Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Otro arte, no hay fronteras

Diferentes municipios de la provincia de Villa Clara fueron invadidos este verano por el ritmo y el movimiento de la compañía Habana Compás Dance

Autor:

Luis Alejandro Rivera Paredes

La perfecta oscuridad que se hizo entre nosotros quizá no imaginó cuánta luz precedía. De repente, en Villa Clara, brotaron ellas, envueltas en ritmo, bañadas de color, dueñas de su verdad. Habana Compás Dance hizo temblar el escenario, justo como lo ha hecho durante estos diez años.

Durante este verano, y tras la actuación en el capitalino teatro Lázaro Peña, Habana Compás Dance llevó su arte a diferentes municipios de la provincia central: Santo Domingo, Remedios, Camajuaní, Cifuentes, Placetas y Manicaragua fueron invadidos por el ritmo y el movimiento de la agrupación. El cierre de la gira tuvo lugar en el teatro La Caridad de Santa Clara.

En los espectáculos cada elemento sucede al anterior. Primero las varas de madera, luego los taburetes, más tarde abanicos, las chancletas de palo, y nuevamente taburetes. Una sincronía casi inverosímil en las muchachas dejó dilatadas más de una vez las pupilas de los espectadores, y es que casi no había tiempo para respirar entre un desborde de pasión y otro.

Pasaba que en cada bailarina latía un mundo de sensaciones, se desbordaba una fuerza interior llena de misterios. Todavía mayores cuando esas mismas muchachas hacen suya la percusión, ya sea por medio de los taburetes engalanados con pinturas, que con las varas de madera o con sus propios cuerpos. En cada presentación, acompañando la escena, y protagonizándola también, el grupo musical desató la polifonía.

Ellas danzaban, mientras tres bailarines las custodian y las complementan. Así, entre música, movimiento y energía, se fundieron la música de España, la rumba, el jazz, la samba, la salsa. Se fundieron también las contorsiones contemporáneas, los ademanes del flamenco, las rutinas del folclor cubano...

Músicos y bailarines sonríen porque se saben dueños de su escena, porque son diestros en su arte, porque se sienten jóvenes y porque miran directamente a los ojos del público durante todo el espectáculo. No existen fronteras entre los géneros de la danza y los de la música; la compañía Habana Compás Dance lo sabe, y lo demuestra con creces.

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