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Ángel Bonne, versátil músico cubano

El artista no se conforma con mostrar una sola faceta en la música Recorrido musical del cantante cubano Ángel Bonne

Autor:

Yelanys Hernández Fusté

Foto: Heriberto González Brito Un tema de los años 90, situó a Ángel Bonne en el gusto del público cubano. El cantante, junto a la emblemática agrupación Van Van, hizo de Azúcar un éxito musical indiscutible, aunque ya él estaba desde tiempo atrás vinculado al panorama sonoro de la Isla.

Un total de cinco producciones discográficas ilustran el trabajo en solitario del músico. Pa’ decir lo que yo siento, Circunstancias, Esta es mi música, Por favor escúchame y Bonne and Bonne Co., se unen a los más de 40 discos grabados al lado de figuras reconocidas de Cuba.

Versatilidad, o mejor, una insistencia de Bonne en no enmarcarse en un solo género musical, lo ha llevado a incursionar en el jazz, la Nueva Trova y la música popular —esta última la trae de raíz, desde su natal Santiago de Cuba.

Confiesa el artista que genéticamente su padre, Enrique Bonne, «tiene mucho que ver con mi gusto musical. Crecí viéndolo tocar el piano, y los tambores sonaban en el patio de mi casa. Allí nos visitaba lo mismo Pacho Alonso que Omara Portuondo, y otros grandes.

«La primera vez que toqué en público fue a los cinco años con los tambores de mi papá en el Parque Céspedes. La percusión fue mi instrumento inicial, como el de casi todos los niños cubanos.

«Paradójicamente, hay un personaje en mi vida que no conocen, pues es un héroe anónimo: mi tío materno, Pedro Julio Sánchez, clarinetista y saxofonista que tocó en el cabaret Tropicana y en otros importantes escenarios. Él fue la persona que más me acercó a los estudios profesionales. Y, claro, finalmente estudié el clarinete», apunta.

Aunque muchos pensarán que el repentino cambio pudo modificar un viejo sueño, Bonne afirma que su decisión resultó acertada, «porque el clarinete y el saxofón son instrumentos muy comunicativos y de gran ayuda a la hora de la interpretación.

«Solo me faltó para completar los estudios, y recibir el título, el recital de graduación del ISA; algo que difícilmente logre ya a esta edad», piensa.

Ángel Bonne es de la idea de que no hay que conformarse con mostrar una sola faceta en la música. Se le ha visto formar parte de Galaxia, de grupos dirigidos por Santiago Feliú o Beatriz Márquez, así como de agrupaciones santiagueras al estilo de Granma y la Orquesta Cubana de Música Moderna.

«A los instrumentos que estudié se unen la flauta y el piano. Luego me interesé por la orquestación, a lo que después se sumó la composición. Creaba mis números desde siempre, aunque nunca se los enseñaba a nadie.

«Tenía el aquello de que mi papá es un magnífico compositor y me apenaba fracasar, hasta que un día Juan Formell me dijo: “No importa que te critiquen, cuando empieces a tener éxito, ellos mismos te aplaudirán y adularán”.

«Y luego, como mismo llegué a la composición, me adentré en el canto. Eso siempre me fascinó. No soy de esos cantantes con el código que las personas están acostumbradas a escuchar. Y sin embargo, terminé con los Van Van.

«Comencé a cantar con la gran banda de Juan Formell, a pesar de que hice mis primeras interpretaciones en Santiago de Cuba. Tú sabes..., sucedió en esas agrupaciones de la FEU que son muy divertidas. Allí hasta el bongosero canta, y terminé haciendo una versión bien tradicional de un tema, al estilo de Ñico Saquito».

Van Van, la escuela

Bonne opina que uno de los momentos más importantes de su carrera artística ha sido su paso por Van Van, una orquesta que le indicó el camino sobre el tipo de música bailable que puede hacerse al más alto nivel en cualquier parte del mundo. «No conozco una agrupación salsera que tenga esa fuerza. Lo de la tropa de Formell es realmente aplastante.

«Formell me decía a mi entrada en el grupo, que para estar en la orquesta era necesario cuidarse, “hay que dormir, no tomar cerveza ni fumar, pues no se puede hacer un papelazo ante 5 000 ni 10 000 personas”. Eso lo asumí con mucha responsabilidad y di lo mejor que pude durante los cinco años y ocho meses que estuve allí.

«Fue una etapa muy importante, porque compuse para la orquesta, canté y coloqué temas dentro de la preferencia del público, y dejé allí una estela de grandes amigos. Incluso, fuera de la agrupación, continúo trabajando con ellos por detrás del telón.

«Siempre me han invitado a colaborar en los coros de sus discos. De alguna manera, se llegó a la conclusión de que mi timbre es parte del sello de la orquesta, y aunque ya no formo parte de Van Van, sí grabo con ellos, al menos hasta ahora...».

—¿Por qué luego de estar formalmente en Van Van, decides continuar como solista?

—Porque tienes una sola vida y no tres. Si tuviera esa cantidad me dijera: “viviré esta con Van Van, la otra tocaré con la Sinfónica y la siguiente cantaré solo o haré lo que quiera”. Cuando decidí salir de la orquesta tenía 33 años y sentía la necesidad de proyectarme solo.

«No me fui porque me creyera estrella, ni por considerar que estaba maduro y podía emprender esta aventura en solitario. Comencé a apreciar que escribiendo para Van Van había encontrado una manera propia de componer.

«Y no puedes hacer algo tan personal en una orquesta con un estilo tan probado y con un sello histórico. Ellos tienen ganado un sonido en la mente de las personas, y no soy quién para tratar de cambiar algo que respeto tanto, al igual que a sus músicos.

«Tomé la decisión y asumí las consecuencias de seguir mi carrera en solitario, con la cual he tenido mis buenos momentos, pero también he pasado mucho trabajo».

Muchas expectativas ha tenido Ángel Bonne en este tiempo. Un período donde el éxito no se le ha escapado de las manos, y temas como Usted volverá a pasar, El caldero, Pura vestimenta o Ya no soy un pepillo, han demostrado sus dotes de compositor, pero, además, de director de orquesta.

En el nuevo proyecto de Bonne intervienen 11 músicos. Constituye una propuesta renovada con una dramaturgia que brinda acceso no solo a la salsa, sino también a géneros como el jazz latino o las canciones de temática social.

La propuesta del músico se divide en actuaciones en grandes plazas y en teatros. «Hace poco más de un año, explica, decidí materializar la idea, pues me permitía estar con el público al cual le gusta lo que hago. Siempre es una oportunidad bonita de cantarles, de sorprenderlos», expresa.

La grabación en noviembre de un disco con el suizo Martin Richard, así como su trabajo en las Casas de la Música y en las fiestas populares de las distintas ciudades, resultan los planes más inmediatos de Bonne. «Ese es el centro de mi vida», dice.

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