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El vuelo abstracto del pintor de los gallos

Una faceta poco divulgada de la obra de Mariano Rodríguez se exhibe en el Museo Nacional de Bellas Artes, en una muestra que permite adentrarse en el mundo iconográfico del artista

Autor:

Aracelys Bedevia

Existe en el quehacer del emblemático maestro Mariano Rodríguez una etapa poco conocida: la de la abstracción. Del apego del artista a este movimiento apenas se habla, quizá porque dentro de su extensa producción resaltan fundamentalmente las creaciones de los años 40 y series como Las masas, de los 70. Pero también porque no abundan las reproducciones pertenecientes a ese período de su obra y desde hacía tiempo no se presentaba en Cuba una exposición retrospectiva del artista.

Con el propósito de dar a conocer, sobre todo entre las nuevas generaciones, la tendencia abstraccionista de uno de los creadores cubanos más exhibidos en Cuba y en el extranjero, el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) presenta desde finales de octubre una exposición homenaje por el Centenario del natalicio de «el pintor de los gallos», como suele llamársele a Mariano debido a la recurrente presencia en su iconografía de la figura de este animal.

La madurez creativa de este creador, que no copiaba ni se apropiaba de nada ni de nadie, salta a la vista en esta propuesta expositiva que permite recorrer tres lustros dentro de su trayectoria: entre 1950 y 1965, y estará abierta al público en el MNBA hasta enero del próximo año.

José Veiga, uno de los curadores de Mariano Rodríguez: Vuelo y arraigo, título de la muestra, ha afirmado que 1950 es un punto de giro en la obra de Rodríguez, el momento en que empieza la serie de los pescadores, así como la influencia de la pintura abstracta. Muchas de las obras expuestas, sobre todo los dibujos, no se habían mostrado con anterioridad por estar guardados en almacenes o pertenecer a colecciones privadas, expresó Veiga.

De ahí que el acercamiento a esta exposición constituya una oportunidad única de apreciar, desde una visión geometrizante, los personajes del autor de Gallo amarillo (1956), Libélula (1958), por mencionar algunas de las más de 30 piezas elegidas para la ocasión.

Imposible permanecer inertes ante la solidez expresiva de las composiciones realizadas por este cubano, reconocido internacionalmente por sus extraordinarias dotes para el dibujo. Poseía, además, Mariano, entre tantas cualidades artísticas y humanas, la de hacer que el color se viera alimentado por un sol ardiente, cálido y reflectante.

Los cambios fueron parte de la manera de comunicar de este cubano, nacido en La Habana en 1912 y fallecido en esa misma ciudad 78 años más tarde. Unas veces figurativo, otras abstracto, lo cierto es que Mariano se movió con elegancia y soltura de una expresión artística a otra, con un estilo único, originalísimo y exquisita sensibilidad.

De él dijo su amigo, el poeta Mario Benedetti: «Cuando la crítica trató de encasillarlo, cuando intentó subordinarlo a algún rasgo peculiar, definitorio, paradójicamente solo pudo echar mano a los adjetivos de la insubordinación, y así se dice que su pintura es exuberante, alegre, dinámica, esencial. Por algo el gallo le acompañó de alba en alba (nunca despide al sol; siempre lo anuncia). Cada jornada o etapa de su obra incluye una alegría temprana, como un gallo, una alegría que a veces puede venir maniatada y convicta, pero Mariano supo siempre cómo desatarla, intuyó que en el nuevo amanecer volverían a cantar los gallísimos sueños».

Si bien la presencia de esta ave ha quedado asociada a su quehacer, la sensualidad de sus desnudos femeninos es también un elemento distintivo del trabajo de quien supo huir de lo superfluo y estar siempre del lado de las causas más justas.

Acompaña a esta exposición un catálogo de excelencia diseñado por Julieta Mariño y Noel Enrique Díaz, el cual contiene un ensayo de Israel Castellano —que contribuye a valorar de manera más detenida el impacto del movimiento abstracto en la obra de Mariano, período este de intensa espiritualidad y estallido de gestualidad—, así como un conjunto de imágenes de alta calidad.

La existencia de este material prueba que cuando se cuidan todos los detalles y se trabaja con profesionalismo es posible entregar un producto a la altura de lo que merece y espera nuestro público.

Sirva de impulso este regalo por el Centenario de Mariano para seguir ofreciendo a quienes disfrutan de las artes plásticas propuestas que, además de aportar de manera positiva al conocimiento, distingan también por su edición, contenido, diseño, elegancia y creatividad.

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