Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Con la vergüenza y el decoro

La orden de combate está dada y no dejaremos que se adueñen de lo que por derecho propio nos pertenece

Autor:

Aracelys Bedevia

Hay un perverso interés en dividirnos, en confundir a una pequeña masa de pueblo que, abrumada ante una prolongada escasez que nos afecta a todos, se ha dejado llevar por toques de campanas vacías que promulgan una supuesta ayuda humanitaria. A las calles, dijeron los que empujan pero no tienen el coraje de exigir el levantamiento de un bloqueo que parece no tener fin.

Conscientes de que vivimos el peor momento desde que comenzó la pandemia, los enemigos de la Revolución manejan con fiereza los hilos de una campaña que no tiene otro objetivo que crear el caos y el enfrentamiento entre los cubanos, para luego intervenirnos militarmente y hacernos volver a un pasado que no quieren ver mis ojos.

Se veía venir. El olor a azufre, como decía el Comandante Hugo Chávez, empezó a circular en el ambiente y no perdieron el chance de aprovecharse de la situación de vulnerabilidad que vive nuestro pueblo. Jugaron sucio y manipularon emociones. Confundieron e incitaron porque como bien dice un viejo refrán: el que empuja no se da golpes. Hablaron de un corredor humanitario que no tiene otro objetivo que robarnos la soberanía.

No hay improvisación en lo sucedido en San Antonio de los Baños y otros territorios como La Habana. El show estaba montado hace años y solo faltaban los títeres para correr el telón y dar inicio al espectáculo. Todo fue programado al detalle. Cuando lo que toca es quedarse en casa, hacer un pacto de tregua y mantener el distanciamiento físico y social, empujaron para que empezara la función, conscientes de que convocar a un cacerolazo ahora acrecentará una crisis sanitaria que puede volverse incontrolable si no hacemos un llamado a la mesura y a la unidad de todos los cubanos.

La orden de combate está dada y no dejaremos que se adueñen de lo que por derecho propio nos pertenece. Hay muchas maneras de solucionar los problemas sin acudir al enfrentamiento porque eso solo traerá más infectados y, por consiguiente, un mayor número de familias desgarradas por la pérdida de uno de los miembros.

Intervención humanitaria nada tiene que ver con ayuda humanitaria y la Patria es sagrada. Si intentan tomar la calles como amenazan, si insisten en un levantamiento cuando lo que toca es concentrarnos en cortar las transmisión y salvar a los enfermos no tendremos otras alternativa que enfrentarlos sin violar sus derechos constitucionales, como expresó Díaz-Canel.

Me recordaba mi padre las palabras de Ignacio Agramonte cuando le preguntaron cómo iba a continuar la guerra y respondió: con la vergüenza y el decoro de los cubanos. De ambos valores estamos bien pertrechados los revolucionarios. La Revolución es nuestra y estamos abiertos a recibir ayuda humanitaria pero sin que medie un corredor que no tiene otro objetivo que penetrarnos y destruirnos.

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