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Haydée Milanés busca las notas reales

La joven música cubana confiesa que el canto es lo que más ha disfrutado en su carrera, porque su instrumento es la voz

Autor:

Yelanys Hernández Fusté

No cree en presagios que la aparten de la música. Una sola vida se le hace corta cuando se le antoja cantar y prefiere perderse «sin rumbo» por la melodía. Son sus frases. Las he tomado «prestadas» de Tú y yo, uno de los temas que ha popularizado Haydée Milanés.

En estos ha tratado de decir que arte, romanticismo y vida van de la mano. Es que las notas musicales le han llegado de una manera natural. «Mi padre y algunos de mis hermanos son músicos», afirma, aunque asume que fue una decisión absolutamente propia la de dedicarse a esa profesión.

Hubo algunos zigzags en su camino, pero no obstante todas las rutas andadas le han servido. Estudió primero piano, luego dirección coral y finalmente se graduó de Teoría y solfeo.

«Pero fue el canto lo que siempre estuvo presente en esa etapa de estudios. Ha sido lo que más he disfrutado, lo que menos trabajo me ha costado hacer, porque mi instrumento es la voz», asegura Haydée.

Confiesa que de niña se ponía a practicar con las letras escritas por su padre, aunque a ese «repertorio» le incluía temas de Michael Jackson, Stevie Wonder, Lionel Richie y Elis Regina.

Su infancia estuvo muy ligada al arte. Recuerda que vivir ese momento fue sencillamente fascinante. «Se suponía que tenía que estar durmiendo cuando había descargas en casa, pero me quedaba escondida para ver a los mayores cómo cantaban y hablaban.

Recuerdo la visita de El Guayabero y la que nos hiciera a principios de los años 90 el Niño Rivera, un excelente tresero y arreglista. Él estaba muy viejito y escuchamos la música que hizo en su juventud».

¿Cuánto de Pablo hay en ella? Asegura que mucho. «Él está a la hora de interpretar y de los gustos musicales. Tengo, supongo, cosas que le he admirado como ser humano y que he querido conservar para mí».

De Cuba hay una buena dosis en lo que canta Haydée. Musicalmente está bastante influenciada por melodías de otras partes del mundo, «pero el sentimiento y los gustos son muy de aquí. Me agrada mi país. El Malecón de La Habana es un lugar que me gusta tener cerca», señala.

Escogió el jazz para iniciarse en su carrera. Quizá porque el género era, en su vida estudiantil, «la máxima aspiración de un artista —lo es incluso ahora en el lenguaje de los músicos—. En la escuela no se imparte música popular, sin embargo el jazz es un estilo muy respetado por los músicos.

«Ernán López-Nussa fue una suerte para mí, porque estaba buscando ese tipo de trabajo para la voz. Hicimos en Brasil el disco From Havana to Río. Allí interpreté Isla, uno de los primeros temas importantes del grupo».

Sin embargo Haydée quiso mostrar sus propias ideas. Deseaba básicamente hacer música y no dejar fuera de ese proyecto a la nueva trova, el pop, soul, funky y la música brasileña.

Componer es un asunto serio en su carrera. Es un viejo anhelo. Su primer álbum lo grabó con temas de Descemer Bueno y ahora que llega su tercero, llamado A la felicidadHaydée en Vivo es su segundo—, se arriesga.

Allí habla de situaciones cotidianas y de relaciones de pareja y familiares y les canta a la vida y a la felicidad.

Su nuevo disco no es idílico, sino real: «Bastante creo. Está basado en el lado bonito, en el salvable. Lo produje yo misma y la disquera Bis Music lo licenciará».

El álbum tiene 11 sencillos, los cuales quiso promocionar en una gira nacional que emprendió del 10 al 29 de junio pasado. Ahora prepara cada detalle de la presentación del disco el próximo 23 de enero, en el Teatro Karl Marx. La velada contará con invitados de lujo como Pablo Milanés, Omara Portuondo, Robertón Hernández (vocalista de los Van Van), José Luis Cortés (El Tosco), David Blanco y el argentino Pedro Aznar.

«Me siento muy contenta del grupo que he podido reunir», subraya la cantante. El proceso de grabación le tomó dos años. Ese tiempo estuvo a tono con la disposición de Haydée de experimentar y explotar otros estilos.

Así sucede con uno de los track de A la felicidad, en el que integra un texto poético del brasileño Thiago de Melo hecho especialmente para el CD, titulado No me hables. Del mismo modo se auxilia en letras de René Espín y David Blanco, dos artistas con estilos muy distintos.

«No quiero encasillarme, soy músico», insiste Haydée. De ahí que en otras ocasiones se haya conectado con la forma de expresar la melodía de Yusa, Robertico Carcassés y Kelvis Ochoa, entre otros.

«Formamos parte de un movimiento, del que nos podemos nutrir y aprender. Cada cual tiene su sello, sus ideas, pero en algunos momentos nos encontramos y nos aportamos cosas», apunta.

En lo personal le es placentero cuando la gente se siente cercana a su repertorio. Le ha sucedido que el público le pide Tú y yo, Libélula y Tanto amar. Cantarlas le satisface. Va una parte suya en ellas porque, en definitiva una buena canción, para que llegue, debe ser absolutamente real. Y eso es precisamente su música.

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