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Enrique Bueno no podrá ser amigo de Pedro

El actor cubano que interpretó el personaje de Pedro en la popular telenovela Aquí estamos, habla del teatro y de los jóvenes, entre otros temas

Autor:

Carla Gloria Colomé Santiago

ENRIQUE Bueno tiene esos detalles «extraños» que arrastran consigo los jóvenes «de provincia»: cierta mirada emprendedora, algo de expectante en el decir, una especie de inquietud en el cuerpo. El día que conversamos parecía que me hablaba Pedro, aquel profesor que soñaba con el arte de Stanislavski o de Chéjov. Y es que Pedro también llegó a La Habana, a probar quizá alguna especie de suerte. Me pareció que Enrique Bueno, y hasta Pedro, se parece a alguien que se sienta a mi lado en el aula, y al de atrás, al del final, y hasta a mí, que no soy de La Habana y sueño con bambalinas.

Del teatro, de los jóvenes, del arte habló Enrique Bueno, el muchacho de Camagüey, el mismo que protagonizó al Pedro de la telenovela Aquí estamos.

—Ahora la actuación, pero primero fue el esgrima...

—La esgrima tuvo que ver también con ese bichito del actor que nacía, o que a lo mejor ya estaba. Era un niño cuando empecé y la motivación estaba en las aventuras de capa y espada. Ya de ahí venía el asalto del actor.

—¿Por qué entonces Enrique Bueno no estudió en el ISA?

—Porque me desaprobaron dos veces consecutivas, pero siempre he sido un poquito caprichoso.

—¿Y qué oportunidades crees tengan hoy aquellos que como tú, no pasaron escuela y sueñan con actuar?

—Desgraciadamente muy pocas. Ahora hay regulaciones que dicen que si no tienes evaluación o no estás graduado de una escuela, no puedes ingresar a un medio profesional.

—Te refieres al documento EA5 que evalúa artísticamente a un actor...

—Mira, yo estoy evaluado de primer nivel, pero el arte no se puede encasillar en papeles. El artista siempre está en una cuerda floja: hoy te puede salir muy bien algo y mañana muy mal, porque eso es el arte.

—¿Cuán difícil puede ser para alguien de provincia triunfar en el mundo de la actuación?

—Aunque no es imposible, resulta complicado. El primer obstáculo que tiene un actor de provincia que quiera insertarse dentro de los medios audiovisuales es la vivienda. Luego hay otros impedimentos como la falta de producciones en la televisión, en lo cual muchas personas están interesadas. Entonces tienen que someterse a numerosos castings para que, en algún momento, un director se interese en ellos. También creo que es necesario un poquito de suerte, además del talento.

—¿Tenías oportunidades en Camagüey?

—En el tiempo en que vivía allá hubo cierto florecimiento de las tablas camagüeyanas, un resurgimiento de lo que fue la ciudad del teatro. Pero en la radio o la televisión no había muchas opciones.

—¿Qué prefiere Enrique entre las tablas y la televisión?

—Las tablas. Este año me voy a alejar de la televisión para hacer teatro. El teatro es la novia que uno no puede olvidar nunca, y hay que dedicarle tiempo también a esas cosas espirituales, a esas novias. El teatro nos alimenta el alma.

—Justamente el personaje que interpretaste en Aquí estamos es un apasionado del teatro, un joven que viene de provincia. ¿El parecido es real?

—Sí. Los primeros capítulos de la novela eran como mi historia personal y, como cualquier artista que haya venido de provincia y se haya instalado en La Habana, pasé lo mismo que Pedro. Sin embargo, creo que no soy tan pesado como él (sonríe).

—¿Consideras «pesado» a tu personaje?

—Para mi gusto sí. El personaje me encanta, pero Enrique Bueno no podría ser amigo de Pedro. Lo disfruto para actuarlo, pero hay que ver la relación que tenía con el personaje de Denis. Era insoportable, así no hay quien tenga un amigo. Lo que sucede es que Denis es una maravilla. A lo mejor el que está mal soy yo, y Pedro es como debemos ser todos.

Entonces, ¿Leroy y La cara oculta de la luna, o Pedro y Aquí estamos?

—A Leroy le tengo un cariño muy especial, pero ahora no te puedo decir uno. Siempre se hacen con la misma entrega a pesar de que uno puede ser mejor que otro, son como hijos a los que se les da vida.

¿Cómo ve Enrique Bueno el efecto que tuvo Aquí estamos en la teleaudiencia cubana?

—En Aquí estamos no descubrimos el agua tibia ni mucho menos. Solamente atravesamos algunas puertas que no han pasado otras novelas. Trató temas que no se habían tocado antes con claridad, y considero que ese es el logro del guión.

«Creo que el público transitó por varias etapas. Cuando empezó la novela era prácticamente ignorada, a las personas no les gustaba mucho. Luego vino una fase diferente, hasta el punto de que muchos en la calle me decían: “¡La novela hay que quitarla porque yo tengo niños chiquitos!”. Después llegó un momento de mucha polémica en la que los televidentes se repartieron en bandos opuestos. En cualquier lugar donde estuviéramos se armaba el debate. Y más tarde, las opiniones no favorables fueron las mínimas, la mayoría llegó a comprender la telenovela».

—Muchos no esperaban el final de Aquí estamos. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

—Estoy de acuerdo completamente, aunque a muchos no les pareció bien. Si a la telenovela se le había dado un tratamiento basado en la realidad cubana actual, tenía que ser un final lo más real posible.

—A veces en el proceso de filmación suceden cosas que el público nunca conoce. ¿Algún recuerdo?

—Hubo un momento en el que dije que no iba a hacer más televisión. Se me presentó una fuerte crisis de migraña y, en ocasiones, se tuvo que suspender la filmación por mi culpa. Pero después lo olvidas todo porque uno vive para eso, y que luego el público te diga cosas lindas.

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