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Significado de frases cotidianas

Autor:

Juventud Rebelde

Orlando Fernández Saborit me llamó la atención hace unos días. Él opina que muchos lectores necesitarían una explicación para entender ciertas frases. Me dice —Las usas con frecuencia, y quizá, por pena, no te hayan dicho nada, pero se han quedado sin comprenderlas.

Me parece que tiene razón. Es cierto, a veces digo: «Ambas palabras aparecen registradas, pero la Academia remite a la segunda». Permíteme explicarlo mejor, porque puede prestarse a confusión. Por ejemplo, buscamos en el diccionario: decodificar, y encontramos que en la entrada léxica, junto a dicho vocablo, no está la explicación, sino que simplemente se lee: descodificar. Eso significa que ambas tienen el mismo sentido, pero que nos remiten, nos envían a la otra voz. Junto a ella, sí aparece la significación: «Aplicar inversamente las reglas de su código (a un mensaje codificado) para obtener la forma primitiva de este». Quiere decir que se prefiere la última forma.

Entrada léxica quiere decir el lugar que ocupa en un diccionario, el vocablo y su significado. Puede haber varios; a cada uno de ellos se le llama acepción. A veces escribo, veamos por caso: «Fruición: En su segunda acepción es complacencia, goce en general». Sí, porque tiene varios significados.

La palabra tilde resulta extraña a algunos, a los más viejos —según me asegura el amigo Orlando—; pudiera ser. También se llama virgulilla. Se trata del rasgo que lleva la letra eñe. Se pone sobre ciertas abreviaturas, y cualquier signo que sirva para distinguir una letra de otra o denotar su acentuación. En este caso, muchos la denominan acento gráfico. No digamos nada más: «Esa sílaba va acentuada», porque las hay acentuadas prosódicamente, o sea, que llevan la fuerza de la pronunciación, y no aparecen tildadas. Por ejemplo: En margen, la sílaba mar posee acento prosódico, pero no ortográfico, es decir, no lleva tilde: es una palabra llana terminada en ene.

¡Ah!, tildar es, entre otras acepciones, poner tilde a una letra.

Las respuestas de hoy

Aleina Brea Callaba, una jovencita estudiosa y preocupada por el idioma, oyó en un serial argentino: «Me da bronca», y me pregunta acerca de la expresión. La palabra bronca (tal vez de bronco) significa riña o disputa ruidosa; así la usamos en nuestro país. Además, para los españoles, represión áspera, manifestación colectiva y ruidosa de desagrado en espectáculos públicos, especialmente en los toros. Los habitantes de algunas regiones de América, como Argentina, la ven como sinónimo de enojo, enfado y rabia. Tener bronca a alguien es para ellos: tenerlo entre ojos.

El libro de Pablo Neruda de que me habla Aleina, se titula Estravagario. La palabra no aparece registrada. El poeta la creó a partir de estrave, remate de la quilla que va en línea recta hacia la proa. Algo así como «proa recorredora de mares y apuntamiento o asiento de ese recorrido». Con razón dijo alguien que quien era capaz de crear, no tenía que obedecer.

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