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Fiesta de guitarras sin edades

Eduardo Sosa, el joven músico que preside el certamen, opina que este debe verse como un evento contemporáneo, donde confluyen varias generaciones de artistas

Autores:

Yelanys Hernández Fusté
Odalis Riquenes Cutiño

«La trova es una actitud, un compromiso ético y estético con la canción», dice Eduardo Sosa ante una interrogante que, en apariencia, pretendía mirar el género desde la imagen que proyecta, pero cuyo verdadero objetivo era el de indagar sobre aquellos conceptos que el músico tiene como norma en su obra.

A Sosa le gusta que lo llamen trovador y no cantautor. Encuentra en Silvio Rodríguez a su paradigma: «Porque ha sido consecuente, durante toda su vida, con su obra y asume los retos artísticos y sociales que le ha impuesto la vida. Eso proyecta al mundo».

Eduardo siente que el epíteto de trovadores lo llevan todos los que han venido a Santiago de Cuba para participar en el Festival Internacional de la Trova Pepe Sánchez —que concluye este domingo.

El importante certamen ha encontrado en él a un presidente que mira el evento de un modo crítico y con deseos de que cada edición se parezca más a quienes cultivan ese estilo en la Isla.

«El Festival ha perdido un poco su esencia», señaló a la prensa en la primera jornada. Pero ahora se trata de revertir tal panorama, de reencaminar el evento hacia lo que su nombre significa y dejar impregnado en puntos referenciales de la ciudad, como la Casa de la Trova, el hálito de esa manera de hacer canciones.

Garantizar que este sea un evento de trovadores ya se palpa por estos días en la ciudad de Matamoros y otros grandes de nuestra melodía. Allí, como explica Eduardo Sosa a JR, las jornadas devienen una fiesta al saber que podemos estar juntos en Santiago, que tenemos un espacio donde compartir nuestras últimas canciones y los temas que todos conocemos.

—¿Qué ejemplos concretos de esa nueva estrategia que has trazado para el Pepe Sánchez ya se hacen visibles en esta edición 48?

—Soy santiaguero y participé en muchas ocasiones en el Festival. El pasado año, cuando me nombraron presidente del comité organizador, hacía mucho tiempo que no me invitaban al evento, porque pertenezco a otra generación que no es la de la trova tradicional. Aquí se defendía —y se continúa haciendo—, esa zona de nuestra música, algo que me parece muy bien. Pero sucede que la trova lo abarca todo, desde autores como Pepe Sánchez hasta Yaíma Orozco, una muchacha de 20 años que tiene un trabajo muy interesante.

«Por eso pretendemos desde ahora, que todas las generaciones de trovadores sean más visibles dentro del evento. Me parece un paso de avance que en esta ocasión esté la presencia de Ariel Díaz, Buena Fe como dúo y cantando sus canciones solo con guitarra, Mauricio Figueiral... También que disfrutemos de las actuaciones de la dominicana Sonia Silvestre, Sara González, Vicente Feliú, Miriam Ramos, Pepe Ordaz, José Aquiles...

«Esta vez se hizo todo lo posible para que los invitados nacionales fueran mujeres o agrupaciones que tuvieran presencia femenina, pues dedicamos estas jornadas a las creadoras en este estilo. Así están aquí los dúos Palabras (Santa Clara), Vértice (Holguín), Así son (Cienfuegos), y los santiagueros Cubanitos y las Hermanas Ferrín, entre otros».

—¿Cómo llevas ese reto de asumir un evento tan antiguo como este?

—Mi primera reacción fue negarme. No sabía que estaba entre las propuestas para presidirlo. Pero el hecho de ser de aquí y tener buenas relaciones con mis colegas, pesó en que me seleccionaran. Este festival tiene más años que yo. Me dio un susto tremendo tomar la decisión, por ese tramado organizativo que lleva. Realmente esta edición es mi prueba de fuego, pues en 2009 me avisaron 15 días antes de iniciar el Festival y ya todo estaba hecho.

«En esta ocasión expuse mis ideas a los integrantes del comité organizador. Ellos han sido mi punto de apoyo, como también Lino Betancourt —que con su experiencia asume coherentemente la parte teórica del Pepe Sánchez—, y la dirección política y gubernamental de la provincia».

—¿Abre alguna puerta el evento para los trovadores ambulantes que, guitarra en mano, interpretan sus canciones en sitios menos convencionales?

—Aquí hay espacio para todos. Es que en Santiago de Cuba se encuentra música en todos los lugares, porque forma parte de la idiosincrasia y las tradiciones de la ciudad. Esos trovadores tienen cabida en las serenatas, los «asaltos» a centros de trabajo y de salud, así como en las presentaciones en los parques.

—¿Es un propósito inmediato llevar el evento a sitios donde históricamente ha gustado la trova, como la Universidad?

—Ese es el saldo negativo que nos queda de esta edición. Lamentablemente no se pudieron hacer las coordinaciones —a pesar de que se había solicitado con tiempo—, pues es importante la integración a los centros de enseñanza superior, ya sea desde los conciertos allí, como el llevarles las ponencias de nuestro simposio.

«Nos quedamos con esas ganas, pues la Universidad es una de las instituciones culturales con mayor número de consumidores del género. La trova, por lo general, propone una manera diferente de abordar el tema amoroso, la amistad, la política... todo ese tipo de aspectos que en las casas de altos estudios poseen una mayor efervescencia, por lo que para el año próximo pensamos llevar el Pepe Sánchez a universidades como la de Oriente, Ciencias Médicas y la Pedagógica».

—Dejando a un lado el festival, ¿qué otros proyectos merecen la atención de Sosa?

—Lo más inmediato es el trabajo con mi grupo, integrado por cuatro músicos santiagueros. Aunque quizá este no sea un proyecto para siempre, me ofrece nuevos caminos para componer.

«Estamos montando mi repertorio y nos preparamos para asumir producciones discográficas. Ya tengo escritas todas las canciones para mi próximo álbum, que grabaré con Producciones Colibrí y que tendrá como productor al maestro Frank Fernández».

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