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Una mirada cubana a la música antigua

El Festival de Música Antigua Esteban Salas, que culminó el pasado sábado, dejó, por más de una decena de días una huella imborrable al desempolvar también composiciones criollas de otras épocas

Autor:

Yelanys Hernández Fusté

La Habana fue revisitada por la música de salones y capillas religiosas de antaño. Períodos como la época medieval, el renacimiento y el barroco se asomaron a la urbe antillana gracias al empeño de un movimiento insular que hurga en esos repertorios y los lleva a los escenarios, respetando su sonoridad original.

El Festival de Música Antigua Esteban Salas, que culminó el pasado sábado, dejó, por más de una decena de días e igual número de locaciones, una huella imborrable al desempolvar también composiciones criollas de otras épocas con una información histórica tal, que se acercó, con mucha exactitud, a lo que fueron piezas imprescindibles como las del sacerdote Juan París, maestro de capilla de la Catedral de Santiago de Cuba, ejecutadas por el conjunto Ars Longa; o las obras del mismo Esteban Salas, interpretadas por la camerata vocale Sine Nomine.

Para la soprano Teresa Paz, presidenta del evento, el movimiento de música antigua en la Isla no solo repara en los repertorios añejos, «en hacer Händel, Bach..., sino en rescatar esas partituras con su atributos originales: el fraseo, la instrumentación, los medios sonoros, que son elementos muy importantes para explicar por qué pertenecemos a esa corriente».

Ars Longa ha desempeñado un papel esencial en el fomento de este tipo de trabajo desde su creación en 1994. El grupo organiza cada año el certamen de conjunto con la Oficina del Historiador. Ya suman nueve ediciones y siempre se ha tenido en cuenta, como explica a JR Teresa Paz, el hecho de que Cuba «es un país donde la cultura tiene mucha importancia. Nos empeñamos en hacer partícipe a toda la Isla, pues este movimiento de música antigua existe en Europa y América desde finales del siglo XIX, y posee marcado interés en rescatar estas obras y tocarlas con los instrumentos originales».

En esta ocasión abrieron sus puertas al festival diversos espacios del Centro Histórico capitalino como el antiguo Casino español, la Iglesia de San Francisco de Paula, el Oratorio San Felipe Neri, la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, el Colegio Universitario San Gerónimo, el Centro Hispanoamericano de Cultura, la Plaza Vieja y el Taller de Luthería. También se sumaron el Museo Napoleónico y la Casa de las Tejas Verdes.

Emprendieron este viaje melódico junto al anfitrión del evento, Ars Longa, los grupos Ars Nova, de Santa Clara y Exsulten, de Bayamo, la camerata vocale Sine Nomine, la compañía francesa Outre Mesure y los solistas Paolo Pandolfo (artista italiano que toca la viola da gamba) y Pascale Boquet (versátil instrumentista francés, especializado en el laúd y la guitarra renacentista).

Muy aplaudida fue la actuación de Ars Longa en su concierto Bolero vs. Fandango, donde mostró una panorámica de esa raíz españolista presente en la música de la Península, que deviene espejo de estilos con una fuerte esencia popular y que, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, fueran llevados a los salones españoles por grandes músicos como Fernando Sor, Luigi Boccherini, Manuel García y Federico Moretti.

Exsulten también consiguió el regocijo del público con su Viva Hispania, donde ofreció una velada magistral con los cancioneros españoles de los siglos XV al XVII, y en el que apelaron no solo a los recursos interpretativos, sino también a una perspectiva histórica del vestuario, la escenografía y el histrionismo.

Y en ese recorrido musical que nos brindó el evento resaltó el que nos mostrara Sine Nomine en De la España renacentista a la América virreinal, donde se conjugó la interpretación de las diferentes piezas procedentes de la Península, nuestro continente y Cuba. Así, el grupo integrado solo por hombres, nos guió por las composiciones de Tomás Luis de Victoria, Juan de Araujo y Esteban Salas, entre otros autores. Lo hizo de un modo singular al incorporar a las sobrias interpretaciones movimientos escénicos acertados.

Con una visión integral, el Festival de Música Antigua acoge asimismo a la investigación. De ahí que en varias jornadas se nos ilustrara sobre la presencia de los gaiteros en La Habana, como lo hiciera en su conferencia Susana de la Cruz, o la musicóloga Claudia Fallarero sobre las obras compuestas por Juan París para la capilla de música de la Catedral de Santiago de Cuba (1805-1845). A ello se añadió la presentación del texto Esteban Salas, maestro de capilla de la Catedral de Santiago de Cuba (1764-1803), de la doctora Miriam Escudero.

Con una mirada ya certera en la formación de los nuevos instrumentistas, el movimiento cubano de música antigua ha dado pasos en la enseñanza del oboe, el órgano, la viola da gamba y la flauta de pico, en el Conservatorio Amadeo Roldán.

Teresa Paz explica que están «haciendo un experimento allí, ya que es vital para que nuestro trabajo tenga una continuidad». Porque se trata de ir más allá del Festival Esteban Salas que, sin dudas, ha sido el espacio iniciador de todos estos valiosos proyectos.

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