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Bollywood entre estrellas e historias

La cuarta muestra de cine indio que hasta este miércoles nos hace compañía en La Habana evidencia un estilo único que no se compara con otras cinematografías. Es capaz de apropiarse de todos los géneros, pero nos deja la certeza de que hemos probado un sabor característico

Autor:

Jaisy Izquierdo

Tejidos como en un cuento de sultanes y princesas, volvieron los bailes, los velos, la música, el brillo y el romance, en ese cine singular que se realiza en la India, y que hasta este miércoles nos hace compañía en La Habana.

Los que piensen que Bollywood es una extensión en Bombay —hoy Mumbay— de los filmes de Hollywood se llevarán una sorpresa al apreciar estas historias, pues tal cinematografía ha conseguido un estilo único que no se compara con otras.

Es un cine muy suyo, capaz de apropiarse de todos los géneros y contar con su oropel de vistosas coreografías desde el policiaco, la comedia, los dramas familiares, la corrupción, la ciencia  ficción, la mafia, los desastres naturales, el terrorismo o las historias de superhéroes. Todo combinado en algo que ellos denominan masala film, es decir, una mezcla de diferentes condimentos que en materia de cine nos dejan con la certeza de que hemos probado un sabor característico. No hay dudas, proviene de la India.

Se añade a ello una visualidad donde lo contemporáneo se liga con lo tradicional, al compás de  cantos y danzas típicas del país, que se unen con soltura a los ritmos y pasos del pop o el hip hop occidental, mientras se pasa del sari a la minifalda sin mayores reparos.

Rara vez se ciñe esta cinematografía al corsé del tiempo y se alargan sus tramas durante dos y hasta tres horas con el lucimiento de sus muchas canciones, y un presupuesto millonario que le permite regalarle al espectador un viaje visual de las mil y una noches, con más de 500 bailarinas en una coreografía, o un set que se sitúa lo mismo en Nueva Delhi que en Nueva Zelanda o en el Reino Unido.

Pero el Bollywood que hoy se erige como la mayor industria cinematográfica a nivel mundial, capaz de producir más de mil películas al año, lleva un acento comercial muy particular, que añade al entretenimiento cierta dosis de utopía. No trata meramente de actualizarse con modernos diseños, música o bailes, sino que nos «entretiene» además en un mundo de fantasía donde los héroes triunfan sobre los villanos, se hace realidad el amor separado por prejuicios sociales y las injusticias no quedan impunes.

Por eso para algunos resultan ingenuas estas historias, donde no se habla con un lenguaje hostil, ni se muestran escenas subidas en su carga erótica, ni se sobrevalora la violencia. Pero aquellos que buscan en el cine la posibilidad de saltar a otro mundo, bien diferente del real, compartirán con las películas de la India esa especie de alfombra mágica, que sacude el polvo del presente y remonta alas. Porque el cine para ellos también es soñar.

Constelaciones de la India

Los actores de Bollywood también pertenecen a una especie de sistema de estrellas en el que su imagen es altamente demandada no solo en la pantalla grande sino además en las vallas de publicidad, anuncios comerciales y espectáculos de televisión, mientras que sus vidas dan noticias todos los días en los periódicos locales.

En la cuarta muestra de cine indio, que presentó siete títulos, llama la atención que la mayoría se reparten entre los astros Sharukh Khan (Pardes, Chak de India, Swades y Devdas) y Hrithik Roshan (Jodhaa Akbar y Krrish 2).

King Khan, como se le conoce, es considerado el actor número uno de Bollywood; es el conductor del famoso programa indio ¿Quién quiere ser millonario? —recreado en la oscarizada Slumdog Millionaire—, y hasta tiene una estatua de cera en el Museo de Madame Tussauds, en Londres. De su versatilidad como intérprete dan testimonio sus 13 premios Filmfare, que equivalen a los Oscar en la India, y su frase «Mi nombre es Khan y no soy un terrorista» recorrió el mundo en la película india que ha sido la de mayores recaudaciones en el extranjero, Mi nombre es Khan.

Pisándole los talones, Hrithik    Roshan guarda para sí el título de actor más atractivo de su país, sin que ello esté reñido con sus dotes naturales para la actuación, confirmadas por cinco premios Filmfare y varias marcas de taquilla como Dhoom, Krrish y Jodhaa Akbar. Hijo del director de cine Rakesh Roshan, sobrino del director musical Rajesh Roshan y nieto del director musical Roshan, Hrithik Roshan nació además con la buena suerte hindú de presentar un dedo de más en su mano derecha, lo cual deja ver en algún que otro plano sin complejos.

Aishwarya Rai, la mujer más bella del mundo —como la llamara Julia Roberts en el Festival de Cannes—, acompaña a Khan en Devdas y a Roshan en Jodhaa Akbar. Aish, Miss Mundo en 1994, ha filmado más de 40 películas en inglés, hindi, tamil y bengalí y también ha actuado en producciones internacionales y en Hollywood, donde se le recuerda junto a Colin Firth en La última legión y junto a Steven Martin en la secuela de La pantera rosa.

Es la esposa del actor Abhishek Bachchan y la nuera de una leyenda viva: Amitabh Bachchan. Precisamente del gran Bachchan es la otra cinta que completa la muestra: Sholay. Esta película de culto filmada en 1975 ha sido valorada como la más influyente y exitosa de la Meca del cine oriental, y sus diálogos y canciones forman parte inseparable de la cultura de la India.

Este mayo, en el que el cine de la India arriba a su centenario, bienvenida sea la muestra, otro diálogo abierto con el séptimo arte en esta Isla tan cinéfila.

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