Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Artes visuales en el 36 Festival

Nuevamente, como cada año, el apartado de actividades colaterales propone una serie de exposiciones que acompañan la programación cinematográfica en las salas

Autor:

Aracelys Bedevia

Se ha hecho habitual en cada Festival encontrar en el apartado de actividades colaterales una serie de exposiciones que se integran armónicamente a los propósitos del prestigioso evento y acompañan la programación cinematográfica en las salas. Neófitos y conocedores del tema, amantes todos de la buena visualidad, esperan con entusiasmo este momento, sobre todo porque casi siempre constituye la oportunidad de apreciar los mejores carteles relacionados con el séptimo arte.

Pensando en ellos y ellas y también en la importancia y necesidad de ofrecerle al público una retrospectiva que permita mirar hacia atrás y volver a vivir el cine, de Rafael Morante, uno de los nombres clave en la historiografía de la gráfica en Cuba, se ha preparado para la ocasión una muestra de su quehacer, la cual puede ser apreciada en la Galería Pabellón Cuba bajo el título La vuelta al cine en 35 carteles.

Morante es considerado uno de los más destacados cartelistas del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), ha dedicado La vuelta…., a los que aman el cine y el buen diseño: el que se deja hacer con el corazón, con las manos y con la mente, clara y serena, como enfatizó el máster en Ciencias Jorge Luis Rodríguez Aguilar.

También en el Pabellón Cuba pero en el área conocida como el Túnel, se encuentra la Historia de un harakiri. Se trata de una exposición colectiva de carteles que pone en perspectiva el medio siglo de vida del cartel Harakiri, creación del diseñador cubano Antonio Fernández Reboiro para el filme japonés del director Masaki Kobayashi.

Según declaraciones del diseñador Pepe Menéndez, curador de la exposición, la mencionada obra «marca un hito en la evolución del diseño cubano posterior al triunfo de la Revolución, y con frecuencia se le cita como ejemplo del ascenso —a mediados de la década de los 60— de una nueva expresividad en la gráfica no solo del cine sino de su totalidad».

Harakiri, recordó Menéndez, fue tempranamente reconocida fuera de la Isla cuando recibió, en el año 1965, un premio especial en el International Poster Show, en Colombo, Sri Lanka. «Es probable que este pueda considerarse el primer galardón cosechado por un cartel cubano en eventos internacionales».

Historia de un harakiri, exposición que trae de vuelta la emblemática pieza, explora además la producción gráfica en los años inmediatamente anteriores a esa obra, para contrastarla con los carteles que se hacen en Cuba 50 años después.

Otras propuestas

Una buena dosis de expectativas ha generado la llegada a Cuba por vez primera de carteles de cine checo. La exposición, que lleva por título Treinta carteles, constituye una especie de viaje a través de distintas etapas de esta manifestación gráfica en el país centroeuropeo. Abarca desde un cartel anónimo, de 1955, para el filme francés Mujeres soñadas, pasando por una mayoría de ejemplares de la década dorada, hasta un cartel de 1990, —poco después de la Revolución de Terciopelo—, para el filme checo La última mariposa.

Llama la atención la variedad de autores, estéticas y estilos presentes en esta muestra, que será inaugurada el 8 diciembre, a las 5.00 p.m., en el cine La Rampa. Es también una oportunidad de constatar cómo la gráfica checoslovaca de los 60, caracterizada por el empleo de herramientas de expresión modernas, influyó en la entonces incipiente cartelística cubana.

No menos atractivos que La vuelta al cine en 35 carteles, Historia de un harakiri y la muestra checa, son los Carteles en Concurso, los cuales se presentan en el cine Charles Chaplin desde el momento en que abrió sus cortinas la gran fiesta de cinéfilos.

En cartelera está igualmente Ausencias presentes, exposición personal de Marta María Pérez, en la Galería Servando, el 11 diciembre, a las 7:00 p.m. La obra de esta artista cubana (La Habana, 1959), inicialmente en fotografía y con posterioridad en video, se acerca a las prácticas religiosas de origen afro-cubano y al espiritismo. Su quehacer está marcado por la presencia de la muerte y las alusiones simbólicas al cuerpo mitológico de las religiones a las que se aproxima.

Cada una de estas propuestas contribuirán al disfrute del cine en las artes visuales, al tiempo que confirmarán la importancia de que estas dos maneras de crear se mantengan irremediablemente juntas.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.