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Juan de los Muertos reluce en la vitrina de Toronto

El segundo largometraje de ficción del cubano Alejandro Brugués se exhibe en el Festival internacional de Toronto

Autor:

Joel del Río

La naturaleza multifacética del Festival internacional de Toronto dominó, durante la primera quincena de septiembre, la calle King, principal arteria cinematográfica del Entertainment District, donde se concentra el evento. Los postes del alumbrado portan cartelones que anuncian una gigantesca exposición y retrospectiva consagrada al maestro italiano Federico Fellini, mientras la ciudad entera está tapizada con la foto de Brad Pitt y su inefable sonrisa de temba buena gente en Money ball, película sobre la pasión por el béisbol que deberá convertirse en uno de los seguros éxitos del cine norteamericano más reciente. Concentrados como están en que el Festival sirva de pórtico al cine extranjero con intenciones de conquistar el mercado norteamericano, e incluso propulse comercialmente los filmes anglosajones más importantes del año, los organizadores y curadores de Toronto últimamente no parecían muy inclinados a programar cine cubano.

La gigantesca vidriera que el Festival significa esquivó algunas de nuestras mejores producciones de los últimos años, pero tal alejamiento pertenece al pasado, porque ahora participa, con toda la bulla que merece el caso, Juan de los Muertos, segundo largometraje de ficción de Alejandro Brugués, egresado de la Escuela Internacional de Cine y Televisión, en San Antonio de los Baños, y autor también de la recordada Personal belongings. El éxito conquistado por su película podía predecirse desde el momento de su rodaje, que tuvo lugar en Cuba a finales del año pasado, y desde mucho antes, cuando se dio a conocer la primera sinopsis del guión, aquella que consiguió interesar a la empresa española coproductora, La Zamfoña Producciones. Podía vaticinarse el triunfo debido a la combinación que el filme verifica en los terrenos de la comedia paródica, casi surrealista, a partir de exagerar con renegrido humor los personajes y situaciones tanto de la realidad contemporánea cubana como del clásico cine de horror y muertos vivientes. Se sabe que tales géneros cuentan con el apoyo incondicional de numerosos públicos, dentro y fuera de Cuba, y por tanto resultaba fácil pronosticar la ovación. Pero una cosa es suponer que el éxito llegará, y otra muy distinta significa constatarlo in situ.

Porque la película cubana, única procedente de nuestro país en un evento que este año incluyó producciones de 65 países y proveyó ganancias a la ciudad por más de 170 millones de dólares, ha conseguido ganar cierto prestigio de película bizarra y singular, que apuesta por una visión entre sardónica y apocalíptica. Las tres exhibiciones públicas se vieron totalmente abarrotadas por el público, que ovacionó la película, acompañó con risas todas sus proyecciones, y se «comió» a preguntas al director y a los productores, presentes en el estreno mundial de su filme. Mientras tanto, la prensa oficial y extraoficial del Festival aplaudió, en mayoría, su gracia e irreverencia. En Los Ángeles Times se publicó un elogioso comentario donde se la incluye en el grupo de las seis imprescindibles del Festival, mientras que el influyente periódico canadiense The Globe and Mail la colocó en la relación de los diez títulos que nadie debe perderse y sugería a los distribuidores norteamericanos que adquirieran la película. También le expresaron su apoyo el influyente portal del director del Festival internacional de Miami, el sitio web indieWIRE y decenas de blogs dedicados a estos géneros cinematográficos.

Mientras redactaba estas líneas conocí la noticia de que Juan de los Muertos tendrá su esperado estreno en festivales de Estados Unidos durante el Fantastic Fest de Austin (septiembre 22-29), el mayor evento especializado en películas de horror, fantasía y ciencia ficción de cuantos ocurren en aquel país. Y por supuesto, la consagración en Europa deberá llegar luego de concursar en Sitges, en octubre, y de que se estrene la película en España. En diciembre, se supone será vista por primera vez en Cuba en el Festival de La Habana, aunque antes de su seguro éxito con el público cubano le queda mucho por caminar al más reciente y sorprendente triunfo del cine nacional.

Semejante hazaña de una película realizada en la Isla, mayormente edificada por jóvenes creadores criollos, destaca en medio de un certamen donde abundan filmes de las más diversas intenciones o géneros, realizadores consagrados a todos los niveles y, obviamente, presupuestos tres, cinco, diez o 20 veces superiores al que empleó Juan de los Muertos. Este año frecuentaron Toronto un buen número de estrellas de la música convertidas en objetos cinematográficos. La inauguración del festival, en la bellísima sala del Roy Thomson Hall, corrió a cargo del documental From the sky down, consagrado a explicar la manera en que artistas como Bono (líder de U2) se las han arreglado para satisfacer las tendencias dominantes de la música pop sin traicionar la coherencia artística, política y ética que los caracterizan. A propósito de documentales que exaltan los valores y el talento de importantes músicos también pasaron por estas pantallas Neil young journeys, de Jonathan Demme, y Pearl jam twenty, que dirige el experimentado Cameron Crowe, además de la crónica del concierto ofrecido por Paul McCartney en memoria de las víctimas del 11 de septiembre y titulada The love we make.

Madonna se presentó en Toronto con la aspiración de que tanto el público como la crítica tomen en serio su incipiente carrera de cineasta. Su segundo largometraje, W. E., muestra dos historias de amor, una contemporánea y la otra a mediados del siglo XX, cuando el rey de Inglaterra decidió abdicar para casarse con una divorciada norteamericana. Sin embargo, la célebre Material girl llegó a ser solo una más entre las muchas divas del cine que se vieron en Toronto dispuestas a mantener los arietes de sus respectivas famas. Por los favores de la bella Keira Knightley rivalizan Viggo Mortensen y Michael Fassbender, quienes interpretan, respectivamente, a Sigmund Freud y Carl Jung en A dangerous method; Catherine Deneuve hace el papel de madre de su verdadera hija, Chiara Mastroianni, en el melodrama con momentos musicales Los bien amados; Michelle Yeoh contribuye con Luc Besson para contar, en The Lady, una historia real que aconteció en la Birmania de los años 80; Glenn Close probablemente sea nominada al Oscar por su papel de una mujer que se disfrazó permanente de hombre en Albert Nobbs, que dirige Rodrigo García, y Jane Fonda está como pez en el agua en el rol de abuela librepensadora y emancipada en Peace, love and misunderstanding. A pesar de tan estelares presencias femeninas, Toronto fue conquistado por la testosterona en el estilo de George Clooney, Brad Pitt, Bono, Ryan Gosling, Antonio Banderas y Michael Fassbender, quien se ganó la admiración de todos por su interpretación de un sexomaniaco en la muy elogiada Shame.

Sin embargo, la atención de los cinéfilos más exigentes se concentró en autores de prestigio. El alemán Wim Wenders reconfiguró los valores del cine en 3D con el documental sobre ballet titulado Pina; los hermanos belgas Jean Pierre y Luc Dardenne presentaron la minimalista El chico de la bicicleta, el finlandés Aki Kaurismaki reiteró su calmado ensimismamiento en Le Havre, y el ruso Alexander Sokurov sorprendió con su versión de Fausto, que acababa de apropiarse del León de Oro en el Festival de Venecia. Pero el favor del público (y los únicos premios que entrega el Festival) terminó inclinándose por películas de autores menos conocidos que se acercan sutilmente a problemas del mundo árabe y su cultura, como la agridulce Adónde vamos ahora, que inauguró en Toronto una carrera de seguro triunfal, o el retrato del Irán contemporáneo que se verifica en Una separación; o el elegido en tanto mejor filme canadiense del evento, Monsieur Lazhar, conmovedor relato de un inmigrante argelino que obtiene una plaza como maestro y debe lidiar con el poderoso recuerdo de su predecesor.

Bastante ostensible resultó también la presencia latinoamericana. Además de la película cubana, el Festival rindió homenaje a Buenos Aires y proyectó varias películas realizadas en la capital de Argentina. Entre las nuevas producciones vale destacar la inquietante El gato desaparece, del consagrado Carlos Sorín, además de la road movie Las acacias y de la inmersión en las interioridades de la murga que es Caprichosos de San Telmo. Brasil aportó otra coproducción internacional con reparto estelar, se titula 360, la dirige Fernando Meirelles, y se ambienta en un puñado de metrópolis dispersas por cuatro continentes. En la canción de Chico Buarque Olhos no olhos se inspiró Karin Ainouz para escribir y dirigir O abismo prateado, sobre la pérdida del amor, en tanto que Heleno describe el ascenso y la caída del reconocido futbolista Heleno de Freitas, interpretado por Rodrigo Santoro.

La chilena El año del tigre describe, desde la ficción, las reacciones de un grupo de personajes al terremoto y tsunami en febrero de 2010, en tanto la colombiana Porfirio se acerca al excepcional relato de un hombre que logró hacer cosas increíbles paralizado en una silla de ruedas, y la mexicana Miss Bala, del prometedor Gerardo Naranjo, se ocupa de ver lo que ocurre cuando coinciden en el mismo espacio los concursos de belleza con el crimen organizado. Los últimos Cristeros, también de México, rememora las primeras décadas del siglo XX, un tiempo en el cual ocurrió el enfrentamiento de un grupo de hombres valientes con disposiciones gubernamentales en contra de ciertas demostraciones religiosas.

En medio de todo ello se destacó con fuerza Juan de los Muertos, la película cubana que representa el intento loable por actualizar el cine cubano en términos de mecanismos productivos, ideas frescas, publicidad habilitada para abrir mercados, y la atención a géneros no solo capaces de atraer al público sino de evadir la eterna dicotomía de nuestro cine entre melodrama contemporáneo y comedia de costumbres. Abiertas quedan las puertas para el cine cubano de horror, de acción y aventuras, de ciencia ficción, musical, la comedia de humor negro, etc., etc., etc.

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