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Las voces de Bayamo

El Coro Profesional de esta ciudad tiene entre sus propósitos buscar nuevas vías de mostrar este arte y acercarlo a todo el público

Autor:

Yelanys Hernández Fusté

Una interpretación de la música del cantautor Pablo Milanés me conectó al Coro Profesional de Bayamo en la Plaza del Himno de esa ciudad, justo el Día de la Cultura Cubana. Luego, por una suerte de reencuentro musical me detuve a escucharlos en el Festival Internacional de Coros, celebrado en noviembre último en Santiago de Cuba.

Y en las dos presentaciones de la agrupación pude apreciar un repertorio que transita desde lo clásico hasta lo popular, con obras que no dejan fuera a los argentinos Astor Piazzolla y Oscar Escalada, y a autores cubanos y universales como Beatriz Corona y Conrado Monier.

Aquella máxima del santiaguero Electo Silva de que el canto coral «constituye una expresión de la cultura en la música», retoma una especial connotación en el grupo que desde el 7 de enero de 1962 ha marcado la referencia de esa expresión en Granma.

Lo cierto es que el coro bayamés conforma ideas, emplea tiempo y afinación para incluir en su repertorio los temas que interpreta. Algunos de estos títulos verán la luz en un disco grabado en diciembre de 2007, producido por la maestra Digna Guerra (directora del Coro Nacional y de Entrevoces) y facturado por los Estudios Colibrí.

Voces al unísono

Desde 1962 la agrupación bayamesa impulsa el canto coral en ese territorio. Foto: Cortesía del Centro de la Música de Granma Una mirada a cómo se concreta la música en el Coro la ofrecen sus cantores. Para Yanet Silvestre Hernández ser soprano prima de la agrupación es el resultado de un viejo sueño: el de cantar como profesional.

«Desde que formo parte del grupo he cambiado mucho, al punto de que me gusta estar informada sobre otros tipos de música que pudiéramos interpretar», explica a JR la joven de 26 años.

Tanto ella como la mezzosoprano Katia Montero Jerez coinciden en que allí se propicia «un ejercicio técnico imprescindible, que ofrece posibilidades para la continua superación». Katia, de 27 años y con 12 meses en el grupo, opina que los mayores éxitos del Coro radican en que se llevan bien como colectivo y se encaminan hacia un nivel superior que podrá brindar los frutos que el público espera.

En Bayamo, subraya Katia, no existe ese gran auge de la música coral. Quizá algunos piensan que esta música es solo para los entendidos en el tema, pero no es así. «A mí me asombraron las celebraciones por nuestro 45 cumpleaños en 2007, sobrepasaron cualquier pronóstico. La gente se preocupó, vino a vernos y festejó el aniversario».

El barítono Yunior Tabasco, de 25 años, señala una razón peculiar para asumir el canto en el Coro. Se trata del «respeto que le tenemos a cualquier género, lo cual hace que los cantantes tengamos un espectro musical más amplio. Pero lo más importante es que aquí hemos crecido como personas».

Un canto renovador

«Estamos en una nueva época y hay que renovar aquellas concepciones del coro estático», afirma Maricel Ávila Labrada, la directora. La artista piensa que con este novedoso enfoque no se pierde la proyección escénica de estos grupos, y afirma: «acudimos a posiciones más sobrias con la música polifónica de los diferentes períodos estilísticos, mientras, con la música cubana nos gusta desdoblarnos más».

La agrupación bayamesa aplica varias fórmulas en sus actuaciones como la de incursionar en los formatos femenino y masculino por separado y en la integración de ambos. Así, llevan de la mano la inquietud por buscar nuevas vías de mostrar este arte y acercarlo a todo el público.

«La música coral en Cuba está en un momento de esplendor, porque los coros y quienes los dirigen desean hacer cosas. Queremos estar a la altura de los mejores del mundo, y sobre todo de Europa, que es la meca de la manifestación», opina Maricel, quien ocupa mucho de su tiempo en meditar sobre el tema.

Aquella afirmación de que la voz no es un instrumento perdurable en el tiempo es desmentida en el conjunto que dirige, pues cantores con 25 y 30 años de carrera profesional se unen a jóvenes egresados de nivel medio de música, profesores de la enseñanza artística y músicos aficionados salidos de las casas de Cultura.

«Es un coro grande —a mí me gustan de ese formato. Está compuesto por 15 mujeres y 16 hombres, y quisiera llevarlo a 50 voces para poder hacer música sinfónica».

—¿Cómo valora el impacto de la música coral en Granma?

—Aquí hay ganas de hacer, sobre todo por parte de las máximas autoridades políticas y gubernamentales que nos apoyan. Somos la única agrupación profesional en el territorio, aunque deseamos crear otra en Manzanillo.

«De hecho, el programa de desarrollo de la música coral en la Isla es auspiciado por el Instituto Cubano de la Música y el Centro Nacional de Música de Concierto. Ellos nos han apoyado con vestuarios, equipamiento para digitalizar el sonido...

«En Granma contamos con 25 cantorías, seis de ellas en Manzanillo. Fuimos la primera provincia con mayor número de ellas en el 2000, fecha en la que se convocó a los directores del país a que formáramos agrupaciones infantiles. La Brigada José Martí de Instructores de Arte ha ayudado mucho en este trabajo, y junto a ellos, los instructores de las casas de Cultura. Las cantorías son una cantera para el futuro».

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