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La Premio Nacional de Radio 2006 comenta de su vida en el medio

Declaraciones de Doris Era González, quien es además, investigadora y autora de unos seis títulos publicados y otros en proceso de edición

Autor:

Julio Martínez Molina

Doris Era González. Foto: Juan Carlos Dorado CIENFUEGOS.— En esta ciudad la voz de Doris Era González se ha estado escuchando cada día durante 40 años, desde los micrófonos de Radio Ciudad del Mar. No menos de diez programas a la semana, de diverso signo y duración, reclaman su presencia casi permanente en la planta.

Cuentan que de niña casi balbuceaba al tomar un micrófono. El padre, que era periodista y conductor de varios programas salidos al éter de aquí, la acercó al medio y le hizo vivir en carne propia esa fuerte atracción suya por el universo de las cabinas y micrófonos.

«Un domingo me llevó para que recitara. Era tan chiquita que no llegaba ni al micrófono; me subieron a una silla y lo bajaron. Fue entonces cuando, apenas cumplidos cuatro años, tuvo lugar mi bautismo de fuego.

«A partir de aquel momento cobré afición por este mundo, aunque nunca creí que iba a dedicar mi vida a trabajar dentro de él».

—¿Cuándo entras oficialmente al medio?

—En los años 60. Apareció un puesto de discotecaria (lo que ahora se nombra fonotecaria), en la emisora provincial y lo tomé. Desde allí, al menos, estaba más cerca de lo que yo quería hacer: locución.

«Luego presenté a la dirección varios proyectos de programas que escribía, dirigía y comentaba. Algunos cristalizaron y permitieron que me iniciara profesionalmente como locutora (1970), aunque desde hacía varios años practicaba la especialidad de manera voluntaria.

«Mientras, hice el curso dirigido para trabajadores de la Licenciatura en Letras en la Universidad Central de Las Villas, donde me gradué en 1980».

—Paralelamente a la radio, te planteas una intensa línea intelectual vinculada a la literatura y la historia.

—Comencé las investigaciones en la Universidad. Profundicé en la historia, asunto que siempre me ha motivado, sobre todo después que ingresé en la Unión de Historiadores de Cuba y en la UNEAC. También en la literatura, pues escribo además ensayos literarios.

«El año anterior publiqué los libros Miguel Ángel de la Torre, sobre este maestro de la crónica periodística, y Eduardo Chivás: el gran cívico, en coautoría con José Díaz Roque, a cuyo lado igualmente escribí Las cosas de Samuel (Feijóo), aparecido en el año 2000.

«Otra obra que ya vio la luz fue Cartas desconocidas a Máximo Gómez de Rita Suárez del Villar. Este año debe publicarse por la editorial sureña Mecenas Aún crecen las siemprevivas, biografía novelada inspirada en la vida de la propia Rita, la cual hace años llevé a la radio y fuera Premio del concurso nacional de la FMC Siempre Marianas.

«Hay otros en proceso de edición; entre los más recientes que he escrito se cuenta una biografía novelada de Mercedes Matamoros, un ensayo sobre la poesía de Anita Fernández e incluso piezas de narrativa y poesía. Algún día verán la luz…, o no».

—La radio te debe documentados trabajos. ¿Son estos una suerte de tributo al medio que te recibió, y te recompensó este año con su Premio Nacional?

—De hecho lo son. El libro La radio en Cienfuegos representa un rastreo histórico del desarrollo del medio aquí, desde su surgimiento en 1923 hasta la actualidad.

«Antes había aparecido Crónica de una emisora: Radio Ciudad del Mar, publicado por la Editora Política, el cual enfoca su interés a partir de 1936 —cuando se funda la emisora provincial—, hasta 1983, en que resultó premiado en el concurso de historia Primero de Enero».

—Resulta complejo clasificarte intelectualmente por tu variedad de registros. ¿Cómo te autodefines?

—Pienso que soy, simplemente, una comunicadora. Esa palabra compendia o transmite todo cuanto es o pretende ser una persona como yo.

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