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Septeto Son del Barrio: Música tradicional con sonido contemporáneo

Esta agrupación de la oriental provincia de Las Tunas ha demostrado que géneros como el son, el changüí y el bolero no han pasado de época en el gusto popular

Autor:

Yelanys Hernández Fusté

El septeto Son del Barrio. Foto: Cortesía de la agrupación La primera sorpresa sobre la aceptación en el público de Son del Barrio fue la acogida mostrada por los niños. «Los pequeños de tres o cuatro años coreaban junto a nosotros Corazón de chivo, un tema que popularizó el grupo Sierra Maestra y la trova santiaguera», ilustra Ernesto Carrió Pérez, su director.

Es que muchos, luego de haber disfrutado del septeto, no han dudado en reconocer la influencia del son de la loma. Sin duda, la música tradicional cubana ha caracterizado a estos músicos en cinco años de trabajo.

Pero la verdadera razón del éxito de estos artistas radica en que no han dejado que mueran en el olvido las raíces musicales de la Isla. Así incluyen en su repertorio al son, el changüí y el bolero.

Para Carrió Pérez, lo anterior es cumplido al pie de la letra. Por ello «el septeto surge en el año 2001. Al llegar de una gira por Portugal con Tradiciones Cubanas, decidí hacer este formato. Me reuní con músicos de la provincia y compañeros míos de otras agrupaciones, que deseábamos mantener desde el pentagrama nuestra identidad cultural, y fundamos Son del Barrio.

«A los tres meses de creado, nos presentamos en el Festival Matamoros Son, evento que dirige el maestro Adalberto Álvarez. A través de la Casa del Caribe de Santiago de Cuba, actuamos en varios espacios de esa ciudad y compartimos escena con Eliades Ochoa. Desde ese tiempo nos dimos cuenta de que valía la pena el proyecto y que el grupo tenía buena aceptación. Incluso muchos afirmaban que en Las Tunas también se cultivaba el son de la loma».

—¿Por qué Son del Barrio?

—Porque somos del reparto de Buena Vista. Los vecinos corearon nuestras primeras canciones. Desde que comenzamos a ensayar en mi casa, palpamos la acogida y el respaldo del barrio. Además, porque pienso que precisamente en el barrio es donde han surgido muchos de los creadores más importantes de la música cubana.

—¿Cuándo recurren a géneros cubanos surgidos en décadas pasadas, buscan la perfección y la competencia con ritmos de mayor actualidad?

—Es innegable el impacto que tiene en nuestro trabajo la trova santiaguera y la tradicional, de las que primero bebimos. Los temas que interpretamos llevan la firma también de compositores del patio. Somos muy celosos a la hora de mantener el sello y el estilo del septeto.

«La música cubana de este último tiempo perfila varias tendencias, mas esas raíces no se pierden porque siempre va a existir alguien que las defienda. Actualmente muchas agrupaciones como Manolito Simonet y su Trabuco, Adalberto Álvarez y su Son, NG la Banda, los Van Van o Pupi y los que son son, luchan por eso.

«Hay otras tendencias que existen producto del propio comercio musical. No estoy en contra de ninguna. Aprecio mucho el reggae que hizo Bob Marley. Tengo discos de artistas que hacen reguetón y rap en otras partes del mundo, pero creo que aquí debemos ir más a la fusión de esos géneros con el son, el chachachá, como lo hace Orishas, por ejemplo».

—¿Qué retos tienen las agrupaciones que cultivan la música popular y tradicional cubana?

—Ese es uno de los desafíos que enfrentamos. Lo importante es ir una y otra vez a nuestras raíces y darle un aire contemporáneo, que suene como una música de este siglo XXI. Hemos actuado en la provincia, en otras partes del país y en polos turísticos, y ha sido positiva la respuesta del público, lo que quiere decir que no vamos por mal camino.

—Ustedes confirman la necesaria unidad entre el arte y la comunidad...

—Cada género musical tiene su público. Nosotros ya tenemos a grupos de personas que gustan de lo que hacemos. Actuamos en el Parque 26 de julio, de la ciudad cabecera, en las instituciones culturales o en nuestra peña desarrollada en el reparto Buena Vista, espacio con dos frecuencias mensuales que ha creado entusiasmo en el lugar y que disfrutan los vecinos.

«Estamos conscientes de que es importante hacer que permanezca ese tipo de espacios. Sería genial que otros, en especial los directores de orquestas y los solistas, fueran consciente de ello. Al final todo va a revertir a favor de la preservación de la música cubana desde la base.

«Con esto quiero sensibilizar a todos: a dirigentes, artistas e instituciones. En Las Tunas hay mucho talento y muchas fuentes para explotar en función de conservar el patrimonio sonoro. Estoy seguro».

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