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Manana Club, entre la música bailable y la tradicional

Un grupo de jóvenes se unió el 4 de abril de 2008 en esta agrupación que, con más de 20 temas grabados, incluye en su repertorio tanto la balada como la cumbia mezclada con salsa

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Cuando parecía que con la muerte del abuelo, Lázaro Jesús Ordóñez, la tradición musical se perdería por siempre en la familia, su nieto, Pedro Lázaro Ordóñez Padrón —Papucho, como todos lo llaman cariñosamente—, llegó para darle continuidad al legado de quien tocara con Enrique Jorrín, en Fajardo y sus Estrellas; en la Revé y fuera violinista del Buena Vista Social Club (Frank Emilio y los amigos)... Ahora el joven, que nació en el corazón del Vedado, rodeado desde el despertar del mágico sonido que le regalaba el entonces concertino de la Orquesta del ICRT, no puede dejar un solo día de poner a cantar su lustrado violín.

De ese modo comienza cada mañana de Pedro. E inmediatamente después empiezan a llegar a su casa algunos de los buenos amigos que el 4 de abril de 2008 decidieron unirse para conformar una agrupación musical, la cual nombraron Manana Club, y que surgió de modo «natural», mientras cumplían el servicio social en la provincia de Sancti Spíritus.

Recuerda Papucho que el director de la Escuela Provincial de Música Ernesto Lecuona, donde él impartía clases de violín, se le acercó un día para pedirle que le ayudara en las actividades que se organizarían para los niños. «Me gustaría, me dijo, que ustedes los profesores toquen para que los muchachos se motiven aún más en sus estudios.

«De esa forma realizamos el primer concierto. No resultó en verdad una “tarea” tan ardua como lo era preparar un plan de clases. Y es que cuando uno termina el nivel medio tiene la cabeza llena de ideas. Solo tocas, sueñas y hablas de música. Facilitaba el montaje del concierto el hecho de que lo íbamos a asumir los mismos amigos y compañeros que todos los días trabajábamos, comíamos y dormíamos juntos».

La tarde de la jornada del 4 de abril de 2008, debutó Manana Club en aquella actividad, donde estaban presentes algunos funcionarios del Centro Provincial de la Música Rafael Gómez Mayea, quienes se quedaron asombrados con el inmeso talento de aquellos jóvenes. En lo adelante Papucho ocupó la dirección del grupo, cuyas creaciones han llegado a ser reconocidas, por ejemplo, entre los aficionados de la pasada Serie Nacional de Béisbol, cuando no era extraño escuchar entre inings temas como Contra la pared.

«Nuestra principal línea de trabajo, explica, es la música popular bailable y la tradicional, pero también incursionamos en el latin jazz, la fusión...», explica este magnífico instrumentista, arreglista y compositor, quien se trasladó hacia la tierra del Yayabo al terminar sus estudios en el Conservatorio de Música Amadeo Roldán.

«Fueron tres años lejos de la capital. Lo cierto es que cuando te informan que debes partir para provincia a cumplir el servicio social eso te desanima un poco, entre tantas cosas, porque no estás acostumbrado a estar separado de la familia y sientes un poco de temor pues no sabes si serás capaz de enseñar lo que has aprendido.

«Sin embargo, ya allí nos encantó nuestra labor. Constituyó una experiencia muy productiva en todos los sentidos. Nos vimos obligados a ser más responsables, disciplinados; le dimos más valor a la camaradería, el compañerismo... Y desde el punto de vista artístico, creo que nos hizo mejores músicos y profesionales. No solo se trataba de mantener la autopreparación, sino que cada jornada nos enfrentábamos al reto de formar a 11 niños que habían puesto sus esperanzas en nosotros.

«A veces teníamos que “regresar” a esas edades y recordar qué era lo que nos gustaba y qué no, qué era lo que entonces más interesaba. Esos tres años en Sancti Spíritus me ayudaron mucho para luego asumir la dirección del grupo».

Pedro vuelve a sudar cuando asoman a su mente los apuros que pasaba cuando se enfrentaba a sus minúsculos alumnos que lo miraban fijo esperando que ocurriera el «milagro». «Terrible, porque jamás me había parado ante un aula. Por tanto tuve que inventarme mi propio método para enseñar violín y encontrar una manera de hacerme entender sin violentarlos. Tres años después había logrado hacerme de mi propia cartilla y ya me era menos traumático. Y es que el violín es un instrumento muy complicado», reconoce antes de volver a retomar el tema de Manana Club.

«Nuestro repertorio está compuesto por temas que son clásicos de la música tradicional cubana, mientras que las piezas bailables son de la autoría del grupo, pues aunque haya un compositor, el resto siempre aporta ideas que mejoran considerablemente la canción».

Manana Club cuenta ya con más de 20 temas grabados, que muestran la variedad que distingue dicha propuesta. Al escucharlos, el bailador sabe que tendrá la oportunidad de disfrutar desde una cumbia mezclada con salsa (No me llores), hasta magníficas baladas (Esta noche llueve, Eres tú).

Una gran familia

En Sancti Spíritus, Papucho conoció a Andrés Mena, quien de pequeño adoraba la percusión. Sucedió que cuando se presentó en la Escuela Vocacional de Arte (EVA) Olga Alonso, de Villa Clara, el profesor de trombón lo llamó para preguntarle si le gustaría estudiar dicho instrumento.

«No tenía ni la más mínima idea de qué cosa era un trombón, no obstante, comencé en esa especialidad en la EVA, en 5to. grado, sin siquiera sospechar que se convertiría en parte indisoluble de mi vida. Por esa razón viajé a Bayamo, Granma, donde aprendí casi todo de lo que hoy puedo mostrar, gracias a maestros como Carlos Puig, director de la Banda de Bayamo; Augusto César Hoyo, Emilio Sánchez, magníficos profesores, músicos y personas».

Después de graduado, Andrés se dirigió al centro de la Isla para realizar su servicio social. «Me parece que fue ayer cuando Papucho nos reunió y nos dijo: Caballeros, tenemos que hacer un concierto. No olvidaré la discusión que armamos para seleccionar los temas, ni las dificultades que enfrentamos para ensayar, pues no contábamos con condiciones ni con, prácticamente, instrumentos.

«Comenzamos con un piano y un contrabajo, pero así se fundó Manana Club, que ha sido otra escuela en la que he aprendido lo que significa verdaderamente la palabra amistad y la solidaridad. Presiento que estaré junto a Manana mientras esta exista, que será por mucho tiempo», afirma convencido Mena, quien también tuvo que hacerse su propio librito para conseguir que sus pupilos amaran el trombón tanto como él:

«Sabía que lo esencial era intentar aplicar lo que los profesores me habían enseñado. Por suerte, mis alumnos eran más grandes, de sexto grado, aunque de cualquier forma es difícil tratar con niños, y con los padres que están en todo momento encima de ti. Fue una experiencia dura, pero muy linda. Solo espero poder apreciar en un futuro el fruto de ese trabajo».

Por su parte, Reinier Morales cantante principal de la agrupación, perdió el miedo escénico muy pronto, desde que se interesó por el canto siendo casi un crío. Después estuvo un tiempo desvinculado del estudio y de la música. «Muchachadas que luego pesan mucho», admite. «Pero cuando terminé el 9no. me incorporé a estudiar música hasta que me pude graduar en la Escuela de Superación de Santa Clara, en las especialidades de percusión y canto».

Espirituano de nacimiento, Reinier asegura que hoy vive superfeliz «por tener la posibilidad de compartir en Manana Club con todos mis hermanos (además, Léster J. Matamoros, saxo; Leidy García, Leisdel González y Julio César Quintana, cantantes; José Luis Matos y Yasmani Santos, percusión; Eliosbel Galarraga, pianista) un proyecto que nos ha convertido en una gran familia».

Interioridades de una Novel

Tan complejo como abandonar la capital para dedicarse a enseñar a otros, ha sido para Papucho (también bajista) dirigir su orquesta. «Levantar una agrupación nueva que nadie conoce es muy difícil, más cuando hay tantas buenas en Cuba y tantos músicos estrellas.

«Sin embargo, hemos trabajado sin descanso, no dejamos de ensayar por nada de este mundo, y ahora solo soñamos con que nuestro quehacer se conozca en la Isla entera», enfatiza Pedro, que junto a sus muchachos ha llevado su contagiosa música a provincias como Matanzas, Pinar del Río y Holguín, y quien agradece los consejos que ha recibido de grandes como Lazarito Valdés, José Luis Cortés, Manolito Simonet, Alexander Abreu..., y haber tenido el privilegio de compartir el escenario con Bamboleo, NG la Banda, Havana D’ Primera. «Ellos me han ayudado a redondear el proyecto y a organizarme mejor al frente del grupo».

En cuanto al primer objetivo del grupo dice: «Es mantener viva la tradición, que no se puede perder. Cuando terminamos las presentaciones estamos muertos de cansancio, sin embargo, nos queda la satisfacción de que ha valido la pena el esfuerzo, porque el público queda complacido con nuestra propuesta, nuestra imagen, con el espectáculo que traemos, donde nos intercambiamos los instrumentos en el escenario, hacemos coreografías, solos de violín, de percusión... Y eso siempre llama la atención. Pero aún no estamos conformes, seguimos en la búsqueda de lo diferente».

—Bueno, ¿y, finalmente, qué significa Manana Club?

—Manana es un término rumbero de la lengua yoruba, que significa bomba, sentimiento y corazón. Es una palabra muy utilizada en el argot de los músicos. Club porque estamos juntos desde el principio, desde la escuela. Siempre hemos sido como un club de hermanos.

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