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Serán inauguradas hoy exposiciones de los artistas españoles Manolo Quejido y Luis Gordillo

El Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba acogerá las muestras de los dos reconocidos plásticos ibéricos

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Sin nombre no. 27 (Cine), de Manolo Quejido (1998). Tras ser admiradas en el Museo de Arte de Zapopan en Guadalajara, México, y en el de Bellas Artes de Caracas, Venezuela, el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana regalará una oportunidad irrepetible: aplaudir dos notorias muestras de los importantes artistas andaluces, Luis Gordillo, Premio Velázquez de las Artes Plásticas 2007 —el equivalente al Cervantes de Literatura—, y Manolo Quejido, uno de los pintores más destacados de la generación que se inició en ese camino a mediados de los 70, las cuales serán inauguradas esta tarde, a las 5:00 p.m., en dicha institución.

«Se trata de dos artistas que rehuyen al cliché, la etiqueta, que nunca están satisfechos con una manera de hacer con la que ya pueden sentirse seguros y completos, y que no se cansan de progresar», asegura el curador de ambas exposiciones, José Lebrero Stals.

Lebrero está al frente del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, que tiene a cargo la producción de estas exposiciones junto a la Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior de España (SEACEX), cuya directora, María Isabel Serrano Sánchez, también acompaña a Manolo Quejido, en esta su primera visita a la Isla,—Gordillo no pudo viajar— para luego partir con las muestras, el 16 de marzo, hacia Sao Paulo, Brasil.

«La verdad, reconoce Quejido, es que vivo en mi cueva encerrado, el sitio donde desarrollo mis posibilidades. Había cruzado el charco una sola vez, en 1977, cuando viajé a Nueva York, Washington y Boston. Esta es la segunda, gracias a esta exposición que me dio la posibilidad de llegarme a Cuba, y no me he podido negar, porque hay algo que me tira del corazón».

Y al parecer no será la última, pues en cuanto Quejido pisó tierra cubana se agarró a la esperanza de poder llevarse un grupo de banderines de nuestra enseña nacional, «pues me gustaría tomarlos como soporte respetado para mi obra futura. No sé en qué va a consistir el asunto, si serán cartas de amor o algo así, pero voy a trabajar sobre ello»; lo cual no es nuevo en el quehacer de este pionero de la utilización de los ordenadores con propósitos creativos en su país.

Nacido en Sevilla, al igual que Luis Gordillo, Quejido se une a otros tantos que integran la prestigiosa nómina de primeras figuras del panorama plástico andaluz como Guillermo Pérez Villalta y Carlos Alcolea, y por supuesto, Murillo, Velázquez y Ribera. Por eso no pudo abstraerse de la luz, los días, la gente de ciudad y empezó a dibujar, «gracias a una madre que me ponía delante el papel y me dicía: ¿te animas?». Fue así como dejó a un lado la arquitectura, para abrazarse con fuerza a la pintura y a los más variados procesos creativos.

«La obra de Quejido, explica Lebrero, da cuenta, por una parte, de una sensibilidad hacia lo social, hacia un compromiso, una conciencia de que las imágenes no surgen únicamente de lo particular, sino que muchas veces llegan a lo particular porque son productos de los mass medias que influyen e impactan vigorosamente sobre las sociedades. Vivimos en un mundo en que las imágenes tienen ideología.

«Otra arista de su trabajo es su indagación sobre la historia del arte, dentro de la cual él intenta situarse, ocupando el lugar que le corresponde como creador. En este camino, tiene no pocas piezas, algunas de las cuales se pueden ver en el MNBA, que pueden parecer muy abstractas, pero que están plenas de claves que pueden descifrar sin dificultad».

Cuando se le interroga sobre el porqué de tantos cambios en su propuesta, Manolo, quien en algún momento estuvo haciendo poesía concreta, responde: «Para mí no ha habido cosa peor a lo largo de mi vida, que me parezca más inaceptable, que alguien me diga: “tú eres...”. No, yo estoy contra la identidad, a mí me interesan las rupturas, hacer un ejercicio constante de otredad.

«Cada vez que uno se pone a pintar, debe olvidar todo saber. En mi obra y en la de Luis hay un punto en el que parece como si nada se hubiera hecho, como si estuviéramos empezando».

Luis Gordillo, por su parte, que impartió clases de francés en el bachillerato, limpió platos en Londres y custodió un hotel nocturno en París, es un artista de gran prestigio y reconocido en el mundo, y quien se desarrolla esencialmente dentro del estilo abstracto y en el campo del grabado. En una entrevista que concedió en el 2006 aseguraba: «Yo trato de transmitir sensaciones muy mías, específicamente mías. Pero intento por todos los medios que ese lenguaje pueda ser comprendido por la mayor cantidad de gente, yo siempre estoy pensando en mis posibles espectadores. De ello darán fe estas exposiciones que presentan una retrospectiva con algunas de sus obras más relevantes.

A decir de María Isabel Serrano, para el SEASEX —empresa pública tutelada por los Ministerios de Relaciones Exteriores y Cooperación, y de Cultura de España—, esta es una gran oportunidad para los amantes de la plástica en Cuba, «pues es la primera vez que reunimos a estos dos grandes artistas, cuyas obras pueden ser bien acogidas y asimiladas, pues se conectan con facilidad con los públicos más disímiles. Estas son dos exposiciones para agradecer».

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