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Dúo Cofradía: Los artistas somos responsables del mañana

Este dúo vocal vocal, uno de los más impresionantes de los últimos tiempos en Cuba, afirma que ser pareja en la vida, además de serlo en el arte, ha sido determinante para su total afinidad

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Cofradía es el nombre ideal para un proyecto que busca, siempre, sumar amigos. Con Cofradía, sin duda uno de los dúos vocales más impresionantes de los últimos tiempos en Cuba, todo se comenzó a tejer en 1997. Por cosas de la vida, Eusebio (Pachi) Ruiz, quien proviene del Pedagógico de Holguín, se fue a trabajar a la Universidad Minero-Metalúrgica de Moa, y en cuanto llegó a aquella ciudad decidió formar un septeto al que llamó Nueva Catarsis. Pero muchas personas se le acercaron para que los acompañara con su modo tan peculiar de hacer «hablar» a la guitarra. ¿La razón? Un festival que en aquel entonces se estaba organizando, y entre los interesados se hallaba Lía Llorente, una joven maestra de un seminternado de la localidad, con quien más tarde se uniría en la música y, como han de suponer los lectores, en el amor. «Con aquella canción que montamos —cuenta Pachi— Lía se ganó el Gran Premio, y también mi admiración como artista y como mujer».

Luego Lía se sumó a Nueva Catarsis y el septeto comenzó a actuar en las provincias orientales, e incluso llegó hasta Trinidad. «Después me percaté de que aquel proyecto no tenía futuro, en el sentido de que los muchachos estaban en diferentes años de sus carreras y yo ya andaba por los treinta y tantos, es decir, que había llegado el momento de definir mi vida, y es cuando le dije a Lía (ya éramos novios): «Vámonos para alguna parte...». Y se encaminaron, como el dúo Anhelos, hacia la ciudad matancera de Varadero.

Aunque recibió influencia musical de su familia, Pachi considera que para él fue mágico estudiar en la Escuela de Instructores de Arte del Yarey. «Luego me hice licenciado en Educación Musical. Quizá por eso es que siempre estaba atento a cuanta música me podía aportar algo, y así escuché mucho jazz y no poca trova».

Lía cantaba en un grupo de aficionados cuando estaba en la Primaria y la Secundaria, pero optó por Bibliotecología. «Me gradué de esa especialidad, pero se mantenían mis inquietudes por la música. También fui promotora cultural en la escuela donde trabajaba, aunque desde los 15 años no había vuelto a cantar. Solo preparaba a los niños para los festivales, hasta que llegó el festival donde me uní a Pachi. Mis compañeros empezaron a embullarme. “Si todavía tienes buena voz...”, me decían. Me habían comentado que había llegado un excelente guitarrista y fui y le canté Pequeña serenata diurna, de Silvio.

«Fue muy simpático, porque él me comentó que le parecía muy bien ese tema, pero me pidió que le cantara otra cosa, y escogí Para vivir, de Pablo. Imagínate, en aquella época todo el mundo venía con canciones de Selena y a mí me encantaba la trova. Recuerdo que esa tarde estuvimos conversando sobre Gema y Pável. De repente hallé una persona a quien le gustaba lo mismo que a mí. Fue un encuentro lindo».

—¿Compitieron con Para vivir?

—Sí, esa fue la primera canción que cantamos juntos; en pleno festival terminamos de ensayarla. Yo le indiqué la tonalidad que me acomodaba, la canté y Pachi hizo la voz segunda. Al jurado le sorprendió, porque él había acompañado a todas las solistas que estaban en la competencia pero solo cantó conmigo. A la gente le pareció formidable el empaste de las voces, y a partir de ahí me dijo: «Mira, yo creo que vamos a seguir».

«Entre 1997 y el 1998 cantábamos muy esporádicamente, aunque había mucha seriedad en lo que hacíamos. Al principio hacíamos versiones, hasta que un día le dije a Pachi: “pienso que es mejor promocionar tus canciones, que son buenísimas y a la gente les encantan, antes que las de otros”, y él estuvo de acuerdo. Así empezamos a interpretar su obra, sin abandonar los temas de casi todos los trovadores del país».

—¿Y cómo se enlaza Varadero con Trinidad, ciudad donde radican desde hace mucho tiempo?

Pachi: «En el 2000 nos fuimos a Varadero, y allí nos dimos cuenta de que en ese lugar no estaba lo que buscábamos. Ya habíamos actuado en Trinidad, que me fascinó por su riqueza cultural y artística, por su geografía... Entonces, un amigo me comentó que el septeto Montimar necesitaba un guitarrista que fungiera como director y que hiciera arreglos.

«Me presenté a una audición y les funcioné. A partir del 2001 me incorporé por un año a Montimar. Sin embargo, Lía no trabajaba, hasta que el Centro de la Música, por todo lo que habíamos realizado con los niños y con la Dirección Municipal de Cultura, decide audicionarnos. En el 2002 empezamos a trabajar profesionalmente en la Casa de la Trova y Artex».

Lía: «Quiso la suerte que un día chocáramos con Lázaro García, quien fue como jurado a un evento a Trinidad, cuyo premio era grabar un disco a la agrupación ganadora. Esa noche el dúo hizo dos o tres canciones mientras deliberaban. Lázaro anunció el premio pero agregó que también se le iba a grabar al dúo. Y nos fuimos bajo su mano protectora a grabar nuestro primer disco. Fue él quien sugirió que cambiáramos el nombre. Nos decidimos por Cofradía porque nuestra idea siempre ha sido sumar amigos a todas las acciones que emprendemos».

—Cuando se escucha a Cofradía es evidente que detrás hay una labor muy seria...

Pachi: «Sale a partir del hecho de proponérnoslo porque ni Lía ni yo somos cantantes. La gente dice que toco la guitarra bien, pero lo que trato de hacer todos los días es dignificar nuestra labor a partir de mis estudios. Dijimos: vamos a buscar resortes que nos diferencien de las demás propuestas, no solo de dúos, de todo lo que se puede escuchar por ahí, y empezamos a montar nuestras canciones tratando de que con una guitarra y dos voces el dúo sonara como cuarteto, quinteto, septeto, orquesta... Y creo que lo hemos logrado en alguna medida.

«Buscamos intervalos no tan comunes como las terceras menores y mayores, sino hacer cuartas, quintas, sextas, séptimas, que son armonías contemporáneas. Es decir, técnicamente hablando, nos modernizamos al desechar esos intervalos ya gastados, se podría decir. Igualmente rigurosa fue la preparación del repertorio. Versionamos a gente joven y talentosa como Leonardo García, Ariel Barreiro, Yunior Navarrete, Gema y Pável, Ketama...».

—¿Qué sucedió en ese primer disco?

Lía: «En el 2004 grabamos el disco con el sello Perla. Sin embargo, no estamos nada contentos con el resultado de ese fonograma pues se hizo a la carrera —en una semana tuvimos que grabarlo todo. Luego el disco no salió al mercado, no llevó promoción y quedó aquí. Eso nos dejó un poco desencantados».

Pachi: «El segundo disco fue una experiencia comercial que armamos en el 2007 en Canadá, con ocho temas: tres míos y el resto de otros autores. Como era comercial, hicimos cosas tradicionales y de la Nueva Trova. Pero el tercero fue una cosa divina para nosotros. Lo hicimos en el Centro Pablo a partir de un concierto que duró hora y tanto.

«Existe, además, una grabación realizada en Canadá a partir de un performance en el que participamos Lía, un percusionista y yo, donde movimos a más de 500 personas durante hora y media, que quedó registrado en DVD».

—Sé que tienen un proyecto muy interesante con niños...

Lía: «Como lo primero que hice fue trabajar con niños, cuando conocí a Pachi lo contagié con este amor también. El proyecto se llama Musicarte. Tenemos aproximadamente 50 niños que reciben teoría musical, percusión menor, canto y algunos elementos de danza y actuación que les sirven para conformar los espectáculos que hacemos. Nos movemos por Trinidad y Sancti Spíritus, y el proyecto ha tenido mucha acogida entre la población trinitaria.

«Contamos, además, con una orquesta preciosa de guitarras que hace pasajes jazzísticos. Te estoy hablando de niños que no tienen formación musical alguna. Este proyecto cuenta con dos peñas en Trinidad, de frecuencia quincenal: una se llama Parque de diversiones; y la otra, Musicantando. Es una labor que nos llena muchísimo y nos encanta hacer, porque después vemos los frutos».

Pachi: «Lo más bello que ha sucedido con Musicarte es que la EIA y la Escuela Profesional de Arte se nutren de los niños de este proyecto. Ese es el mejor regalo que se le puede hacer a Trinidad. También es lindo que cuando Cultura, Educación, la UJC... quieren hacer cualquier cosa, cuentan, en primer lugar, con Musicarte. Se nos ensancha el corazón de alegría cuando Lía y yo pasamos por cualquier esquina y salen diez u ocho niños y nos abrazan. Nuestra casa está siempre llena, de lunes a lunes, de niños oyendo música. Y no solo enseñamos danza sino ética, cívica, a vestirse, a ser mejores seres humanos.

«Si te pones a pensar en todo el trabajo que esto conlleva te dices: “no tengo que hacerlo”, pero cuando lo piensas dos veces te das cuenta de que los artistas de hoy somos en buena medida responsables de lo que va a pasar mañana en materia social. Es por eso, fundamentalmente, que sostenemos este proyecto, y porque, claro, nos encanta».

—Ustedes han tenido mucha experiencia en el trabajo con turistas. ¿Cómo creen que debe enfocarse?

Pachi: «Debe mostrarse la verdadera Cuba, que no es solo una mulata moviéndose ni un grupo de gente tocando El Chan Chan, El cuarto de Tula, Guantanamera y Hasta siempre, Comandante. Eso está bien, pero Cuba no es solo eso.

«Por respeto a nosotros mismos, al turismo y al público nacional, hacemos parte de ese repertorio inmortal, pero estamos viviendo en el 2008, y lo que estamos creando hoy también es valedero. Hay que mostrar al turista la música cubana en su más amplio espectro.

Lía: «Tenemos en nuestro repertorio cosas tradicionales que son muy buenas, pero con armonías contemporáneas. No obstante, siempre ponemos lo nuestro primero, canciones como 3 y 45, Más arriba... ¿Te imaginas que dentro de diez años el ayer de Cuba siga siendo el de los años 30 y 40? ¿Vamos a obviar los ‘80, los ‘90, los primeros años de este siglo? Nosotros nos proponemos que no sea así».

—¿Cuánto ayuda en el amor que el dúo sea una pareja?

Lía: «En nuestro caso es determinante. A nosotros que convivimos, dormimos, comemos juntos, nos ayuda mucho por la dinámica de la vida. Estamos en construcción de nuestra casa y no tenemos tiempo de ensayar como quisiéramos, pero solo con mirarnos ya sabemos qué canción vamos a interpretar, dónde debemos parar e incluso dónde debemos respirar. Creamos juntos, y mientras preparo la comida, por ejemplo, Pachi va tocando y yo cantando».

Pachi: «Ser pareja ayuda a la química en un 180 por ciento. Leemos los mismos libros, vemos las mismas películas, asistimos a las mismas tertulias, hacemos nuestras propias peñas, tenemos los mismos criterios de los asuntos, y eso es vital cuando compongo una canción, porque al final es un texto que ella va a cantar. De ese modo yo sé si a ella le va a gustar decir tal o más cual cosa. Es lo más hermoso que nos ha podido pasar. Creo que es lo mismo que le ocurre a Lien y Rey, a los Karma... Es una maravilla».

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