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Festival de Rap TracKean2, un espacio de resistencia

La cita anual, promovida por el proyecto local La Skina, con el respaldo de la AHS, se ha convertido en un espacio aglutinante de poetas urbanos, grafiteros, discjockeys y breakdancers

Autor:

Yanetsy León González

CAMAGÜEY.— El hip hop en Cuba ha modelado uno de los rostros contemporáneos de esa cultura de resistencia que heredó el Nuevo Mundo de los conquistadores españoles. Precisamente, la lucha secular contra los árabes conformó en los europeos un hábito de vida dinámica, en el que guerrear era dialogar, y entrañaba un sentimiento de utilidad. Esta resultó una lección valedera de la quinta edición del Festival de Rap TracKean2, desarrollado recientemente en esta ciudad.

El evento constituye un espacio fundamental para la promoción de producciones simbólicas asociadas a un tipo de música alternativa, originaria de la ciudad de Nueva York en los años 70 del pasado siglo, que prendió aquí en los 80.

La cita anual, promovida por el proyecto local La Skina, con el respaldo de la AHS, se ha convertido en un espacio aglutinante de poetas urbanos, grafiteros, discjockeys y breakdancers. Sus lozanos exponentes canalizan las inquietudes creativas con agudas miradas a la sociedad.

En esta edición, TracKean2 reunió artistas de La Habana, Villa Clara, Ciego de Ávila, Santiago de Cuba y Guantánamo. El programa incluyó las peleas de gallos, como se conocen las «controversias» entre raperos; conciertos, demostraciones del estilo danzario de ese tipo de cultura urbana, y debates acerca de la situación del movimiento cubano del hip hop, las principales limitaciones para su desarrollo, y la  representatividad de la Agencia Cubana del Rap.

«A veces se piensa que la capital es el centro y lo más importante. Sin embargo, tengo la sensación de que este festival es más sano, más real. La mayoría de los participantes se conoce. Desde que llegas están rapeando y compartiendo. Además, la escena del hip hop en Camagüey es muy completa», aseguró el habanero Roberto Rosell Jústiz, uno de los activistas principales de este movimiento en Cuba.

Entre los atractivos de TracKean2 sobresalió la llamativa coreografía de Camagüey al abrir las competencias zonales de break dance en Cuba.

La cantidad de cultores y la escena aquí de esa danza callejera —resultante de la mezcla de elementos del arte escénico y la gimnasia—, propiciaron la selección de la provincia como sede para el concurso en la región central. Además de los anfitriones, la convocatoria atrajo a jóvenes de Villa Clara y Ciego de Ávila, quienes intentaron convencer al jurado compuesto por Leandro Nicado Chaviano, «Leobboy», de Ciego de Ávila, y Daniel Martínez Rondón, «Chachito», director de La Skina.

Muchas horas de entrenamiento hay detrás de la espectacularidad de cada paso, lo cual sugiere la persistencia de estos bailadores que, debido a los riesgos de esa práctica, por lo general tienen en casa a sus detractores. En el auditorio Iván Hidalgo Funes, los llamados B boys ofrecieron un espectáculo sorprendente para el público heterogéneo que admiró los movimientos audaces del break dance.

El avileño Elier Arias Lismé, de 23 años, ganó su derecho a la competencia nacional, prevista para el 1ro. de junio, en La Habana. Conocido como B boy 90, este oriundo del pueblo de Gaspar practica el baile por afición desde los diez años.

«Mi gusto por la gimnasia me llevó al break dance, una expresión que en Cuba a veces se tiene como impropia, pero también forma parte de nuestra cultura urbana. Por eso esta competencia significa una oportunidad de reconocimiento social e institucional con alcance mundial para los B boys cubanos», enfatizó Arias Lismé, quien pretende representar al país en la cita regional en Bogotá, Colombia; otro paso para llegar a la mundial, en Seúl.

Pero la acción de los arriesgados bailadores no se limitó a la lid. Ellos aprovecharon cada momento del festival, convertido en un espacio vital de creación e interacción entre público y artistas.

Prejuicios sociales alimentan cierto estereotipo del rapero como persona marginal y problemática, algo que la propia comunidad de seguidores y defensores del hip hop trata de desarticular. Un ejemplo fue el franco intercambio y el espíritu de hermandad apreciado entre los participantes de TracKean2.

Para ellos, el festival constituye un oasis, como significó Omar Odín Planos Cordoví, iniciador del rap en Santiago de Cuba. Este presentador y DJ consideró un asunto pendiente la radiografía verdadera del género y un mayor apoyo institucional. «La cultura ha salvado a mucha gente. Yo mismo estudio Sociología, porque fue una necesidad que me creó el hip hop», aseguró.

Un «vecino» suyo, Sandy David González Guerra, de Guantánamo, también insistió en la legitimidad de esta manifestación como expresión del barrio ante los asuntos cotidianos. «El rap es una actitud ante la vida. Nuestro propósito es educativo, porque llamamos la atención sobre los problemas, para que se resuelvan».

Otras preocupaciones, enunciadas por el santaclareño Adalberto Hernández Ribalta, productor audiovisual, fueron la depresión de algunas manifestaciones del género, para el caso de los B boys y los grafiteros, así como la confusión del oficio de los raperos con el de los reguetoneros, y las trabas en la profesionalización, aunque sea un derecho institucionalmente reconocido.

Por la parte de los anfitriones, tanto Dany Rodríguez Pérez, productor general de TracKean2, como Oberlandis Rodríguez Elías, con facilidades para la improvisación, consideraron la creciente calidad de las propuestas, y la consolidación de un festival que, en opinión de muchos, no tiene parangón en Cuba.

Entre tanto, queda como acicate para las próximas ediciones las nuevas formas para multiplicar ese incentivo y autentificar una práctica cultural que ha sido un nicho de realización humana. De ahí, la generación constante de pretextos para el reencuentro en Camagüey, una ciudad que también canta, baila y piensa con acento de rap.

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