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Vivian Maier, la misteriosa niñera fotógrafa (+ fotos)

El secreto de Vivian Maier es doble, porque no se sabe qué la impulsaba a tomar fotos sin cesar ni cuál fue su formación, pero tampoco se sabe por qué eligió mantener secreta una afición que le importaba tanto y para la que tenía tanto talento. Dejó más de 100 000 negativos fotográficos tomados a lo largo de más de cuarenta años y no revelados nunca

Autor:

Juventud Rebelde

Vivian Maier (Nueva York, 1 de febrero de 1926 - Chicago, 21 de abril de 2009) se llevó su secreto a la tumba, pero dejó más pistas que nadie sobre su identidad escondida. Dejó más de 100 000 negativos fotográficos tomados a lo largo de más de cuarenta años y no revelados nunca.

Autorretrato de Vivian Maier tomado el 18 de octubre de 1953 en Nueva York.

Dejó recuerdos variados y contradictorios en las familias para las que había trabajado como cuidadora de niños durante unos cuarenta años, en Nueva York y sobre todo en Chicago. Se conformaba con salarios muy bajos, pero en cada casa en la que servía reclamaba el derecho a poner un candado en la puerta de su habitación. Parecía no tener familia y carecer por completo de otra vida que no fuera la que dedicaba a su trabajo. Siempre salía llevando al cuello su cámara de fotos, que era un rasgo de su presencia personal.

El secreto de Vivian Maier es doble, porque no se sabe qué la impulsaba a tomar fotos sin cesar ni cuál fue su formación, pero tampoco se sabe por qué eligió mantener secreta una afición que le importaba tanto y para la que tenía tanto talento. En los cajones de papeles y de toda clase de materiales que acumuló Vivian Maier a lo largo de su vida no hay ni un solo testimonio, ni una carta, ni una reflexión, ni un solo indicio de sus ideas sobre la fotografía. Llegó a imprimir solo unos pocos negativos, probablemente por falta de dinero. Se jubiló ya mayor y dejó casi todo lo que había acumulado a lo largo de la vida en cuartos trasteros o garajes de sus antiguos patronos.

En 2007, un historiador aficionado de 27 años, John Maloof, compró más bien por azar unas cajas de negativos que encontró en un mercadillo.

Maloof compró el archivo porque costaba menos de trescientos dólares y porque al mirar por encima los rollos de película entrevió en ellos imágenes callejeras y cotidianas de Chicago. Poco a poco fue cobrando conciencia del tesoro que había encontrado y de su extensión abrumadora.

Cada nuevo negativo que revelaba era un deslumbramiento. Vivian Maier era el resumen de toda la gran fotografía americana del siglo XX y al mismo tiempo tenía una manera de mirar afiladamente suya, una sinuosa originalidad que escapaba de cualquier tentativa de clasificación.

La cámara Rolleiflex le permitiría pasar más inadvertida, ya que la enfocaba a la altura de las caderas y no de los ojos, inclinándose para estudiar el visor. Vistas desde ese ángulo, de abajo arriba, las personas adquieren una presencia imponente, y el espectáculo de la calle se observa desde el lugar aproximado de la mirada de un niño.

Gracias a la familia Gensburgs, para la que Vivian había trabajado durante diecisiete años, John Maloof pudo recuperar dos cajones grandes que iban a ser tirados a la basura. Contenían correspondencia, recortes de periódico y carretes fotográficos en color.De los 100 000 negativos, unos 20 000 o 30 000 todavía estaban en los carretes sin revelar desde 1960 a 1970. John Maloof consiguió revelar los carretes con éxito. Los negativos que reveló Vivian estaban colocados en tiras y tenían la fecha y la localización escritas en francés. John Maloof buscó más información en Internet y encontró que había fallecido dos días antes de la búsqueda

En noviembre de 2010 habían escaneado 10 000 negativos y tenían pendientes de escanear otros 90 000. También quedaban unos cientos de carretes en blanco y negro y unos 600 carretes de color por revelar. Su trabajo muestra escenas callejeras de Chicago y New York en las décadas de 1950 y 1990.

Maloof no entendía de fotografía y tardó su tiempo en poder valorar con determinación la calidad de la obra encontrada.Ahora promover la obra de Maier es la misión de su vida. Además de un documental, son ya dos los libros dedicados a su obra, uno de sus fotografías de calle y otro de sus magníficos autorretratos. Sus fotos se venden en la prestigiosa galería Howard Greenberg.

Maloof, quien se confiesa obsesionado con Maier, se ha convertido en fotógrafo y copia su estilo sin los mismos resultados. Será otro de los misterios saber qué pensaría Maier de todo esto.

Vér más de su obra en www.vivianmaier.com

Con información de El País, Wikipedia y Página12

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