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Un libro de los Cinco

Poesía, intercambios epistolares, crónicas, fotografías y pinturas al pastel podrán encontrarse en estas páginas esbozadas por Antonio Guerrero

Autor:

Carmen del Pino

Bajo el título Enigmas y otras conversaciones, Ediciones La Memoria del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau propone un libro construido entre amigos, armado desde la confluencia de las voluntades de diferentes geografías del mundo. Poesía, intercambios epistolares, crónicas, fotografías, pinturas al pastel, y otra vez poesía, podrán encontrarse en estas páginas esbozadas por Antonio Guerrero, que comenzaran a idearse con un enigma —también podríamos decir con un poema—, con un conjunto de preguntas que realizara el autor de Desde mi altura al trovador Silvio Rodríguez.

En palabras de Roberto Fernández Retamar, estos enigmas, parientes lejanos de los «cadáveres exquisitos» surrealistas, resultan poemas ajenos evocados por Tony, un cúmulo de vivencias en las que reluce el alma pura de un hombre, como hubiera dicho Antonio Machado, «en el buen sentido de la palabra bueno». Propiciadas algunas coordenadas primeras sobre Enigmas y otras conversaciones, una interrogante sigue a la otra, para sortear lejanías geográficas, e ir armando una entrevista con Guerrero.

—¿Cómo surgieron los enigmas?

—Le escribí a nuestro hermano Silvio Rodríguez un poema por su cumpleaños que titulé Enigma. No tenía la más mínima intención de escribir otros poemas similares. Pero, como siempre hace, a pesar de su tiempo limitado, Silvio acusó recibo, no solo agradeciéndome los versos, sino respondiendo a cada interrogante. Entonces, se me ocurrió enviar este Enigma a los amigos, y ver si también generaba respuestas. Bueno, aquello prendió, ¡y de qué manera!: comenzaron a llegarme respuestas de todas partes. De ahí vino la inspiración para seguir escribiendo otros. Así que en resumen: los Enigmas surgieron por Silvio y crecieron por la solidaridad de amigos de Cuba y el mundo con Los Cinco.

—Enigmas y otras conversaciones es un libro bastante atípico por las imágenes y contenidos que propone, ¿cómo ha sido la construcción de este volumen?

—La construcción de Enigmas y otras conversaciones responde a la visión, la labor y la hermandad con Los Cinco de los compañeros del Centro Pablo de la Torriente Brau y, muy en particular, de su director, el hermano Víctor Casaus. La estructura de este libro no es posible explicarla con palabras, porque es una obra que nace y crece de una manera súbitamente indetenible. La premisa estuvo en el descubrimiento, por parte de Víctor, de toda la correspondencia con muchos amigos que celosamente han conservado mi madre y mi hermana. No hubo descanso hasta ver terminada esta obra que, como expresé, es un libro de muchos y es, como todos mis libros, un libro de Los Cinco.

—¿Cómo comienza su interés por la pintura pastel?, ¿de qué manera surge y se desarrolla la idea de recrear en esta técnica algunas de las fotografías tomadas por el trovador Silvio Rodríguez en su gira por los barrios?

—Básicamente, esta técnica la he aprendido de manera autodidacta y la he enseñado a muchos otros reclusos, porque, a fin de cuentas, fue por compañeros de prisión que pude iniciarme en este mundo inagotable de la creación plástica, y hubiese sido una actitud muy egoísta no mostrar a otros el camino, o lo poco que uno sabe.

«Lo que pasó con este proyecto de los pasteles, partiendo de las fotos de Silvio, es algo que yo llamo la maravilla silvianesca. Resulta que un día estoy leyendo un artículo sobre uno de los conciertos en los barrios y veo algunas fotos en blanco y negro que dicen al pie: fotos de Silvio Rodríguez. Entonces, le escribí al hermano y le pedí unas fotos para ver qué inventaba por acá. Y, como ya dije, no tardó mucho en responderme: me envió unas 15 fotos de varios conciertos, seleccionadas por los segundaciteros, los fieles participantes de su blog en Internet, que se llama Segunda cita.

«Tuvimos un intercambio sobre cómo acometer el proyecto y Silvio me sugirió que mezclara todo aquello, en otras palabras, que hiciera con ellas composiciones propias, para que fuese algo original. Yo había trabajado mucho el retrato, pero siempre en un formato bastante pequeño. Y, bueno, cogí y seleccioné seis fotos e hice una pieza con gente de diferentes barrios. Le llegó la obra a Silvio y le pareció genial: se prendió la llama.

«Su segundo envío, ya con fotos ampliadas, fue de más de 50 instantáneas. Bueno, hemos llamado a esta exposición inicial La gira interminable, porque interminables serán, además de sus conciertos, los pasteles que iremos haciendo con estas bellísimas e históricas imágenes, a las que hemos sumado algunas de otros fotógrafos participantes».

—Se ha dicho que su vida resulta un verdadero taller de creación…

—Todos los días, de una forma u otra, en dependencia de las condiciones, desde hace ya muchos años —por no decir desde el mismo comienzo de este cautiverio—, dedico horas a la creación y a la interrelación, a través de las cartas, con mis seres queridos y con decenas de amigos que nos escriben desde todas las latitudes.

«En la prisión es obligatorio tener un trabajo y el mío ha sido, generalmente, impartir clases a otros reclusos en diferentes cursos, que suelen llamarse programas. Una de las experiencias más hermosas que me llevaré conmigo cuando termine este injusto encierro será la de haber graduado de estos cursos a muchas personas, quienes han agradecido mi labor de muchas maneras. Enseñar es crecer, dijo el Apóstol, así que a ellos les debo en buena medida mi crecimiento como ser humano y la posibilidad de sentirme, en estas condiciones, un hombre útil».

—Ha mencionado que crear hace al alma volar hasta donde la injusticia no puede alcanzarla…

—El arte llega a todos, sobre todo cuando nace del corazón y ennoblece; así, el arte es el mejor instrumento de la verdad. Por ello, ha sido y es un arma inseparable e indestructible de nuestra lucha por lograr el regreso a nuestros hogares. Cada obra constituye una nueva meta y con ella busco descubrir herramientas para enriquecer y fortalecer esa arma que menciono.

«Desde hace algún tiempo varios artistas, de quienes he tenido el privilegio de recibir algunas sugerencias (entre los que puedo mencionar a Nelson Domínguez, José Luis Fariñas y su querida madre, Juana Abad; y Joanicot), me decían que pusiera un lienzo y pintara, y que lo hiciera todos los días. Yo no entendía muy bien lo que me querían decir. Mas recientemente, en un intercambio con el hermano fotógrafo Arturo Suárez, él me dijo algo que me aclaró bastante este asunto: pinta de adentro hacia afuera. Creo que he captado, por fin, el mensaje, y es esa una meta».

—¿La poesía…?

—La poesía ha sido y es para mí alivio, salvación, humanidad y, por sobre todo, libertad. La poesía vino a mí en un momento en que nos habían arrancado de todo contacto con el mundo. Pero, ya lo dijo el Apóstol: el hombre es lo que no se ve. Y yo seguí dentro del mundo, aunque me tuvieran encerrado en una celda de castigo, en las condiciones más crueles que podían imponernos, sin un lápiz y un pedazo de papel para escribir… nada pudo impedir que creara el primer poema, y luego el segundo, y así… un poema, prácticamente, cada día. Solo el amor despertó mi simple musa.

—¿Qué nuevos horizontes persigue Antonio Guerrero?

—En mi mente tengo el proyecto de pintar muchas vivencias de los 17 meses de hueco a los que nos sometieron. Veremos qué saldrá. A esto agrego dos proyectos pendientes: las orquídeas cubanas y los retratos de todos los queridos niños integrantes de La Colmenita, que participaron en la gira por este país. Así, a grandes rasgos, son estas algunas metas, que haremos lo posible por cumplir aquí, o mejor aún, en la amada Patria.

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