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Una cofradía de amor y música

El coro juvenil Voces de Luz, de Colombia, aprovechó la trigésima edición del Festival Internacional de Coros como plataforma para su estreno internacional y como oportunidad única de conocer la cultura cubana

Autores:

Yelanys Hernández Fusté
Eduardo Pinto Sánchez

SANTIAGO DE CUBA.— Llegaron desde la capital colombiana con el candor de sus voces y el impulso de sus años mozos para probarse en el Festival Internacional de Coros de Santiago de Cuba.

Se hacen llamar Voces de Luz y se definen como un coro juvenil de cámara mixto; mas, funcionan como una gran familia que encuentra en su directora, Sandra Patricia Rodríguez, el núcleo de una historia fundada en el amor y los mejores valores del ser humano.

«Aspiramos a ser personas que irradien siempre luz, ser útiles a la sociedad, que podamos servir a los demás y el mundo pueda encontrar en nosotros unas personas bonitas, amables, alegres; no podríamos llamarnos de ese modo, si en cada uno de ellos no existiera algo de eso.

«Eso es lo que nos diferencia de otros coros, quienes lo componen, porque cada uno de ellos ha sido escogido de manera especial, aquí no puede entrar cualquiera. Tenemos en cuenta el talento, pero no es lo esencial, sino lo que cada uno de ellos representa como ser humano», comentó a JR Sandra quien se licenció en Pedagogía Musical en la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia y se especializó en Dirección de Coros infantiles y juveniles en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.

«La mayoría de ellos ha crecido conmigo, desde los siete u ocho años, y ya son casi todos universitarios. Todos tienen experiencia en el campo coral, algunos son cantantes solistas, eso no lo tiene cualquier director, es un lujo que Dios me ha regalado, estar entre gente que nos queremos, porque solo el amor puede unirnos, de otro modo no estaríamos aquí».

«Estamos muy emocionados de estar en Cuba, muchos de estos muchachos nunca habían salido del país, y mucho menos imaginaron que su primera vez fuera cantando; esta es una tierra que amamos y admiramos por su gente y el alto nivel musical de sus coros», nos comentó Sandra.

Desde febrero de 2009 los 18 integrantes de Voces de Luz decidieron unir sus metas y amor por la música. Desde entonces han construido un amplio repertorio de música sacra en diferentes idiomas y estilos, temas populares y folclóricos de diferentes países y lenguas, y villancicos tradicionales, universales, colombianos y latinoamericanos.

Hasta el festival santiaguero trajeron un repertorio fundamentalmente colombiano y latinoamericano, sin dejar de hacer un guiño melódico a Cuba, con la pieza Tú no sabe inglé, de Eliseo Grenet, basada en un poema de Nicolás Guillén.

Muy afable, Sol Gómez, una de las integrantes de la agrupación coral, destacó La llorona como el tema que más le gustó de los que interpretaron en el festival, pues «es muy colombiano, y es la forma de mostrar nuestra tierra, y además, tiene una puesta en escena muy chévere».

«Hemos visto que los cubanos son muy buenos oyendo coros, digamos que en Bogotá no es tanto así, ya que allá a los festivales de coros solo asisten nuestros padres y otros directores corales; en cambio aquí es como más de pueblo, como que a la gente les llama la atención venir, y es muy bonito porque saben que en cada edición del festival se van a reunir acá a escuchar a otros cantar», resaltó Sol.

Para Paula Villamil mantenerse en esta cofradía de luces es un acto de fe, pues para la mayoría de los jóvenes de su país «los coros son espacios aburridos o para determinados sitios como las iglesias; desde muy pequeña canto, ahora no estudio música, y este es el espacio para tener ese contacto que me hace falta con la música y lo disfruto mucho».

Esta aventura santiaguera significó para Camilo Pérez una oportunidad para el asombro y el descubrimiento. «Antes de venir acá teníamos la percepción de que Cuba era un país muy atrasado en muchos sentidos; sin embargo, cuando llegamos acá encontramos una Cuba muy diferente, y ahora nos llevamos un recuerdo muy bonito y vamos a poder decirle a los colombianos que esto no es como los medios de comunicación lo pintan. Esta es una tierra admirable en muchos aspectos, y con gente muy especial, y sinceramente yo estoy feliz por haber venido», confesó Camilo.

Sandra, la directora, prefiere llevarse además del cariño de los santiagueros mucha música cubana para compartir con sus alumnos en el Colegio Reuven Feuerstein y en la Facultad de Música de la Universidad El Bosque, de la capital colombiana.

Cada ocho días, un lugar de Bogotá se llena de la luz que irradia el mayor tesoro de Sandra Patricia Rodríguez: sus niños grandes de Voces de Luz. Junto a ellos defiende ese espacio de sueños y realizaciones que encuentra en el amor y la música el motivo para seguir.

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