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Adiós al diseñador Otto Chaviano

Los diseños de vestuario del artista Otto Chaviano continuarán eternamente ligados a la escena cubana, aunque sus hábiles manos ya no estén desde ayer entre nosotros

Autor:

Jaisy Izquierdo

Los diseños de vestuario del artista Otto Chaviano continuarán eternamente ligados a la escena cubana, aunque sus hábiles manos ya no estén desde ayer entre nosotros para regalar cubanía y alto vuelo creativo en las galas dedicadas al arte lírico, al ballet académico, la pasarela o el espectáculo musical de cabaret.

Su talento creador se vinculó desde la década del 50 con el teatro, como asistente y jefe de escena a las temporadas de la sociedad Pro Arte Musical.

A partir de 1962 su nombre quedó para siempre ligado al Ballet Nacional de Cuba, llegando a ser jefe de escena y parte de su Junta Directiva, amén de diseñar para algunas de sus producciones. Junto a dicha compañía viajó a distintas naciones como Viet Nam, Polonia, China, Checoslovaquia, Hungría y Francia; y cuando se fundó el Ballet de Camagüey, se convirtió en su fiel colaborador para el cual confeccionó gran parte de su repertorio.

También en 1968, dirigió el equipo técnico del espectáculo donde se presentó la famosa vedette internacional Josephine Baker, quien vistiera durante sus dos últimas visitas a Cuba las piezas que el maestro ideara para su interpretación de números musicales cubanos.

La labor de Otto no conoció de fronteras y se extendió al Teatro Lírico Nacional y al Teatro Musical de La Habana. Fue miembro desde 1979 de la Sección de Diseño de la Asociación de Artistas Escénicos de la Uneac, de la cual fue Presidente, y de la Asociación de Artistas Plásticos.

Con Tropicana sostuvo una relación especial que incluyó producciones de renombre como ¡Oh, La Habana!, Brindis por Tropicana (premio Rubén Vigón, de la Uneac), y Tropicana en Salsa Cubana que fue representado en las ciudades de Nueva York y Los Ángeles obteniendo grandes elogios de la crítica especializada, entre las cuales se encuentra la revista Variety.

De su prolífera carrera dan testimonio además los lauros al mejor vestuario del Carnaval de La Habana en 1980 y 1991, y su trabajo con el proyecto Arte Moda que le permitió abordar la obra de creadores como Alfredo Sosabravo y Cosme Proenza.

Obtuvo las órdenes Raúl Gómez García, la Distinción por la Cultura Nacional, la medalla Alejo Carpentier, y el diploma Nicolás Guillén de la Uneac; reconocimientos todos que dan fe de su fructífero itinerario creativo, dedicado a dotar al vestuario de nuestra escena de un alto valor estético y visualidad criolla.

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