cooperativa de producción agropecuaria (CPA) Eliseo Caamaño, en Consolación del Sur, y otra que dará respuesta a los reclamos de las madres en el consejo popular Manuel Lazo, en el municipio de Sandino, donde no hay círculo infantil.

«La casita estará en el mismo seminternado Camilo Cienfuegos, subordinado a la dirección de la escuela y acogerá a niños de madres del propio sector y también de la Salud Pública y otras entidades aledañas», dijo satisfecha la Vicegobernadora pinareña.

No obstante, lamentó que una tercera iniciativa aparece en el municipio de Minas de Matahambre, pero después de construida la instalación la decisión más reciente de Educación es convertirla en Jardín de la infancia, pues no existe ninguna entidad que la asuma.

Con un «Empujoncito»

Tampoco en Las Tunas la idea de crear casitas infantiles ha tenido la acogida que merece, afirma Yanara Campaña Mariné, jefa del departamento de Primera Infancia en la Dirección Provincial de Educación. «En la actualidad, y a pesar de la insistencia por fomentar la iniciativa entre las empresas y organismos que podrían acogerlas, solamente dos están abiertas en el territorio, que ahora se utilizan como centros de aislamiento de la COVID-19».

Según la directiva, en la provincia funcionan 28 círculos infantiles y un jardín de la infancia. Tienen una matrícula de más de 5 600 niños, pero hay unas 3 000 solicitudes pendientes. «Sería precisó construir más círculos para asimilar esa matrícula y el país no está en condiciones de hacerlo. Las casitas podrían colaborar.

«El sector de la Salud Pública se beneficiaría mucho, en virtud de la gran cantidad de trabajadoras con hijos pequeños que figuran en su plantilla. Igualmente ocurre con Comercio y Gastronomía, Etecsa, los bancos... Pero no apreciamos que reaccionen en ese sentido», subrayó.

Realmente, en estas empresas no se asume con la sensibilidad requerida una iniciativa de esta naturaleza. Nadie allí se pone en la piel de una madre trabajadora cuyas obligaciones con sus criaturas pequeñas le impidan cumplir cabalmente sus funciones en una fábrica, una escuela o una oficina. Sería bien visto que las secciones sindicales tomaran cartas en el asunto y promovieran la idea hasta ponerla en práctica.

Mientras, en la provincia de Cienfuegos, «las casitas infantiles proliferaron en los centrales azucareros y estaban proveídas en cuanto a abastecimientos, pago a los trabajadores y mantenimiento de los locales por las administraciones de esas industrias; pero desaparecieron con la disolución de los ingenios», explicó Maida Lien Pérez Carballada, jefa del departamento de Primera Infancia de la Dirección Provincial de Educación.

Hoy solo funciona la casita infantil de la CPA 26 de Julio. En estos momentos tiene seis niños, pero admite hasta 20. Abrió en 2018, como parte del proyecto Cuba Cooperación-Francia, que inauguró allí la minindustria La Guajira, y permitió que varias trabajadoras retornaran a la vida laboral gracias a ese local de cuidados infantiles.

Arturo Moreira Ramos, presidente de esa CPA, precisó que abastecen los alimentos para los niños, gracias a que cuentan con uno de los módulos pecuarios más integrales de la provincia. Añadió que este no solo es un lugar donde se cuida a los infantes, sino también donde se educa.

Desde Granma las noticias para materializar las casitas infantiles no son nada buenas. En 2004 surgieron las primeras, en el municipio de Cauto Cristo, exactamente en el poblado de Babiney y en el caserío de La Seis. Un año después nacieron otras en Manzanillo, en los consejos populares ICP y Caimary. Esta última es la de mayor matrícula (45) —de 83 en la provincia— y es atendida por el Poder Popular.

Sin embargo, llama la atención que desde entonces el territorio no haya crecido en esa modalidad, tan útil para las madres trabajadoras. Tal vez las direcciones de los organismos se acomodaron a la espera del otorgamiento de círculos infantiles o probablemente «olvidaron» esta posibilidad.

«En las entidades se necesita mayor empuje para que se concreten otras casitas infantiles. Nuestro sector, Educación, garantiza el personal docente para ellas, pero su creación depende de la voluntad de otros. De todos modos, pensamos que con el impulso que existe a nivel nacional logremos dar un salto en el futuro cercano», comenta Silvia Remón Lastres, jefa del departamento de Primera Infancia en Granma del Mined.

Añade que está en proceso de terminación una casita en el municipio de Manzanillo, «en un local perteneciente al Inder, para la atención a los hijos de las madres de ese sector. Se proyecta iniciar cuando las condiciones epidemiológicas en la provincia lo permitan». También reconoce que en un territorio como Bayamo, con más de 200 000 habitantes, deberían haberse creado varios locales de este tipo.

Según Odalis Urquía Santos, jefa del departamento de Primera Infancia en ese municipio, «han existido intentos, pero ninguno se ha materializado. Muchos directivos de organismos no se percatan de que pueden reacomodar un local, sin necesidad de construir otro y que eso serviría muchísimo para apoyar la labor de cientos de madres y padres que trabajan y no siempre tienen con quién dejar a sus hijos».

Ella es testigo del aluvión de solicitudes de círculos, «que no podemos satisfacer porque son mucho más grandes las demandas que las ofertas. Si se concretaran varias casitas infantiles en Bayamo, el panorama cambiaría».

Y ello es algo que también demostró la indagación de este diario en otras regiones del país, donde este singular proyecto todavía sigue desconocido por muchos de quienes podrían promoverlos.

Se hace necesario que empresas y organismos asuman la casita infantil como parte de los beneficios a sus trabajadores. Allí estarán los más pequeños, mientras la familia, sin preocupaciones, cumple con su jornada laboral en tiempos donde calidad y productividad son necesarias para sacar adelante el país.

Alternativa para estos tiempos

«Una nueva legislación que rige la apertura de las casitas infantiles entrará en vigor próximamente, la cual resuelve, entre otros aspectos, muchos de los problemas que suscitaron el cierre de algunas de esas instituciones», explicó María de los Ángeles Gallo Sánchez, directora nacional de Educación de la Primera Infancia del Mined.

«Claro que también será preciso sensibilizar a las administración de los centros laborales para que comprendan que esa es una opción para que la familia pueda incorporarse al trabajo y dejar bajo buen cuidado a sus niños, pues son muchas las solicitudes de círculos infantiles que están pendientes y que el país no puede dar respuesta».

Gallo Sánchez explicó que una de las principales variantes que se propone en la nueva norma jurídica es que el personal que labore en las casitas sea graduado de Educación, «para que quede en manos nuestras la atención del niño y sea una variante institucional, aunque el centro de trabajo que la acoge ponga los recursos materiales.

«Otro de los problemas que propició el cierre de alguna de ellas, y ahora estamos dándole solución con la nueva normativa, es que la empresa tiene que justificar el gasto que realiza, y si la casita infantil no coincide con su objeto social, pues no puede argumentar la utilización de esos recursos», detalló.

En el caso de La Habana, donde existe una sola casita infantil que forma parte de un proyecto de la Oficina del Historiador, la directiva puntualizó que no se ejecutarán otras, pues este territorio posee círculos infantiles, lo que le falta es personal, asunto que deberán potenciar, sobre todo, entre las muchachas jóvenes como fuente de empleo.

Sin embargo, subrayó que esa variante educativa, como fue anunciado en el Consejo de Ministros de marzo, se potenciará en las demás provincias, «porque el problema fundamental son los locales, sobre todo en lugares apartados y el Estado no dispone de recursos para dar una respuesta.

«En todos los territorios hay personal preparado o que esté dispuesto a capacitarse para asumir esas labores. Solo queda que las empresas y organismos se den cuenta de lo beneficioso que es para su desempeño. Tocará a todos insistir y explicar para que sean asumidas con el beneplácito que merecen», destacó.

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