Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Un solo Oscar para «el resto del mundo»

Delirio propagandístico, farándula y absurda competitividad, rodearon la selección del Oscar a la mejor película extranjera

Autor:

Joel del Río

Este año la carrera por el Oscar a la mejor película de habla no inglesa (el único por el cual compiten, de facto, los filmes enviados por las respectivas instituciones de 20, 40 u 80 países) alcanzó una publicidad parecida a las eliminatorias continentales por el Campeonato Mundial de Fútbol. Delirio propagandístico, farándula y absurda competitividad, rodearon la selección de la quíntupla finalista.

Primero se dio a conocer la lista de todas las presentadas al premio: un récord de 63 títulos entre los cuales se destacaban algunos de procedencias tan «exóticas» como Azerbaiyán, Bangladesh, Egipto, Estonia, Filipinas, Grecia, Indonesia, Iraq, Islandia, Líbano, Luxemburgo, Singapur, Tailandia y Vietnam, además de todos los tradicionales productores.

En aquella propuesta inicial estaba La edad de la peseta (Pavel Giroud), a nombre de Cuba, y por Latinoamérica también figuraban embajadoras de Argentina (XXY, de Lucía Puenzo); Brasil (El año que mis padres salieron de vacaciones, de Cao Hamburger); México (Luz silenciosa, de Carlos Reygadas); Uruguay (El baño del Papa, de Enrique Fernández y César Charlone), y Venezuela (Postales de Leningrado, de Mariana Rondón), por solo mencionar algunas perfectamente elegibles para nominación o premio si los preceptos del comité de selección no fueran arcanos basculantes entre la liviandad, el oportunismo político o la coyuntura mediática, el desprecio por las cinematografías emergentes y la autocomplacencia más ramplona, pues se reconoce en otros, mayormente, la facultad de hacer cine a la manera de Hollywood.

Luego se dio a conocer una preselección de nueve, en la que ya habían desaparecido todos los títulos hablados en español (incluida la exitosa española El orfanato, filme de terror producido por el mexicano Guillermo del Toro), y por Latinoamérica solo permanecía el filme brasileño, ya mencionado, junto al austriaco Los falsificadores, el israelita Beaufort, el kazajo Mongol, el polaco Katyn, el ruso 12, el canadiense Days of Darkness (Denys Arcand); el italiano La desconocida (Giuseppe Tornatore) y el serbio La trampa (Srdan Golubovic). Finalmente, un nuevo rapto de frivolidad y la aplicación de jerarquías estéticas inescrutables marcó que los últimos cuatro mencionados antes fueran eliminados, incluso los que demarco con el nombre de sus notables autores entre paréntesis.

Tres películas que la Academia desestimó: la ganadora de Venecia, Deseo, peligro, de Ang Lee; la brasileña presentada en el pasado Festival de Cine de La Habana, El año que mis padres salieron devacaciones, de Cao Hamburger; y The Band’s Visit, la primera propuesta de Israel que, por no cumplir los requisitos exigidos, fue sustituida rápidamente por Beaufort, finalmente nominada.

Entre las ausencias más escandalosas de los dos últimos cortes, que demuestran una buena vez más el ánimo festinado e improcedente con que se ejecuta esta selección, cabe señalar la rumana 4 meses, 3 semanas y 2 días (Palma de Oro en Cannes), la alemana Del otro lado (que ha cosechado, por igual, galardones y reconocimiento de los críticos); la macedonia Sombras, del reconocido Milcho Manchevski; la muy elogiada producción coreana Rayo del sol secreto; la checa Yo serví al rey de Inglaterra, regreso del legendario Jiri Menzel... En fin, que Hollywood nunca ha votado por el riesgo artístico, la vanguardia estética y mucho menos por algo que se aleje demasiado de sus fronteras narrativas y genéricas. De modo que no debería asombrarse nadie con otra decisión trivial o conservadora.

Pero el caso es que este año ha estallado el escándalo y abundan las acusaciones de inoperancia, al menos en cuanto al Oscar «extranjero», donde compite «el resto del mundo», es decir, las cinematografías correspondientes a mucho más de dos tercios de los habitantes de la Tierra, e igual proporción en cuanto a extensión territorial. La primera película presentada por Israel (The Band’s Visit) fue descalificada porque más de la mitad de sus diálogos estaban hablados en inglés, y los norteamericanos les pidieron a sus amigos israelitas que enviaran a todo correr otro filme, y así quedó Beaufort entre los cinco finalistas. Más o menos lo mismo le ha pasado a Taiwán con la flamante ganadora del Festival de Venecia, Deseo, peligro, de Ang Lee, también hablada en inglés y producida por una empresa norteamericana.

Por su parte, la Academia francesa fue cuestionada por elegir una película independiente de animación (Persépolis) frente a la más clásica La vida en rosa (vista recientemente y celebrada en Cuba). Ninguna de las dos fue elegida entre las cinco producciones extranjeras, pero sí alcanzaron nominaciones en el Oscar «normal», la primera como mejor producción animada, y la segunda en los rubros de mejor actriz (Marion Cotillard), diseño de vestuario y maquillaje.

De modo que gracias a las incoherentes decisiones de las academias francesa y norteamericana no quedó ninguna película gala en el renglón que le tocaba, el de las extranjeras, pero producciones habladas en el idioma de Moliere reúnen en total diez candidaturas, repartidas mayormente entre La vida en rosa y la coproducción norteamericano-francesa La escafandra y la mariposa (nominada como mejor director, guión adaptado, fotografía y montaje). Para colmo, la Academia india ha sido cuestionada nacional e internacionalmente por haber elegido el filme Eklavya, un fracaso de crítica y público en su país, pero cuyo director es íntimo amigo de parte del comité elector. La polémica ha llegado hasta los tribunales, puesto que el director de la segunda película clasificada en la elección (Dharm) ha denunciado al comité elector por corrupción.

Respecto a las elegidas, Mongol es una superproducción histórica que retrata las antiguas legiones nómadas de las estepas centroasiáticas y los primeros años de Gengis Khan, futuro caudillo del imperio mongol, por quien se construiría la muralla más larga del mundo debido al miedo que inspiraba en la cercana China.

Arriba, cartel de una de las películas en competencia:Katyn; abajo, de la reconocida internacionalmente,El orfanato, también fuera del certamen. Beaufort es una opresiva película antibelicista, con guión y dirección de Joseph Cedar, cuya acción ocurre en el Líbano, año 2000, cuando las tropas israelitas se retiran de la base militar israelí de Beaufort, todo un símbolo del control militar de Israel sobre el Líbano. La película relata la historia del comandante y sus hombres durante los últimos meses antes de la retirada. El director-guionista trata de evitar la parcialidad por uno de los bandos en contienda, y más bien se concentra en la fragilidad y humanismo de los simples soldados. El filme está diseñado en un pulido estilo hollywoodense.

La película austriaca Los falsificadores está protagonizada por un talentoso y bohemio falsificador, transferido en 1939 a un campo de concentración nazi donde aceptó participar en la Operación Berhard, cuyo objetivo era falsear e imprimir millones de libras esterlinas y dólares para hundir la economía de los países rivales.

Además de Austria, Kazajstán e Israel, llegaron a la recta final Polonia y Rusia, representadas por sendos maestros de Europa Oriental: Andrzej Wajda (ya cuenta con un Oscar honorario otorgado en 2000 y anteriores postulaciones por El hombre de hierro, La tierra prometida y Las señoritas de Wilko), quien incluyó su más reciente producción Katyn, drama antibelicista sobre represiones estalinistas al ejército polaco en medio de la Segunda Guerra Mundial, mientras que el veterano Nikita Mijalkov (premiado en 1994 por Tanto nos quemaba el sol, vencedora de nuestra Fresa y chocolate) ha vuelto a ser nominado por 12, versión rusa del clásico de Sydney Lumet, Doce hombres en pugna.

Todo ello empequeñece ante la expectativa de si ocurrirá o no la ceremonia de entrega, amenazada como está por la huelga de los guionistas. Qué importa si vence Austria o Kazajstán, cuando lo que verdaderamente fascina es el otro Oscar, ese que ganarán seguramente Daniel Day Lewis y Javier Bardem como mejores actores protagónico y secundario; Julie Christie y Cate Blanchett en el tope de las actrices principales y de reparto, mientras que los demás galardones se verán repartidos, casi equitativamente, entre Expiación (vista también en Cuba), No Country for Old Men y There Will Be Blood (Pozos de ambición).

Acertar o no en el vaticinio ya no resulta tan esencial, pues entre semejantes desaciertos, intereses creados, charadas, tejemanejes y acertijos, no importa tanto saber quién se lleva a casa el premio más publicitado del mundo, el 24 de febrero, en el Teatro Kodak de Los Ángeles, ante una audiencia de 3 300 personas, y decenas de millones que estarán expectantes ante la pequeña pantalla para enterarse finalmente de quién consiguió meter el gol de la casualidad, es decir, llevarse una estatuilla a casa. Siempre habrá también alguna mínima oportunidad para hacerle honor a la justicia.

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