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El mar, la ciudad y el muro

La Oncena Bienal de La Habana nos regala un abanico de propuestas que invitan al diálogo con la ciudad y sus espacios. Una de esas iniciativas es el proyecto colectivo Detrás del muro

Autor:

Lourdes M. Benítez Cereijo

Muchas son las palabras y la poesía que ha inspirado el Malecón habanero, ese cinturón de concreto que tantos anhelos y amaneceres ha visto nacer desde la serenidad de su quietud. Y es que el muro capitalino ha sido siempre antesala, balcón y casa, camino para tejer los hilos de nuestra existencia, «borde donde la esperanza y la tenacidad se dan como prodigios» y «sofá de la añoranza donde soñamos un mundo mejor», como dicen algunos colegas.

Ahora, esa franja que el mar abraza, se convierte en galería a cielo abierto —desde La Punta hasta el Parque Maceo— para acoger las propuestas que, como parte de la Oncena Bienal de La Habana, trae el proyecto colectivo Detrás del muro.

A propósito de la idea, concebida como un homenaje a los cubanos, su curador Juan Delgado Calzadilla ha señalado que el Malecón ha sido objeto de otras acciones, pero nunca con tal magnitud.

Cada una de las obras contiene un hálito de utopía y audacia. Una veintena de artistas fueron los encargados de intervenir públicamente ese paisaje marino, transformando y redimensionando los dos escenarios a cada lado del muro: la ciudad y el mar.

Así, los transeúntes podrán ser sorprendidos e interpelados por piezas como un híbrido entre un carro Chevrolet y un submarino (Esterio Segura), pequeñas islas ancladas a cierta distancia del litoral (Florencio Gelabert), molinos de viento de juguete construidos a gran escala (Marianela Orozco), un espejo gigantesco ubicado frente al mar (Rachel Valdés), leones feroces bañados por el agua (Roberto Fabelo) o una instalación de la cual emergen imponentes masas de hielo para «refrescar» en medio de tanto calor (Roberto Fabelo Hung).

A un juego dialógico, que por un lado hace referencia al símbolo del hierro en la tabla periódica, y por otro al concepto que alude a las creencias y a todo aquello que trasciende el plano de la objetividad, convida Fe, el site specific de Adonis Flores, que consiste en un cartel conformado por estas dos letras fabricadas a gran escala. «Esta es una pieza tautológica por el uso del material y lo que este representa y que al mismo tiempo muestra a la fe como un concepto que puede corroerse como el propio material, o que puede surgir a partir de lo desechado».

Con un mensaje avizor llega Alexandre Arrechea para decirnos que Nadie escucha. Según su creador, la escultura representa un árbol del cual crecen orejas y contiene el interés por «construir una idea donde el arte demuestra que sigue siendo sensible, sigue estando alerta; que cuando ya nadie escuche, el arte debe seguir escuchando, observando y reflexionando. Esa es la verdadera herramienta que da forma a todo lo demás, su energía vital».

Sujeto es el performance de Carlos Martiel, con el cual se hace referencia a «estructuras sociales que nos atan a hechos, coyunturas e instancias determinadas».

Tomando como fuente de inspiración el discurso pronunciado por José Martí el 26 de noviembre de 1891, Inti Hernández construyó la pieza Bancotodos, una escultura perteneciente a la serie Lugares de encuentro, la cual representa dos bancos opuestos unidos por un fragmento de la histórica alocución Con todos y para el bien de todos.

Mientras, Duvier del Dago dialoga con el público desde la Disección —instalación de la serie Error humano—, a escala natural, de un cañón Parrot. Para el artífice, las secciones recuerdan lascas de carne o tejido animal. La resemantización de la obra radica en la pérdida de la función del cañón como artefacto bélico para hacer de él «un ente con vida propia, transformando su función defensiva y agresiva en una función de paz».

Completan la nómina de Detrás del muro Aimée García, Alejandro González, Arlés del Río, Carlos Montes de Oca, Donis Dayán Llago, Elizabet Cerviño, Fidel Ernesto Álvarez (Colombia), Guillermo Rodríguez (Puerto Rico), Humberto Díaz, Jorge Wellesley, María Magdalena Campos-Pons y Neil Leonard (Cuba-Estados Unidos), Rafael Domenech (Cuba-Estados Unidos), Reynier Leyva y José Ruiz (España).

Si bien la posibilidad de regalar secretos con la complicidad de las olas, ir al encuentro de viejos y nuevos amores, dejarnos salpicar el rostro de salitre con sabor a ilusión y sentarnos a deambular por las esquinas de nuestra vida ha sido siempre pretexto y obligación para ir al encuentro del Malecón, ahora ese espacio nos reserva un valor agregado como espectadores, en primera fila, de otras maravillas que nos aguardan al amparo del mar, la ciudad y el muro.

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