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Los dioses rotos del realizador cubano Ernesto Daranas

Daranas conversa con JR sobre la génesis del filme con el que ganó el premio a la Mejor Maqueta de Largometraje Ficción en el pasado Festival de Cine Pobre de Gibara

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El realizador y guionista Ernesto Darana. Ernesto Daranas no podía creer lo que escuchaban sus oídos y veían sus ojos en La Habana del XXI mientras realizaba una investigación, de cuyos resultados nacería una serie documental sobre la transformación de algunas zonas de la capital. Pero con el tiempo descubriría con asombro que justamente en San Isidro, el mismo barrio donde vio la luz, creció y aún vive, se veneraba como un dios a Yarini, el proxeneta. Lo demostraban las flores que aparecían en su tumba, o las ofrendas que se colocaban alrededor de la ceiba que se levantaba robusta a escasos metros del lugar donde el «ídolo» había sido ultimado. Fue entonces cuando el director de Los últimos gaiteros de La Habana, junto a Natasha Vázquez, decide escribir el guión de una película cuyo título sería Los dioses rotos.

«Todo me llamaba poderosamente la atención, sobre todo a partir de conocer una historia real muy parecida a la del famoso Alberto Yarini. Entonces creé esta que se mueve en la ficción, pero que en su tratamiento coquetea con el documental, sin pretender una mirada novedosa, pero sí auténtica y veraz, que comunique emociones; que sea un entretenimiento, de ser posible inteligente», comenta Daranas a Juventud Rebelde.

Con Los dioses rotos, Daranas logró acaparar el premio más codiciado del 6to. Festival Internacional de Cine Pobre: el de Mejor Maqueta de Largometraje Ficción. Él asegura que en todo momento ha querido alejarse de clichés y etiquetas y que lo que propone es propiciar la reflexión, inquietar, conmover, sugerir, sobre la perspectiva ética y moral de los personajes involucrados en este filme difícil de enmarcar.

La historia se repite, según plantea la sinopsis: Laura, una profesora universitaria de 35 años de edad, prepara su tesis de maestría sobre Yarini, asesinado a balazos por sus rivales franceses a comienzos del siglo XX. Interesada en demostrar la vigencia del legendario personaje, descubre en su pesquisa sociológica que en una de las casas de culto de La Habana, existe una prenda religiosa que atesora el pañuelo con el que una de las meretrices de Yarini intentó contener la hemorragia del chulo. Laura, en su obsesión por la reliquia, se adentra en un mundo escabroso que termina por volverse contra ella...

Dos actrices más que probadas: Silvia Águila e Isabel Santos. Silvia Águila, Héctor Noas, Isabel Santos, Manuel Oña, Mario Limonta, Patricio Wood y Amarilis Núñez. Solo con mencionar sus nombres es suficiente para atraer a cientos de personas hacia las salas cinematográficas. Sin embargo, la trama que cuenta Los dioses rotos requiere también —y mucho— de actores y actrices de escasa experiencia.

«Para buscar a los personajes más jóvenes tuve que hacer el casting completo, lo que me permitió descubrir mucho talento, sobre todo entre las muchachas. Entre los agradables hallazgos está Annia Bu Maure, quien a pesar de aparecer ahora en el reparto de varias películas, tuvo en Los dioses... su primer encuentro con el cine. Ella, una joven muy talentosa, será, pienso, un icono de la nacionalidad, por su proyección humana y su aspecto físico: síntesis casi perfecta de cubanía.

«Por el carácter documental que tiene la película, los espectadores se admirarán con otras actrices también muy prometedoras —en su mayoría estudiantes del ISA—. Actúa, además, Kirian, un travesti con un peso importante en la trama, que hizo un casting “bestial”.

Carlos Ever Fonseca y Annia Bu Maure, un nuevo descubrimiento para el cine cubano. «No fue así con los hombres. Resultó muy complicado hallar la persona ideal que interpretara el papel masculino que yo necesitaba. Probé a más de 300 actores y no encontré lo que buscaba. Terminé trabajando muy fuerte con Carlos Ever Fonseca, y me parece que ha realizado una faena muy seria para alcanzar una transformación completa con este rol alejado de su labor anterior.

«Siempre tuve una preocupación real: lograr la veracidad —que no realismo—, la cual se materializa cuando sencillamente te crees lo que estás viendo, y eso hay que conseguirlo con medios artísticos, pero muchas veces a nivel de entrega».

Antes de...

Ciertamente Daranas ha sido un realizador muy privilegiado en cuanto a premios recibidos a lo largo de su carrera. Lo evidencia no solo el reconocimiento alcanzado por Los dioses rotos en Gibara, sino los recibidos por otras obras suyas como la propia Los últimos gaiteros de La Habana, Ana y las cotorras, Fillas de Galicia y ¿La vida en rosa?, por solo mencionar algunas.

¿Cuál es el secreto para dar siempre en la diana? Ernesto piensa que es una cuestión básicamente de mucha suerte. «Todo el mundo sabe que en los premios ese es un elemento muy determinante, porque existe un rango de subjetividad. Por suerte, mi viejo me decía: “no te creas los premios que te dan, para que no te duelan los que no te tocan”». No obstante, según el también guionista de la serie policiaca Propietario del Alba, «quizá la clave esté en escribir sobre lo que conozco, referirme siempre a temas con los cuales me siento cómodo y seguro, lo que me permite transmitir algo de verdad, tal vez de sinceridad. Eso indudablemente facilita la necesaria comunicación con los espectadores.

«Si hay algo que siempre me ha preocupado es llegar a las personas, lo que a veces se entiende mal, pues se ve como populismo, pero a mí me interesa la comunicación y, en este caso, que el cine se llene y la película le guste a la gente. Si no resulta así, entonces no conseguí lo que quería. De igual forma me sucede en la radio, la televisión o el teatro, donde también he incursionado. El lunetario me importa».

«Tropiezos» en el camino

A decir de Ernesto, rodar un largometraje de ficción había sido hasta ahora una «obsesión» pospuesta muchas veces por la propia vorágine de trabajo, pero... «Hace unos cuatro años se me dio la oportunidad, gracias a una convocatoria presentada por el Ministerio de Cultura, el ICAIC y el ICRT, con el objetivo de buscar proyectos audiovisuales de bajo presupuesto, que pudieran ser asumidos utilizando los fondos que aportaría el Ministerio. Ocurrió que al tiempo que envié un guión, el de Los dioses rotos, la Televisión llevó otro mío que había escrito para que fuera dirigido por Alejandro Gil, La emboscada. Ambos fueron aceptados, pero Los dioses... tuvo prioridad, lo cual me ha permitido entrar en otra dimensión de trabajo, en otra forma, en otro estilo...

«Mira, te voy a ser franco, este es un sueño que pensé que nunca iba a concretar, porque tampoco lo situé en un primer plano, debido a que me he sentido cómodo escribiendo y realizando documentales y publicidad. De hecho han sido las coyunturas las que me han ido llevando a la ficción, lo que no quiere decir que no esté muy contento. En verdad, no descubrí lo mucho que me gustaba hasta que lo hice».

Evidentemente, en su caso no ocurrió como con la mayoría de los jóvenes realizadores, quienes con frecuencia se sienten frustrados por no hacer cine. «Yo comencé por la radio mientras estudiaba Licenciatura en Geografía en la Universidad. Entonces tendría 17 o 18 años; de eso hace ya casi tres décadas. Luego apareció la oportunidad de insertarme como artista independiente dentro de la Televisión, lo cual me atrajo sobremanera por las posibilidades que se me abrían, esencialmente por la forma en que podía asumir el trabajo».

Daranas admite que escribir y dirigir telefilmes fue una preparación excelente. «Me inicié escribiendo primero para directores con los que quería trabajar: Para Charlie Medina hice El hombre de Venus y El otro; para Alejandro Gil, La emboscada, que viene desde entonces; y para Rudy Mora preparé la serie Pasaje posible, una historia que se movía dentro de la cultura popular, con un pie en la marginalidad; tema que de una forma u otra ha estado presente en todo lo que he estado haciendo.

«¿La vida en rosa? fue pensada para Medina, mas tenía tanto que ver con mis obsesiones que decidí dirigirla yo mismo. En fin, los teleplays me dieron la oportunidad de experimentar a nivel de estructura narrativa, de puesta en escena, de montaje, algo que en otro momento hubiera sido impensable en la Televisión.

«De esa manera me puse en contacto con un excelente equipo de trabajo que es casi el mismo con el que enfrenté Los dioses... (Eric Grass, dirección de arte; Pedro Suárez, montaje; Rigoberto Senarega, dirección de fotografía; Edesio Alejandro, música original; Enma Robaina, directora asistente; Vladimir Cuenca, diseño de vestuario; Manolo Angueira, producción...), lo cual es vital cuando te inmiscuyes en un proyecto de este tipo, donde se sabe cuándo se empieza pero no cuándo se termina. Por eso es muy importante estar con personas que te van a acompañar en todo ese camino que estará lleno de verdes, maduras y podridas».

—¿Estás pensando en la próxima película?

—Chico, lo que estoy viviendo con Los dioses... es como una historia de amor verdadera: estoy tan metido en ella que no tengo cabeza para otras cosas. Por supuesto, existen otros guiones y hasta me han solicitado nuevos proyectos, pero no tengo ni siquiera la tranquilidad de sentarme a reflexionar en el siguiente paso, porque quiero dar este lo mejor que pueda.

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