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Mi libro tiene vida propia

Nicolás Guillén: un cronista retrata la ciudad se titula el ensayo con el que la periodista camagüeyana Yanetsy León alcanzó el Premio Calendario 2013 en esa categoría, razón por la que ahora dialoga con Juventud Rebelde

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Asegura Yanetsy León que lo primero que le sedujo del Periodismo fue su persistencia por la verdad, su constante empeño por pensar en su público y por serle útil siempre. «Tuve la dicha de lograr la primera opción de la boleta cuando me tocó decidir qué iba a estudiar y de estrenar la carrera en la Universidad Central de Las Villas», dice con regocijo esta joven camagüeyana, premio Calendario 2013 en la categoría de Ensayo por Nicolás Guillén: un cronista retrata la ciudad.

«A Santa Clara le agradezco el encuentro con un claustro maravilloso, el nacimiento de amistades para toda la vida y la convicción de que las razones por las que me decidí a estudiar Periodismo no podían ser utopías confiscadas».

—Has dicho que te sientes una profesional afortunada por moverte dentro de la prensa escrita...

—La prensa escrita es mi medio natural. Por eso conjugo lo que me gusta con lo que hago, para no dejar de ser afortunada, a pesar de los escollos que encontramos.

—¿Qué criterio tienes del periodismo cultural que se realiza Cuba? ¿Por qué suele ser tan reducido el espacio que encuentra en los periódicos provinciales?

—El periodismo cultural en Cuba está fragmentado. A veces se presenta como tal lo que no es. No siempre se busca el equilibrio, entonces se peca de ultraespecialización o se cae en lo trivial y superfluo.

«El hecho de que ocupe un espacio reducido tiene que ver con un estrecho sentido de la cultura y de falta de visión de que los periódicos son productos de ella. Por eso es tan importante cuidar lo que se publica en cualquier página.

«En Adelante, mi semanario, el periodismo cultural fue ganando terreno por la riqueza del patrimonio espiritual camagüeyano y por la altura de intelectuales como Manuel Villabella, encargado del espacio durante más de 30 años. También el periódico mantiene, hace casi cinco años, la página mensual La Hendija, con una amplia noción de la cultura, más allá de lo estrictamente referido a las artes y las letras que ocupa las llamadas páginas culturales de nuestros periódicos».

—¿Qué no debe hacer un periodista que se respete?

—Faltar a la ética y olvidar a su lector, ese cubano que espera agudas miradas a su realidad.

—La Asociación Hermanos Saíz te ha premiado en su Concurso Nacional de Periodismo Rubén Martínez Villena, en la categoría de prensa escrita. ¿Qué ha significado para ti dicha organización? ¿Qué transformarías de ella?

—El Premio de Periodismo Cultural resultó una grata sorpresa. También fue la puerta a la organización. Hasta ese momento, la AHS solo era una de mis fuentes. Ya en su seno, como parte de la sección de Crítica e Investigación comprobé que la Asociación ofrece un respaldo verdadero al quehacer de los jóvenes creadores desde la promoción de su obra y el apoyo a sus proyectos. Al acogerme me ha demostrado que los periodistas no somos rara avis en los círculos de intelectuales, como se nos quiere o suele ver.

«Más que transformarle, le advertiría para que su dinamismo natural no le conduzca a cierto anquilosamiento. Como obra perfectible, la Asociación no puede dejar de repensarse. Eso implica la búsqueda constante de motivaciones para que no pierda el diálogo con sus creadores, para que atienda al asociado como singularidad, para que los jóvenes que aglutina la respalden con pertenencia y no la utilicen como mero medio para su fin».

—Obtuviste el Premio Calendario por un ensayo sobre Nicolás Guillén. ¿Qué te motivó a acercarte a nuestro Poeta Nacional, que tanto ha sido estudiado?

—Precisamente una zona de su obra poco mirada o mal valorada: su periodismo, un oficio entrañable para él, cuyo ejercicio mantuvo hasta poco antes de morir.

«El marcado interés urbano de sus crónicas me permitió estudiar la ciudad, uno de los puntos de reflexión de la cultura en nuestra región, y asunto poco tratado en investigaciones de comunicación. A través de sus textos hice un viaje delicioso por urbes de América Latina y el Caribe. Todavía hay mucho que estudiar y aprender de Guillén».

—Al público le extrañó no verte en la presentación de tu libro en la pasada Feria Internacional del Libro...

—La Feria me puso entre Camagüey y La Habana, pero debí quedarme en casa por otra razón de luz. El 14 de febrero nació Alma, mi niña. Casi vienen juntos a este mundo. De todas formas sé que no estuvo solo, gracias al colectivo de la Casa Editora Abril y en especial a la entrañable Yudalmis Suárez, la editora a quien lo confié. Mi libro tiene vida propia.

—Después de este libro, ¿se despertará la escritora que de seguro hay dentro?

—El hecho de escribir con holgura y reposo no me ha llevado a figurarme como escritora. Sí te aseguro que el ensayo me atrae mucho, sin embargo, no es frecuente en nuestro sector. Enrique Milanés, un amigo cronista camagüeyano unido a Juventud Rebelde, me decía que «los periodistas, entrenados para buscar la verdad última de las cosas, estamos mejor dotados de lo que nosotros mismos creemos para hacer ensayos». Tal vez tenga razón, tome su consejo y me aventure en otro proyecto que me permita buscar los nexos de los hombres con su realidad, para provocar el pensamiento.

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