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Escritores, artistas, personalidades de la cultura cubana, y numerosos jóvenes se reunieron este sábado en la Universidad de La Habana, para ofrecerle el último adiós al notable intelectual Alfredo Guevara. Autor: Roberto Suárez Publicado: 21/09/2017 | 05:33 pm
Mas volvió con su esperanza, / con su aurora a cada día. / Y hay que cuidar de ese brote / para salvar a los dos: / flor y fruto...
Subía yo este sábado la añeja Escalinata para unirme a los muchos escritores, artistas, personalidades de la cultura cubana, y a los tantos jóvenes que se reunieron en la Universidad de La Habana, para ofrecerle el último adiós al notable intelectual Alfredo Guevara, y no podía dejar de pensar en Corazón de estudiante.
Es un clásico de la cancionística de América Latina, ese continente que latió en las venas del gran revolucionario quien, como recordara Luis Morlote Rivas, presidente de la Asociación Hermanos Saíz, en una despedida alejada de toda solemnidad, formalismo o esquemas, consiguió que tomáramos conciencia de la imperiosa necesidad de que tuviéramos un cine verdaderamente nuestro.
No les extrañó a quienes conocieron al Presidente Fundador del Icaic y que llevara adelante al Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano hasta su edición 34, que su última voluntad fuera que sus cenizas se esparcieran en la casa de altos estudios que lo recibió hace 68 años, cuando contaba solo con 19 abriles. Y es que todavía en el futuro —de ello está convencido Morlote—, desde allí «seguirá retando a los miles de jóvenes que suban estos peldaños en busca del saber, y a quienes ya graduados, bajen de las aulas a construir, a transformar, a fundar, a conquistar la belleza, que para él era “expresión de la verdad, de la bondad y de la justicia”».
Corazón de estudiante... Alfredo eternamente juvenil, activo, incansable, con su inmensa labor fundacional por la cultura cubana. Alfredo, «con su pensamiento indoblegable, provocador, emancipador y libertario, que lo mantuvo siempre joven, apegado incondicionalmente a las ideas de justica de la Revolución Cubana, de Fidel y de Raúl. En la juventud de su pensamiento estaba la clave de su conexión con las nuevas generaciones y en ese vínculo, que supo construir desde un magisterio ajeno a todo dogma, están las bases de su esperanza y de su confianza en un futuro mejor», como afirmó, conmovido, Luis Morlote.
