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Nersys Felipe: Todavía estoy borracha de felicidad

Entrevista a la notable escritora pinareña de literatura infantil, varias veces nominada al Premio Nacional de Literatura, y que este año está celebrando su cumpleaños 75

Autor:

Luis Alejandro Rivera Paredes

El espacio «Niños, autores y libros. Una merienda de locos», que la editorial Gente Nueva realiza en la Sociedad Cultural José Martí como parte de la 20 Feria Internacional del Libro Cuba 2011, me ofreció la envidiable oportunidad de conversar con la escritora y poetisa Nersys Felipe. El diálogo la sostuvimos recién concluida la presentación de su libro Aguas que el tiempo teje, un pretexto de la casa editorial para homenajearla por su obra de toda la vida, y por su cumpleaños 75.

—Nersys, acaba de recibir un hermoso origami que representa la Distinción a la Humildad Dora Alonso, que entrega Gente Nueva desde el pasado año. ¿Cómo se siente luego de tan merecido homenaje?

—Muy bien. Ya lo decía durante la presentación del libro: estoy borracha de felicidad, de satisfacción, de ver que la gente me quiere, me recuerda y que me ofrecen todavía opciones de trabajo en la editorial. Espero que me ayuden a vivir feliz y realizada los años que me quedan (que espero que sean muchos, ¿no?).

—Hoy pudo rememorar la etapa de su vida cuando se desempeñó en la enseñanza artística. Un alumno suyo de aquellos tiempos apareció para agradecerle y expresarle su admiración. ¿Qué recuerdos tiene de aquel período de trabajo?

—A ese muchacho yo lo conocí en la década del 50, a principios de la Revolución. Fue en la primera escuela en la que estuve impartiendo clases cuando tenía 18 años. Eso no tiene con qué pagarse; encontrarte con esa criatura que enseñaste desde chiquita y que te recuerde con tal cariño es un regalo que te da la vida.

«Trabajé en escuelas primarias, secundarias, luego en escuelas de arte dando piano, solfeo, teoría y canto coral. Al canto coral me dediqué por muchos años hasta que dejé la enseñanza y pasé a la radio. Ahí me jubilé y ahora estoy aquí, escribiendo libros. Espero que no paren de aparecer los temas, eso espero».

—¿Cuánto le aportó la enseñanza artística a la hora de concebir su obra para los más pequeños?

—Imagínate, yo creo que esa ha sido una base fundamental para poder escribir para niños. Cuando tú enseñas a los niños y cuando te rodeas de ellos, y ves crecer a tus hijos, enseguida aparecen los motivos, la inspiración y el estímulo para escribir.

—¿De dónde viene esa motivación por los infantes?

—No, no es una motivación, es una necesidad. Indudablemente es una necesidad. Necesito trabajar para ellos porque dicen mucho y me piden mucho y de ellos recibo mucha atención. Además les hacen falta buenos libros y los míos, aunque pudieran ser mejores, son buenos, eso creo.

—¿Cómo la llevan los niños con sus historias?

—¿Sabes? Los niños son críticos, muy críticos. Mis hijos leían mis cosas y les gustaba esto o no les gustaba aquello, y lo que no les gustaba yo iba y lo arreglaba porque, como todos los niños, son unos grandes lectores, y, claro, muy sinceros.

—¿Qué elementos tiene en cuanta para interactuar con los niños?

—Primero hay que tener un poquito de talento. Después, cuando vas a escribir, debes estar rodeado por un entorno sociocultural que favorezca a ese talento; porque si no es así ni siquiera aflora. Yo tuve eso. Después debes leer a los buenos, eso es importantísimo: llenarte de un bagaje de buenas obras literarias. Después de eso, que venga el estimulo, eso que llaman la musa, y ponerte a trabajar. Es imprescindible ser muy trabajador, no cansarte, reconocer tus errores y pedirle opinión a los demás; rectificar y rectificar, y no parar de hacerlo hasta que logres algo que te parezca que está bien.

—¿Qué significa Pinar del Río para Nersys?

—Nací en Pinar y mi madre en Guane. Yo iba los fines de semana y en vacaciones a Guane. Me querían mucho allá y aquí; y todo me gustaba de Guane y Pinar, aunque me regañaran y viviera momentos malos cuando niña. Eso de las infancias felices felices es mentira para mí. Siempre hay cosas malas y problemas. Pero la gente tan desenfadada y alegre de esos dos lugares me ayudó a superarlo todo.

—¿Si tuviera que ponerle título al libro de su vida, cuál sería?

—¡Ay Dios mío! ¡En qué clase de aprietos me ponen ustedes los periodistas! Eso es casi como redactar mi epitafio, ¿no? (entre risas). Al libro de mi vida creo que le pondría... Siempre hacia adelante.

—¿Y sería para niños?

—¡¡Claaaaro!!

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