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El tatuaje: ¿Arte sobre la piel? (II)

Una fuerte polémica repercute de modo significativo en el reconocimiento social de los tatuadores cubanos, quienes contra viento y marea defienden la labor que realizan La moda tattoo gana adeptos (I)

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Leo Canosa. Fotos: Roberto MorejónApasionados y hasta cierto punto recelosos llegaron esta semana a la redacción de JR Che Alejandro y Leo Canosa, dos jóvenes cubanos que han dedicado más de diez años de sus vidas a una práctica bastante estigmatizada: el tatuaje. Ambos creadores parecen «lienzos vivientes», residen en la capital y son miembros de la Asociación Hermanos Saíz (AHS).

Varios dibujos adornan sus cuerpos. También el de algunos de sus familiares más cercanos. Orgullosos de su obra, Che y Leo promueven un club de amigos que se reúne con el propósito de intercambiar experiencias. Pues si bien, como ellos mismos aseguran, tienen mucho que agradecer a la AHS que los acogió en sus filas y posibilitó la realización de muestras, debates, encuentros y otras actividades, existen tatuadores que no han logrado ingresar en la Asociación.

«Lo ideal sería tener un espacio para la cooperación y el debate, de intercambio e integración, donde el arte del tatuaje sea el eje central.

«Hay tatuadores con una obra meritoria que exponen en casas de cultura y galerías. Pero nadie se entera porque la promoción es casi nula y es importante para nosotros que conozcan lo que hacemos, que sepan que este trabajo también es arte y que tomamos todas las precauciones para evitar reacciones adversas y otras complicaciones», declararon Che y Leo quienes, según dijeron, acuden con frecuencia a las autoridades del MINSAP para que les inspeccionen los locales de trabajo y confirmen que todo está en orden.

Sin embargo, los prejuicios y mitos fomentados alrededor de esta modalidad se alzan como barreras contra quienes dedican tiempo y talento a experimentar sobre la piel. Se ha desatado al mismo tiempo una fuerte polémica que repercute de modo significativo en el reconocimiento social de los tatuadores: ¿es arte lo que hacen?

LIENZOS VIVIENTES

 

Che Alejandro.

El arte contemporáneo se ha movido por varios caminos y eso puede generar cierta confusión debido a que muchos artistas de la plástica experimentan con el cuerpo humano. «Manuel Mendive, por ejemplo, pinta sobre bailarines y modelos. Hace lo que los críticos llaman arte en movimiento. Él transmite su propio mundo artístico en un soporte diferente: la piel humana. Eso sí es arte. Pero no creo que el tatuaje lo sea», expresó a JR Margarita González Lorente, especialista del Centro Cultural Wifredo Lam.

«No obstante, muchas de las personas que tatúan lo hacen con un sentido creativo y realizan su mayor esfuerzo para que quede bien (en cuanto al diseño, la forma y la estética del dibujo que ellos realizan). Incluso, hay artistas de la plástica que están acercándose a ese mundo y hacen diseños estéticamente correctos, agradables a la vista y que transmiten un sentimiento o idea.

«En ese caso hay una intención artística y me atrevería a denominarlo como arte. Pero no cuando se trata de reproducciones de dibujos y obras de otros artistas», enfatizó la crítica de arte.

Y es que lamentablemente hay una realidad que no podemos evadir: existen tatuajes que son verdaderas obras de arte. Pero proliferan también aquellos dibujos que no producen emoción estética. Tal es el caso de los diseños repetitivos de corazones, delfines, flores o nombres inscritos sobre la piel de personas que optan por esos grabados o por otros, que ni ellos mismos saben en ocasiones lo que significan.

En opinión de Che Alejandro, quien además de tatuar es historietista, «nadie que se respete hace tatuajes en los que no haya puesto su granito de arena. El verdadero artista, antes de hacer un tatuaje, diseña su trabajo, hace dibujos exclusivos.

«Cada uno tiene su propio estilo y llega a ser reconocido por ello. Tatuamos por amor a este arte. Cuando una persona interesada llega a tu casa y te pide un diseño único, de espalda completa, no descansas hasta que ves la obra concluida. Eso para mí es arte. Lo importante para nosotros es sentirnos satisfechos con el trabajo que realizamos.

«Si una institución tan importante como la Biblioteca Nacional nos abrió las puertas para dar una conferencia de tatuajes es porque de cierta forma reconocen nuestro trabajo. ¿O es que acaso están equivocados los galeristas que nos brindan un espacio para mostrar nuestra obra y los críticos de arte que dicen que somos artistas?», enfatizó.

Al debate se ha sumado igualmente la doctora Magui Mateo, profesora titular del Instituto Superior de Arte y miembro de la Academia Cubana de la Lengua. La especialista ha dedicado parte de su tiempo a estudiar el fenómeno del tatuaje en Cuba y está convencida de que existe en el país un grupo de tatuadores con un indiscutible talento para el arte, sobre todo para hacer dibujos sobre la piel: «una vanguardia que trata de dar lo mejor de sí; y eso ha sido reconocido por la Asociación Hermanos Saíz, que de alguna manera trata de encausar y orientar este tipo de arte».

Es cierto que no todo el tatuaje es arte como tampoco la totalidad de quienes lo realizan son artistas ni tienen el mismo talento, subrayó. Pero «la mayoría de los muchachos que se dedican a grabar dibujos sobre la piel priorizan la parte artística y no lo hacen con fines de lucro (si bien existen algunos que mercantilizan su trabajo).

«Muchos han retomado grandes obras de la pintura cubana como la Gitana tropical: han bebido de la tradición plástica cubana para llevarla al tatuaje y eso indica que efectivamente existe un interés artístico. Además, a nivel mundial se está reconociendo el tatuaje como un arte, en este caso popular. Aunque todavía no ha sido totalmente aceptado (por lo tanto sigue siendo un arte marginal). Aun así crece el número de exhibiciones de tatuajes, encuentros internacionales y reconocimientos a grandes tatuadores».

NO ES UN DELITO

El psicólogo Humberto García, del Hospital Psiquiátrico de La Habana, quien ha realizado una vasta investigación sobre el tema, considera que los móviles para tatuarse varían con las épocas y las condiciones sociopolíticas en las cuales tiene lugar este fenómeno.

«La confluencia de múltiples causas socio-psicológicas, entre las que se encuentran la moda y la propaganda comercial, inciden de manera significativa en el interés por tatuarse. Unos lo hacen para no quedarse atrás, motivados por el elemental deseo de los hombres de hacer lo que gusta y es aceptado, o por el placer artístico. En otros responde a un impulso desprovisto de argumento sólido o puede ser resultado de un sentimiento religioso que lleva a grabarse la imagen de algún santo de su adoración. Existen personas en que responde a un fin identitario o de pertenencia».

Un estudio realizado por este terapeuta, con pacientes adictos al alcohol y otras drogas, reveló que «el 57 por ciento de esos sujetos está arrepentido de al menos un tatuaje. El deseo de rectificar tal situación los coloca en una posición psicológica incómoda y, ante el dilema de si acuden o no a la ayuda médica (aun cuando consideran que la restauración no quedará bien), se imponen limitaciones como bañarse en la playa con pulóver para no exhibir los tatuajes que ya no les gustan», concluyó el psicólogo.

En cuanto a si existe o no en Cuba impedimento legal que prohíba grabarse dibujos sobre la piel o realizárselos a otra persona (con el consentimiento de esta), Antonio Pillo, abogado y profesor de Criminología de la Universidad de La Habana afirmó: «Tatuarse no es una falta o contravención del ordenamiento jurídico. Tampoco constituye un delito. La Constitución nada recoge al respecto y hoy en día cualquiera lleva un tatuaje».

¿Por qué entonces mirar con mala cara a quienes deciden marcar su piel con uno de estos dibujos? ¿Cómo es posible que algunos se atribuyan la facultad a excluir a personas valiosas por el simple hecho de tener un tatuaje?

No se trata de estimular el tatuaje. Pero sí de respetar la decisión individual de cada sujeto y su derecho a ser apreciado por los valores y principios que lo distinguen como ser humano.

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