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Fantasías de papel

La práctica del origami responde a una necesidad creativa, que se complace en la paciencia del alma, la destreza de las manos y el sentido de belleza que conlleva toda materia artística

Autor:

Jaisy Izquierdo

El acto de plegar un papel puede acompañarnos inconscientemente en la vida cotidiana, en los cuatro dobleces con que resguardamos de rápidas miradas unas letras escritas con premura; o en la urgencia precipitada de inventar un recipiente.

Lo cierto es que aunque la palabra origami significa en su sentido más literal precisamente doblar el papel, su práctica responde a una necesidad creativa, que se complace en la paciencia del alma, la precisión y destreza de las manos, y el sentido de belleza que conlleva toda materia artística.

No es entonces tarea sencilla la que se propone el autor Emilio L. Arias Borrego con su texto Doblar el papel. El arte del origami, incluido como parte de las novedades literarias que este año presenta la Editorial Gente Nueva. Manual este que atrapará a los pequeños, incitándolos a disfrutar de manera lúdica el nacimiento entre sus propias manos de multitud de figuras, y que dejará en los más crecidos el inquietante deseo de formar ellos mismos nuevos diseños.

No hace falta más que una hoja cuadrada para que de ella surjan, paso a paso, graciosas cabezas de animales que pueden regalarse como tarjetas de saludo, o lápices escolares que pueden utilizarse como marcadores. Con simples instrucciones, acompañadas por su ayuda visual, aparecen ante nosotros desde los conocidos barquitos de papel, los vasitos de papel para momentos de emergencia, y hasta las bolsas de regalos para emocionar en las fechas señaladas.

Todo un parque zoológico se pudiera construir si se sucumbe al impulso de ver nacer animales de tierras lejanas como el elefante, el pingüino, el cisne, la foca, o la grulla voladora; junto a otros tan temibles como el cocodrilo, tan imponentes como la ballena, o tan leales como un Terrier escocés.

A través del reino animal, los niveles de dificultad de los diseños se van complejizando, de manera que si con solo tres dobleces podíamos realizar una graciosa cara de gato; para disfrutar de una parlanchina cotorra, dispuesta a enredar sus patas en tu dedo, tendremos que laborar en más de 30 repliegues.

Emilio L. Arias Borrego, quien también tiene publicados para niños y adolescentes los títulos Mi bandera (2002), El escudo de la palma real (2003), Aprende coloreando (2004) y Banderas del mundo (2005), dispuso como cenit de su libro una figura bien criolla. Se trata del diseño del profesor Rodolfo Díaz Yglesias, quien recrea la flor de la mariposa cubana, insignia de nuestra cubanía y distintivo además, para el artista-lector que ha llegado hasta la última página, de que es el momento de comenzar a pensar sus propias fantasías de papel.

Con este método in crescendo, el aprendiz podrá apreciar que aunque en esencia el origami puede parecer, y de hecho es, una técnica sencilla, en el transcurso del tiempo ha llegado a alcanzar grados de dificultad inimaginables, hasta exigir para algunas de sus creaciones, días enteros de trabajo.

Es tal vez en la paradójica esencia de este arte, donde radican sus mayores valores, al ser tan simple como la propia hoja del papel, no requiere de mayores recursos ni de habilidades especiales como la danza, la pintura, o la música; y llega a la vez a convertirse, en su paulatino desarrollo, en un provechoso pasatiempo, capaz de direccionar la coordinación psicomotora en los niños, y de combatir la pérdida de habilidad manual en las personas adultas.

No son pocos los que ven esta milenaria técnica japonesa no solo como una forma de expresión artística, sino además como una manera diferente de pensar y de entender el medio que nos rodea. Los que así piensan lo recomiendan para estimular la habilidad de construcción espacial y abstracción, favorecer la concentración de los más chicos, o para canalizar el estrés de los no tan jóvenes. Otros, siguiendo los pasos del pedagogo alemán Friederich Fröbel, no han dudado en incorporar el origami a la enseñanza, tanto en los jardines de niños como en el aprendizaje de la geometría, durante las clases de Matemáticas.

Estamos entonces en presencia de un manual que puede ser el ardid de padres y maestros para formar en sus niños multitud de valores, acompañándolos con el halo mágico de montar en familia un taller de creación, o la posibilidad de jugar al parque jurásico durante las horas de receso escolar, porque dinosaurios tampoco faltan en esta selección fascinante que es Doblar el papel. El arte del origami.

Datos para curiosos

El origen del origami se remonta a miles de años atrás en el Oriente, más específicamente en Japón. Cuenta la historia que, a los altares de los budas, la gente acostumbraba a llevar ofrendas que consistían en dulces, alimentos, golosinas y flores. La necesidad condujo a los fieles más pobres a que se ingeniaran una forma más práctica y económica para cumplir los ritos, y surgió la idea de realizar figuras en papel, que representaban tales ofrendas.

Tal sustitución también fue propicia para la celebración en el Japón del día de los muertos, un día del año en el que los familiares rinden honores a sus muertos. Para el reencuentro simbólico, los vivos fabrican balsas de papel y dentro le colocan todos los productos, también fabricados en papel. Estas figuras representan todo lo que se le quiere ofrecer a su ser querido ausente: comida, objetos, o flores.

Por otra parte los samuráis intercambiaban regalos de papel conocidos como noshi, considerados como amuletos de buena suerte, mientras que la nobleza celebraba sus bodas envolviendo los vasos de sake con papel doblado en forma de mariposa, que representaba a los novios, siendo considerada su confección una tarea de gran honor.

Si bien el origami tradicional no admite los cortes ni el uso de pegamentos, y las figuras se desprenden de una base cuadrada de papel; la exploración de nuevas aplicaciones ha dado lugar a creaciones de dimensiones monumentales y a lograr figuras con movimiento, plegados con billetes y con formas diferentes al cuadrado como triángulos, hexágonos, pentágonos y círculos. El papel empleado también se fue transformando. En sus orígenes, se fabricaba con fibras vegetales hasta incorporar luego los papeles de colores.

No sería hasta la tardía fecha de 1860, casi siete siglos después de comenzar a utilizar el papel, que Occidente conoció el origami. El encuentro se produjo cuando un prestidigitador japonés de gira por Europa maravilló a su público exhibiendo una grulla de papel que movía el cuello al ser tirada de la cola. Desde entonces el origami o papiroflexia, no ha dejado de cautivar al mundo y de hacer volar la imaginación con sus sueños plegadizos.

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