Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Que la educación sea un modo de vida

Encontrar y formar maestros que desarrollen las potencialidades de los niños y los enseñen a pensar fue el llamado que hicieran los intelectuales y artistas que desarrollan su VIII Congreso en el Palacio de Convenciones

Autores:

Jaisy Izquierdo
Lourdes M. Benítez Cereijo

«De no centrarnos en la educación corremos el riesgo de convertirnos en una sociedad estancada», enfatizó la Dra. María del Carmen Barcia, motivada por el hondo intercambio que motivó la presentación al plenario del VIII Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) del informe de la comisión Cultura, educación y sociedad.

Creyó entonces necesario recordar a los participantes en el cónclave que nuestro Apóstol José Martí no hubiese sido quien fue, de no haber contado con un maestro como Mendive, por eso llamó a encontrar y formar maestros que desarrollen las potencialidades de los niños y los enseñen a pensar.

La notable historiadora consideró apropiado esclarecer asimismo que siempre se dice que la educación se encuentra en la esfera de los servicios, pero no se tiene en cuenta que ella es la producción por excelencia porque es de ese proceso de donde nacerán los profesionales del futuro.

Mencionó otras inquietudes y preocupaciones como la evidente falta de mentalidad creativa de los niños, debido a la práctica de reproducir de memoria; la ausencia de concentración de los educandos, y la incapacidad que demuestran muchas veces los jóvenes para expresar su pensamiento.

Otro destacado académico, el camagüeyano Luis Álvarez Álvarez, subrayó la significación del rol protagonista del educador, que ha encontrado una importante reacción social alrededor de la película Conducta, al evidenciar el papel del maestro como elemento esencial dentro de la vida social.

De cualquier manera, el acucioso investigador está convencido de que «debemos abrir las puertas del capital humano que hemos acumulado a una educación que trasciende el Ministerio de Educación, con lo cual no solo el maestro de las escuelas es el centro sino que todos nosotros lo seamos».

Mientras tanto, Pedro Pablo Rodríguez destacó el rigor analítico del informe y alentó a la difusión y socialización de este documento ante determinados públicos interesados, como el pedagógico. En este sentido, el periodista y escritor Pedro de la Hoz señaló que una forma de difundir su contenido es a través de los medios, a través de un ejercicio intelectual en los medios. Alegó ante la notable ausencia de nuestros escritores en la prensa nacional, la rica tradición de relevantes intelectuales como columnistas de nuestros diarios y cómo ello podría también repercutir en la formación de un ser más culto.

También el popular actor Fernando Echavarría se refirió a la figura del maestro y agradeció los conocimientos que ellos nos han legado. Señaló que se debe dignificar la imagen del pedagogo no solo desde lo económico, en el caso particular del sector artístico puntualizó que estos son tiempos más de aportar que de pedir y expresó: «No permitamos que la mediocridad se apodere de la educación artística en nuestras aulas, que la educación no sea un medio de vida, sino un modo de vida».

Por su parte el crítico y periodista Rolando Pérez Betancourt centró su análisis en el inconformismo intelectual y, en particular, en el papel del intelectual como ente agitador de la conciencia, «una labor que debe desempeñarse siempre desde una perspectiva revolucionaria, que implica, necesariamente, ser más creativos. Hizo un llamado a cultivar la expresión en los niños y jóvenes; a despertarlos, a motivarlos, para de esa forma, en labor conjunta con los maestros, enfrentar elementos de chabacanería y banalidad».

En su intervención, Eusebio Leal no solo recordó el papel que han jugado los intelectuales cubanos en el proceso de formación de una nación, desde tiempos inmemoriales, como el Dr. Armando Hart, primer Ministro de Educación con que contó la Revolución y como Fidel, «sin el cual no habría sido posible esta reunión, ni habríamos entendido la necesidad de cuidar el pensamiento», sentenció.

Y aprovechando que se estaba rindiendo homenaje a grandes maestros cubanos, la joya del Ballet Nacional, Aurora Bosch, propuso que la Escuela Nacional de Ballet tomara el nombre de Fernando Alonso, por su quehacer excepcional en la formación de numerosas generaciones de bailarines profesionales; una iniciativa que fue recibida con beneplácito por la audiencia.

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